1. S T Y L E S

158 17 11
                                    

Aviso: Es necesario leer el prólogo para comprender! Y la novela continuará al llegar a los 15 votos en este capitulo. Los adoro x.

Esa mañana, Megan había llegado tarde del trabajo. Encontrandose al entrar a su casa con una nota sobre la mesa ratona de la sala. Una nota que lamentablemente podía reconocer con mucha facilidad. Exhausta de apilarlas sobre su mesa de luz y prometerse asistir a alguna de las juntas a las que la habían citado.

"Le informamos que su hijo/a Daira Tyler, ha estado cometiendo vandalismo en la calle Patterson Avenida 3, su castigo será trabajo comunitario, los días sábado y domingos de 16:00 p.m a 19:00 p.m. Esperamos atentamente que como su mayor a cargo se asome el 16/05/2016 a la comisaría central, a causa de repetidas advertencias hacia su hijo/a."

Suspiró, dejando sus llaves y cartera sobre el sillón, para adentrarse a la cocina, donde se oía como alguien, su hija, rebuscaba algo para desayunar. Ese día comenzaría las clases, no pensaba sermonearla por lo que había hecho, intentaría mantener las cosas calmas por un tiempo más, porque con Daira, las cosas calmas por mucho tiempo, simplemente, no existían.

- No te has cambiado aún -dijo, colocando su cabello detrás de la oreja, signo de claro nerviosismo en ella, mientras miraba el pijama celeste de la muchacha.

Daira la observó, y recorrió su vista en ella. Se había despertado temprano, y dado una ducha, creyó haberla escuchado para las siete, pero como no había llegado, decidió ni siquiera cambiarse. Quizás ese día tenía suerte y su madre no llegaba, ahorrándole el peso de ir al colegio.

- Excelente observadora -respondió con ironía, y cerró la heladera con un poco más de fuerza de la que su madre aceptaría con tranquilidad.

-Llegarás tarde -acusó.

La mirada de Daira y la de Megan se cruzaron por un momento, chocando generaciones, sosteniendo la respiración. Diciéndolo todo, reprochándole todo sin palabras. La dejaba totalmente indefensa. Megan bajó su mirada y dió dos golpecitos sobre la mesada de mármol negro.

- Iré a cambiarme, te llevaré en un segundo, quizás pueda explicar tu llegada tarde -dijo, pero ignorando el hecho de que la muchacha seguramente ya estuviese demasiado lejos, subiendo las escaleras, como para escuchar su voz baja.

Daira tomó el traje del colegio que había dejado su madre hacía meses en su armario, dentro de una bolsa verde brillante, no sabía con qué se iría a encontrar hasta que la tomó esa mañana.

Una pollera a cuadros, y una camisa blanca, que le tomó segundos colocarse. Luchó un poco con una corbata negra, hasta que por fin decidió anudarla y esconderla debajo del suéter con la insignia dorada y roja del colegio. Sin mirarse dos veces al espejo para arrepentirse caminó decidida hacía su mochila y sus converses negras, no podía abandonarlas luego de tantas vivencias, así que pasó por alto los zapatos negros que la esperaban lustrados debajo de su cama.

Daira bajó las escaleras corriendo, y tomó las llaves del auto de su madre, para irse. La adolescente había conseguido la emancipación en uno de los días de borrachera de su madre. Y aunque sonara como una locura, nunca había tomado clases de manejo, eso se reflejo con demasía cuando debió estacionar en el colegio, tomandole dos lugares para poder aparcar.

Se trataba del instituto más caro dentro de la zona cara, irónico, la morocha sonrió con sorna al recordar que unos cuantos meses atrás, su familia no podría haber pagado siquiera un cuarto de la matrícula de ese instituto, o la casa en la que vivía con su madre. Pero, hacía unos meses atrás, tenía una familia, y eso hubiese valido mas que cualquier dinero o casa grande que pudiese tener en el presente.

Disaster | hs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora