capitulo 2

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El insistente sonido del portero automático arranca a Miriam de la ducha, Se envuelve en una toalla gruesa y se dirige a la puerta, el suelo esta frío y el contacto con sus pies desnudos le provoca un leve escalofrío. Descuelga el auricular
-¿Quién es?-Pregunta con voz nerviosa
No escucha nada, empieza a irritarse.
Cuelga.
No se había dado la vuelta cuando el timbre ya estaba sonando, descuelga.
-Abreme, soy Leo o ba...- la débil voz de Leo se pierde en un gemido de dolor.
Miriam, con lo puesto, baja las escaleras a toda prisa, había pasado la noche fantaseando con que aquel misterioso chico la visitase, pero aquello la asusta, las horas no cuadran, la gente normal a las cuatro de la madrugada está durmiendo. La gente normal. Baja los dos últimos peldaños a la vez y casi tropieza por la imagen que se refleja en sus retinas.
Leo esta en posicion fetal con las manos en las rodillas sobre el suelo, tiene temblores, sus labios aunque manchados de sangre estan azules.
Acelerada Miriam abre la puerta, y sale al exterior, aún enrollada en el edredón el frío le cala los huesos. Coge la manta y envuelve a Leo que trata de levantarse por sí mismo, se tambalea y miriam lo sujeta, pasa el brazo del chico por su hombro para ayudarlo a caminar, nota el olor a alcohol que desprende y siente lastima por él.
Leo se convulsiona, contiene una arcada
- Necesito un váter.
Miriam lo lleva a toda prisa al servicio donde se derrumba sobre la taza y vomita de forma bestial, se agarra mas aun al váter para no perder el equilibrio,se limpia la boca con la manga de su camiseta , Miriam se asoma a la taza, lo que ve no le gusta.
-Tío estas potando sangre.- Recrimina.- Voy a llamar a una ambulancia.
Leo niega sin dejar de vomitar, la mira con los ojos inyectados en sangre y dibuja una triste sonrisa, se entreven sus dientes manchados de sangre.
- Eres muy buena, pero no quiero seguir molestando.- Se levanta torpemente.- Gracias por todo.
Se aleja, pero Miriam lo detiene en el umbral de la puerta, lo coge de la mano con fuerza y lo arrastra al sofa donde lo sienta, leo se queda ahí como una marioneta a la que le han cortado los hilos.
- Me has despertado.-miente.-Has entrado en mi casa, has vomitado en mi váter.- lo mira con mas intensidad y le quita una baba del labio inferior.- ¿Y ahora me dices que no quieres molestar?- sonríe sarcasticamente y agarra el móvil, marca el número de emergencias.
Leo la agarra de la muñeca, la mira con intensidad.
-Nada de hospitales.- súplica, los hospitales significan explicaciones y Leo no quiere eso- Si quieres ayudarme traeme un poco de hielo y unas aspirinas.- Pide casi delirando.
Miriam ignora la petición de Leo, aspirinas y alcohol no hacen buena combinación, trae una bolsa de hielo y se la pone al joven en la cabeza, le limpia la sangre del rostro, él esta casi inconsciente, ella lo despierta por miedo a que caiga en un coma etílico, esta asi un rato, hasta que calcula que no corre peligro. Palpa sus costillas, no parecen rotas y la herida de la cabeza ya esta haciendo costra, lo arropa y lo deja ahi acostado.
Se dirige al cuarto de baño que hay en su dormitorio, termina de secarse el pelo con desgana, mirándose, pero evitando verse. ¿Cuando se torció todo hasta ese punto? Para eso habria que remontarse demasiado y no se siente con ganas de encontrarse.
Abre el armario y saca un vestido negro ceñido, le queda muy pegado al cuerpo, quizas le aprieta demasiado, pero no es el tipo de vestido que alguien se deja puesto demasiado tiempo. Se calza unos tacones que tampoco parecen echos para caminar y sale por la puerta.
Leo esta inconsciente y no escucha los ruidosos tacones caminar por el suelo, tampoco capta el olor del fuerte perfume, tal vez una parte de él si lo nota, pero esta demasiado ebria y dolorida como para comunicarselo.
****
Las luces de neon iluminan el local, pero no demasiado. El volumen de la musica apenas permite charlas demasiado largas.
Observa a la clientela, la mayoria son cuarentones peludos que le lanzan miradas grasientas, desde la barra. Mafiosos de todo tipo repartidos por las mesas del local, le añaden cierta calma tensa al lugar,beben, hablan por el movil y blasfeman en idiomas que la joven no conoce. Continua caminando, saluda a clientes habituales, se presenta a los nuevos, tiene una sonrisa cordial en sus labios rojo carmesí y lanza miradas cargadas de lujuria a todos los que la miran. Conoce su trabajo, su papel y lo interpreta como lleva haciendo un centenar de noches
Un grupo de hombres algo mayores,alza la mano para invitarla a su mesa; Llevan trajes de marca y relojes de caros. Huele el dinero y acepta.
Camina con desenvoltura ignorando el dolor que le producen los tacones, llega a la mesa, esta llena de vasos vacíos y restos de cocaina que destacan sobre la superficie oscura de la mesa.
Al verla los hombres silban y hacen comentarios obscenos. Como si no fuese un ser humano, sino un simple pedazo de carne.
Miriam ríe con falsedad y se sienta en el regazo de uno de los hombres, esta gordo y tiene la cara grasienta, apesta a alcohol y cocaina. Agarra el trasero de Miriam y lo estruja. Le molesta pero no se queja. Mueve el pelo deliberadamente para que el hombre huela su perfume, nota un bulto en el pantalón del hombre y le sonrie con picardía.
-... lo que esto nos quiere decir es que el hombre es un animal gregario y por eso construye sociedades.-Miriam gira la cabeza y lo mira, esta al otro lado de la mesa hablando con una chica mas que aburrida. Es el mas joven y el unico que no ha dicho nada asqueroso, sujeta una copa,esta rígido, tiene marcas de acné en la cara y esta muy colorado ante las insinuaciones que la compañera de Miriam le regala
Los demas hombres de la mesa se mofan de él.
-¿Lo estais pasando bien, chicos?-Pregunta Miriam para que centren la atención en ella. Todos afirman.
-¿Y tu como te llamas, cielo?- pregunta uno de los hombres que esta sentado enfrente del hombre que tiene sentada a Miriam en sus rodillas.
Cielo, en tu boca suena asqueroso》.piensa Ella para sí.
Sonríe cordial y se frota disimuladamente sobre su compañero
- Me llamo Bibian, ¿y tu?
Esto decae en la tipica conversación que tienen los hombres cuando quieren impresionar a alguien. Trabajan en bolsa y han decidido sacar al becario de casa a conocer mujeres. El chico dibuja una arruga de enfado en la frente cuando se dirigen a él como "El becario", pero no dice nada.
Miriam finge escuchar mientras calienta mas y a su compañero que le pone billetes en los bolsillos.
-El caso es que le metimos acidos en su botella de agua y se paso la mañana viendo colores...
- Cállate ya Jilipollas.- Interrumpe el chico
Miriam sonrie, el hombre sobre el que esta sentada le gira la cara.
- Vamos a un sitio mas tranquilo.- Ordena mas que pide, con la discusión de los otros dos de fondo.
Las escaleras que llevan al piso superior donte estaba la habitación de miriam no estaba demasiado lejos, tampoco tenía demasiados peldaños, asi que como el que no quiere estaba desnuda delante de un completo extraño, desnudo también, la besaba, ella lo miro como había mirado a cien antes se sento a orcajadas encima de su compañero y se lo metio dentro, midió un suspiro, gimio, el comenzó a embestir, tenia el rostro colorado la agarró del pelo y ella le sonrió en un gemido, arqueo la espalda hacia arriba y meneó las caderas, su compañero respiró entrecortado hasta que se ahogó en un suspiro y se vacío en el condon.
Ella se salió de encima y se quedo de pie el hombre se sentó en la cama y comenzó a vestirse. Ninguno de los dos artículo palabra, el dinero cambio de manos y no volvieron a verse.
Miriam salio del club donde la esperaba un taxi, en el interior olía a pino, el conductor era ojeroso y de sonrisa fácil,
- ¿donde vamos?- preguntó el hombre
-plaza nueva donde las antenas-respondió ella quitándose los zapatos.
El taxista tenia puesta una emisora de rock e iba dando golpecitos al volante al ritmo de la música, mientras circulaba por las calles desiertas, con la velocidad de quien conoce la ciudad como la palma de su mano, mientras el sol despuntaba en el alba. La chica encendió un cigarrillo el conductor carraspeo a modo de queja, ella indiferente recostó la cabeza en el asiento.
6:50 leyó en el reloj del salpicadero
-¿Una noche dura?-. Preguntó él, como de pasada
Expulsó humo.
- No, sólo una noche-. Hizo una pausa para tirar la ceniza.- mañana vendrá otra.
El hombre asintió y no volvió a entablar conversación, a miriam no le molestaba el silencio, así tenia tiempo para pensar en Leo y que iba a hacer con él. aunque necesitaba mas información, un apellido al menos, su edad. No parecía mayor de dieciocho años. ¿tendría familia? eran muchas las incógnitas que atestaban la cabeza de la joven.
Por un momento llegó a temer que hubiese salido solo en su estado pero inmediatamente se reprendió por ello; ya es mayorcito..
El taxi freno en seco delante de su portal. La chica pago al conductor 30€. menudo robo-.Pensó.
finalizada la transacción la joven entro en el edificio, estaba cansada pero pensaba zanjar el asunto de leo antes de dormir

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