XXXVIII

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El regreso a casa fue una escena que resultó demasiado absurda con la voz de James Blunt llenando el silencio que reinó sobre nosotros. Los acordes alegres de Potscard resultaron fuera de lugar en una situación tan dolorosa, finalmente las palabras que intenté negar durante tantos meses, fueron dichas. Aaron Been sabía que él fue el primer hombre que me hizo anhelar una vida por completo diferente, el primero que me hizo pasar noches enteras soñando con posibilidades que parecían estar a un vida entera de distancia. Sabía también que tal vez, yo fuese la primera mujer en amarlo de la manera en la que lo hacía, incluso antes de que Lottie cayera a sus pies, mi corazón estaba ya colgando de los rizos de su cabello. La vida nos cambió por completo en la última hora, ya no podríamos continuar como hasta entonces, sabíamos nuestros sentimientos significaban algo trascendental en nuestras vidas, que de alguna manera, éramos afortunados pues no todos tienen la posibilidad de encontrarse en otros ojos. Sin embargo, también sabíamos que en aquellos momentos, esos mismos sentimientos dolían demasiado, que no teníamos el derecho de pasar sobre la vida de terceros por más que nuestras intenciones fueran las mejores. Por más injusto que parezca, aun no era tiempo de ser egoístas, quedaban un par de personas en quienes pensar, puesto que ellos no tenían culpa alguna de mis confusos sentimientos.

—Detente, detente. —Le ordené a Aaron, al ver al hombre que esperaba sobre la acera frente al edificio.

Él obedeció y descendí del auto sin darle la oportunidad de bajar a abrirme la puerta. Caminé con grandes zancadas en dirección de Leopold, quien se encontraba encogido dentro de su chaqueta azul Gucci de imitación. El antiguo amigo de mi abuelo me recibió con un apretado abrazo y noté el olor dulzón de una loción de afeitar barata y el humo que probablemente provenía de una chimenea.

—Hola, señorita Charlotte —dijo con cariño.

—Leopold —respondí, deshaciendo el abrazo de oso—. No creí que vinieras tan rápido.

—No me costó demasiado tener todo listo para usted. Lo que me pidió está dentro del maletero de la camioneta y las llaves de la casa se encuentran dentro de la guantera.

—Buenas noches —saludó Aaron, deteniéndose junto a mí.

—Buenas noches —contestó el otro, volviendo toda su atención al hombre vestido con un auténtico H&M.

—Leopold, te presento a Aaron Been, el nuevo presidente del bufete. Aaron, él es Leopld, el mayordomo de la mansión de mi abuelo.

—Creo que ya nos conocíamos —comentó Leopold—. Usted fue a buscar a la señorita la otra noche.

Aaron asintió y sonrió con cortesía.

—¿Podrías dejarnos a solas? —Pedí, dirigiéndome a Aaron—. Necesito hablar con Leopld.

—Por supuesto. —Aaron frunció los labios—. Supongo que te veré mañana.

—Claro, hasta mañana.

Divisé a mi vecino desaparecer tras las puertas de cristal del edificio y contuve un profundo suspiro. Después de que ya no podíamos verle, Leopold extendió una mano frente a mí para entregarme las llaves de la Nissan X-Trail dorada que era de mi abuelo.

—Gracias —dije.

—También he llamado a Shelbyville y he encargado que tengan todo listo para tu llegada.

—¡Oh, Leopold! —chillé, lanzándome una vez más a sus brazos—. No sé qué habría hecho sin tu ayuda.

Y es verdad, hasta esa misma mañana lo único que sabía era que necesitaba irme lejos, pero no tenía ni la más remota idea de a dónde. Quizá al punto más escondido de un desierto en México. Entonces Leopold me habló de una cabaña de descanso a la cual solían escapar Thomas y Melissa. Se encontraba en el condado de Shelbyville, en Indiana; era a ese lugar al que se dirigían el día de su accidente. No me extrañó en absoluto que mi abuelo decidiera no hablarme de dicho lugar, jamás le fue sencillo hablar sobre aquel día. No podía imaginar lo que mi abuelo tuvo que pasar al tener que contarme sobre mis supuestos padres. Tal vez ahora sí que comenzaba a perdonarle, porque todo el pesar y la culpa que veía en sus ojos a pesar de lo mucho que se esforzaba en ocultarlo, no podía ser menos dolorosa que la pena que me embarga en ese momento.

Cómo enamorar a mi vecino y no morir en el intentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora