Capítulo único

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A Gerard siempre le interesó la manera en que Frank tocaba la guitarra. Le gustaba observar sus manos moverse al ritmo de la música, le gustaba acercarse a él en el escenario y le gustaba también hacerle perder la concentración en plena canción.

¿Por qué? Sinceramente, la única razón era porque podía hacerlo. Sabía el efecto que tenía en el guitarrista, la manera en que su mera presencia lo hacía perder la cabeza, y esto lo intrigaba en demasiados niveles.

No lo comprendía. Frank era un chico lindo. Él no. Gerard era un chico gordo que sólo había tenido una novia en toda su vida (además, esa novia había terminado con él porque se enamoró de Mikey. No importaba, dado que a Mikey siempre le habían gustado las pijas y el corazón de esa chica se rompió junto con el suyo propio).

—¿Gerard? —No. Por favor. Lo último que quería escuchar en ese momento era la voz de Iero dirigiéndose a él.

Y sabía por qué se dirigía a él. Últimamente se estaba sintiendo más horrible de lo que acostumbraba y seguro eso se notaba en su manera de actuar, de caminar y hablar. "Si la depresión golpeaba, Frank se preocupaba."

—¿Sí? —Está bien. Iero no tiene idea de que estabas pensando en él, no sabe nada. No puede saber. Es adorable, pero no mágico.

—¿Estás bien? ¿No estás enfermo? Te ves demasiado pálido —Le dijo, poniendo una de sus tatuadas manos en la frente del pelinegro. Estaba cerca, más de lo que Gee consideraría normal— si necesitas parar el concierto, podemos hacerlo. Siempre estás primero, Gee —Ese apodo le dolía cuando salía de los labios del más bajo.

—Estoy bien —Mintió, porque se sentía una mierda. Pero no iba a admitir su debilidad mientras Frank Iero estaba frente a él, preparado para el show, no iba a decepcionarlo a él, ni a los fans.

Además, sentía cierta vibra extraña de parte del guitarrista. Tenía puestos unos guantes que parecían de motociclista y vestía de negro, como siempre, pero había algo en él que era diferente esa noche; sus orbes parecían brillar como un par de luciérnagas color avellana y había algo en su sonrisa, uh, no sabía exactamente qué era. Si seguía así, la banda le duraría dos años más, porque se iba a volver loco con Frank a su lado.

—No estás siendo honesto, Gee. Siempre que mentís me miras directamente a los ojos, como si estuvieras intentado parecer serio.

—¿Me observas mucho? —Preguntó, hastiado del enano entrometiéndose y siendo amable, quería odiarlo pero sólo lograba quererlo más cada momento. Eso sumado a que se ponía nervioso fácilmente, ahora que ya no solucionaba todo con el alcohol— ¡¿estás obsesionado conmigo?! Déjame en paz. No te necesito —Mentira.

—Gee... —Susurró, para su sorpresa. Se acercó más al chico, casi subiéndosele encima. Su expresión preocupada lo hacía parecer un niño— no me tenés que mentir. No estás bien, no estás bien.

—Estoy bien —Repitió, casi robóticamente. ¿Por qué el único que se daba cuenta era él? ¿Por qué Ray no se lo había preguntado, pero Frank sí? No pudo evitar sentirse aún más atraído, como si fuera un príncipe que venía a salvarlo. Que estúpido— necesitas escucharme, porque te digo la verdad. En serio, estoy bien.

—No —Se limitó a contestar el guitarrista, con una sonrisita. Gerard rodó los ojos, en un intento de cubrir su confusión y latentes ganas de llorar.

Ambos podían escuchar como el equipo técnico los llamaba para que subieran al escenario, pero ninguno tenía ganas de irse del camerino. Pero claro, no lo iban a admitir. Eso sería gay, hah.

—Vámonos —Sugirió el cantante, sujetando a Frank de la mano para llevarlo con él. No quería tener esa bonita mirada hazel sobre él por más tiempo de lo necesario.

—Tienes algo en tu ojo —Susurró este,  y de la nada, se inclinó sobre el otro con la misma sonrisita torcida que tenía hace un rato. Gerard entró en pánico al ver como la distancia entre sus rostros de acortaba con cada segundo, ¿podría ser? ¿Acaso...?

No. Frank sólo sacó algo de su ojo, como había dicho. Casi se desmaya ahí mismo.

—Vámonos —Maldito Frank.
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Too much, too late or just not enough of this —Cuando Gerard cantaba, lo hacía con rabia. Es decir, ¿que había pasado allá atrás? ¿Por qué Frank no podía simplemente besarlo o mandarlo a la mierda de una vez? Odiaba todo. Odiaba la situación, el concierto y en especial a su compañero de banda, que simplemente tenía que ser perfecto.

Caminó por el escenario dando zancadas. Este era uno de los conciertos más intensos que había tenido, así que estaba sudando bastante, pero no le podía importar menos.

Miró a sus compañeros; Mikey, Bob y Ray estaban cada uno haciendo sus cosas, todos inmersos en la música. Al momento de ver a Frank, se encaminó hacia él. Tenía que probar su punto.

Y sí, en efecto, ocurría de nuevo. Cada vez que se acercaba parecía que el guitarrista se esforzaba en hacer muecas y movimientos insinuantes. Gerard estaba a punto de explotar.

¿Qué carajo le pasaba? ¿No podía haber elegido un guitarrista normal? Uno que no actuara como si lo quisiera coger en cada concierto.

I kiss you lips again and agaain —Al decir estas líneas, lo decidió. Ambos podían jugar ese juego, y no tenía intenciones de perder.

Way no podía creer lo rápido que estaba latiendo su corazón, tanto que se extrañó de no morir en ese mismo instante. Mantuvo contacto visual con el guitarrista mientras gritaba, siendo igual de insinuante. Casi podía notar que este se ponía tenso al oírlo. Strike uno.

Sonrió, liberando la tensión de sus hombros mientras se acercaba. Y antes de darse cuenta, estaba sosteniendo a Frank. Strike dos.

Los ojos del chico estaban confundidos, como si esperara que el mayor lo fuera a golpear, zarandear o algo parecido. En cambio, sintió la presión cálida de los labios de Gerard sobre los suyos, y sin dudar, correspondió. Strike 3. Out.

Era inesperado, fuerte e intenso; el beso más punk rock del que había sido partícipe.

El más bajo soltó la guitarra casi automáticamente y recorrió con sus manos la espalda del otro. El ruido del público bramando se veía eclipsado por el sonido de su propio corazón palpitando en sus oídos. Todo lo que oía y sentía era Gerard, sus manos enterradas en su cabello.

El guitarrista quería seguir el acto, pero el otro lo empujó de sí antes de que pudiera hacer más. Sonrió para si mismo mientras G se alejaba y como si nada hubiera pasado, empezaba a dar pequeños saltitos junto con Ray.

—¡My cellmate's a killer, they make do push ups in drag!

La música seguía pero Frank ya no sentía como que estaba ahí. Estaba en otro planeta.

Lo había hecho, por fin se habían besado y nada podía mejorar ese momento.

Bueno, tal vez sí podría mejorar una vez que llegaran a los camerinos. Con este pensamiento, intentó terminar la canción que siempre guardaría en su memoria.

Sin embargo, no pudo evitar pensar que ojalá Mikey no se hubiera quedado traumado. Ñe. No importaba de todos modos.

Let's be punk rock - FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora