Salí del hospital, estaba lloviendo. Iba al departamento decidida a encontrar al asesino suelto, pero... ¿por dónde empezar? A mitad de camino miré la hora en mi "tecnológico" móvil, lo único que tenía de moderno era una linterna, que por cierto, no funcionaba. Me di cuenta que llegaba tarde al trabajo, mientras corría (quedaba solo a 3 cuadras de allí), peiné mi cabello como pude y lavé mi cara con el agua que caía del cielo. Entré al local, me puse el uniforme y comencé a atender a todos los miles de clientes hambrientos, apurados y cansados como todos los días arduos de trabajo. Luego de 4 horas, decidí tomar un pequeño descanso. Salí a fumar debajo del pequeño techo del estacionamiento. Mi jefe apareció.
- ¡Te pillé! Estás despedida.
Comenzamos a reírnos. Teníamos una muy buena relación. Mi jefe era como un padre, él me dio una gran oportunidad para poder trabajar allí y poder mantenerme, ser independiente. Él sabía todo sobre mí, siempre le pedía consejos y con gusto me los daba. Me hacía comprender las cosas de una manera diferente y no como siempre, tomar todo a la ligera y cometer miles de errores. Me acompañó fumando un habano.
- ¿Cómo están las cosas, mi pequeña?
- Sobreviviendo, pá - Así lo llamaba.
- Quedate tranquila, ya sabés que cualquier cosa que necesites, yo estoy acá para ayudarte.
- Lo sé, pá, sos el mejor- Terminamos de fumar y entramos.
Seguí atendiendo a las miserables personas, cuando miré hacia la escalera ¿Quiénes estaban subiendo? Aaron y Cathy.
La rabia que tenía en ese momento es inexplicable. Ellos estaban muy felices, era muy notable por sus rostros, se dirigieron hacia la mesa tomados de la mano.
No se levantaron para pedir la comida, en vez de eso, charlaban y reían juntos.
Inquieta fui hasta donde estaban sentados.
- ¡Hola chicos! ¿Quieren pedir algo? – Haciendo mi mejor sonrisa falsa.
- Hola Abie… por ahora no queremos comer nada – Dijo Cathy.
- No pueden estar acá sin consumir nada.
- Está bien, traénos dos hamburguesas, una ración de papas fritas y un vaso de gaseosa. – Me respondió esa perra.
¿Por qué solo un vaso? Lo iban a compartir seguramente, de solo pensarlo me ponía verde de envidia. Sin decir más nada, fui hasta el mostrador y comuniqué el pedido.
Luego de unos minutos, que parecieron horas, la comida estaba lista.
Lo llevé hasta donde estaban y “accidentalmente” la bandeja, que contenía el vaso, cayó sobre Cathy. Amablemente me disculpé y la acompañé hasta el baño que estaba en planta baja para que se limpie. Más amablemente todavía, la encerré allí.
Subí y fui con Aaron.
- Cathy se fue, dijo que después te llama.
Aaron parecía un poco triste.
- No te preocupes, la comida queda a mi cuenta. Mientras tanto podemos salir a caminar. Si quieres.
- Pero… ¿No tenés que trabajar?
- Eres un chico con suerte, pues mi turno ya terminó.
Aaron me regaló una sonrisa y salimos de allí. Nos sentamos en la parada del colectivo.
En el viaje, había un muchacho que no me sacaba los ojos de encima. Parece que eso a Aaron le molestó. Se puso frente a mí, bloqueándole la vista y puso esos hermosos ojos azules sobre mí. No dejábamos de mirarnos.
Bajamos del colectivo para ir al centro comercial. Como dos niños de 7 años nos metimos en la zona de atracciones. Jugamos a los autitos chocones, a los bolos, comimos copos de nieve y sin darme cuenta, estábamos parados en medio del lugar mirándonos otra vez. Él me hacía sentir única, sentía que no había nadie allí, solo nosotros.
Tomó mi cadera, rodeé su cuello con mis manos y por fin, nos besamos. Ese beso me dio la bienvenida a la felicidad, estaba totalmente plena en ese momento.
En la mitad del beso comencé a reírme, no sé porque, quizá porque estaba un poco nerviosa. Él también rió, luego me abrazó y me dijo al oído “sos hermosa”. Tomó mi mano y nos fuimos a mi departamento.
Allí nos esperaba Cathy.
- ¡SOS UNA ZORRA! – Me gritó
- Cat, ¿Qué te pasa? No te entiendo – Mentí
- No te hagas la estúpida, sabés muy bien lo que hiciste, me dejaste atrapada en el baño y nadie me podía ayudar porque la llave había desaparecido, hasta que llegó un cerrajero, quién mierda habrá escondido la llave ¿No?
- Lo siento Cat, pero yo no fui la responsable.
- ¡SOS UNA PUTA!
Estábamos a punto de pelear mano a mano, pero Aaron nos separó.
- ¡ENTIENDO QUE ESTÉS CELOSA CAT, PERO CONTROLATE! – Le grité estando detrás de los brazos de mi chico.
- Púdranse – Y se marchó.
Por supuesto, Aaron estaba de mi lado. Pero después de lo que había pasado, el clima romántico se había acabado.
Se despidió dándome un dulce beso en la mejilla. Después de cerrar la puerta, entré al cuarto y pasé una gran parte de la noche contándole a Ed lo feliz que estaba por el día que había pasado.
ESTÁS LEYENDO
Detrás de ti
Mystère / ThrillerUna historia corta llena de sorpresas y un enigma ¿Quién es el asesino? ¡Vamos! Inicia la lectura y descúbrelo. Esta historia está protegida por Safe Creative.