CAPÍTULO 5. ATHANIEL.

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Luego de aquella cena, Tsuki y Daisuke subieron a un auto que los esperaba a la salida del restaurante. ¿El destino? El puerto. Daisuke había logrado convencer al ojiverde que lo acompañara a dar un paseo en su yate.

-Tsuuukiii~- El peliplata le toma la mano al mayor, entrelazando sus dedos y camina por el muelle. -Dime, ¿Estás disfrutando la tarde conmigo?- Dice en un tono bastante dulce e infantil, entrelazando sus dedos con el ojiverde.

-Sí, Dai... Pero sabes que debo regresar pronto...- Menciona algo preocupado el azabache.

-Sí, tu pareja... entiendo...- Su mirada cayó al suelo y sólo siguió caminando hasta subir al yate sin mencionar palabra alguna.

-Daisuke, sólo será un pequeño paseo, ¿Cierto?- El azabache Frunce el ceño y mira al ojiazul mientras este asentía a su reproche.

Entrado en el Yate, Tsuki toma el volante y comienza a manipular el  navío, frenando en aguas algo profundas mientras el menor buscaba algo para beber.

-¿Algo de vino, champagne?- Consultó, antes de observar La negación de Tsuki, a lo que dio un largo suspiro y observó el agua. -¿Nadas?- Susurra, intentando divertirse, disminuir la distancia entre ellos. La respuesta, una vez más, fue una negativa que destrozó sus deseos de seguir insistiendo.

-Ya debo regresar, ¿De verdad no sabes conducir el Yate?- El ojiverde no hacía más que destrozar cada esperanza que el.joven tenía, pero nuestro amigo sólo esbozó una gran sonrisa y cerró sus ojos para evitar las lágrimas.

-Vete, Tsuki, puedes estar tranquilo... En algún momento alguien notará mi desaparición y vendrán por mí, te están esperando, no te estanques...- Su discurso fue interrumpido de golpe por un Tsuki furioso y sobreprotector que lo envolvió entre sus brazos.

-Eres un pequeño tonto si crees que te voy a dejar aquí, regresamos ahora mismo.- El azabache soltó a Daisuke y se dirigió de inmediato al timón, volviendo al muelle. En este lugar ya esperaba uno de los sirvientes de la familia Kyo, para llevar a Dai devuelta a la academia.

-¿Quieres que... Te lleve a algún lugar, Tsuki?- Su voz sonaba algo temblorosa, pero su rostro no se dejaba llevar por la perdición de sus tristes sentimientos. Una vez más la negación fue recibida por parte de quien amaba más que a nadie en el mundo, un amor que lo estaba llevando a su límite. Vio con tristeza la espalda de su amado alejarse lentamente en sentido contrario a donde él se dirigiría y miró a su chófer, le sonrió y simplemente desapareció del lugar.

Sus bellos ojos azules iluminaron entonces el oscuro y lúgubre castillo en el que apareció, el castillo del reino de los vampiros. Siendo esperado por su adorable gatito, Dai sólo cierra todas las entradas al palacio, bloquea los portales hacia ese reino y se dirige al su habitación. Las lágrimas no podían ya evitar escaparse de sus bellas orbes. Llegado a su destino, se recuesta en la cama y sus ojos, ahora opacos, se van cerrando lentamente, mientras rosales llenos de blancos retoños comienzan a crecer a su alrededor, las espinas se clavaban en su piel como sanguijuelas y las rosas se tornaban lentamente de un frívolo tono carmesí.

Mayuu comenzaba a sentir la energía de Daisuke menguar lentamente, algo estaba sucediendo con su primo y no podía hacerse el ciego frente a esa situación. Intentó de manera desesperada acceder a un portal para ir junto a él, topándose con la imposibilidad debida a los poderes de aquel a quien deseaba salvar. Caminaba desesperado por los pasillos de Asamaru cuando se topa con Ookimura, Frunce el ceño y se acerca rápidamente al notar el olor de Daisuke en sus ropas.

-Sensei, tú... ¿Estabas con Daisuke? ¿Por qué él...- Se detiene al ver el asombro del mayor y a este mismo sujetarse la cabeza.

-¿Dónde está Daisuke, Yuu?- Su voz sonaba ligeramente llena de desesperación, sabía que el joven de cabellos plateados no estaba bien, sabía que era su culpa.

-Tsuki-sensei... ¿Qué sucede entre usted y Daisuke?- Yuu lo mira con la seriedad que lo caracterizaba, siendo tomado del cuello por un Tsuki bastante molesto, quien lo suelta de inmediato.

-Por favor... dime dónde está. Necesito encontrarlo.-

-En el palacio de los vampiros. Pero bloqueó todo acceso al reino, es imposible entrar o salir.-

-No, hay algo que no podrá bloquear jamás...- Tsuki miró a Yuu a los ojos, su mirada era triste y algo opaca. -Athaniel...- Fue lo último que mencionó el maestro antes de desaparecer para ir al encuentro del joven.

Aparece entonces en aquella habitación y ve con tristeza el cuerpo cubierto de su adorable estudiante, se sienta a su lado y acaricia su mejilla.

-Lamento que todo esto esté sucediendo, mi querido Athaniel... Por favor, despierta, la mitad de mi alma perecerá si tú te rindes, porque eres una de mis partes... Recuerdalo todo.- Tras esta mención, Tsuki toca la frente de Dai y recuerdos pasan por la mente de este último como si de una lluvia misma se tratara.

Las rosas comienzan a retroceder y el joven abre los ojos, esta vez de un bello tono violeta, mirando al hombre frente a él, sonríe y se levanta para aferrarse a él en un abrazo dulce.

-Belial...- Las lágrimas salían de sus ojos mientras el azabache abrazaba por la cintura al joven, apegándolo lo más posible.

-Athaniel... Siempre... provocando problemas...- Tsuki se separa, besa la frente del joven y le sonríe con dulzura. -Lamento todo lo que has vivido... Todo ha sido mi culpa, sólo quería protegerte.-

-Entonces mantenme a tu lado, no me apartes, Belial, no te alejes de mí una vez más...-

-Eso es imposible, sabes que amo a alguien más... Yo... Saryel también está aquí.-

Daisuke se separó de inmediato del abrazo y empuñó sus manos, los Buenos recuerdos también habían traído malos con ellos.

-Saryel... Me alegra que él esté bien... No puedo decir lo mismo de mí y nuestro hijo...- La mirada dulce del joven se había opacado, mirando la sorpresa del azabache.

-¿Nuestro... hijo...? Athaniel... ¿A Qué te... A Qué te refieres con eso?-

-Es fácil, Tsuki... Poco después que te largaras detrás de Lucifer, me enteré que esperaba un hijo tuyo. Saryel insistió en ir tras de ti para decírtelo, pero Satanás nos capturó y... je... Por salvar a tu amado Saryel fui yo quien se sacrificó... Me violaron y acabaron con mi vida y la de mi hijo...-

-Athaniel... Eso...- El azabache retrocedió, se levantó de la cama y no pudo hacer más que desaparecer del lugar, conmocionado por lo recién contado.

-Claro... Era obvio... supongo que este es el fin...- El joven de cabellos plateados se puso en pie, caminó al salón del trono y buscó la espada del rey, desenfundándola. -Quizá... Esto sea lo mejor.-

LA VIDA BAJO EL REFLEJO DE MIS OJOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora