once

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el guardia que antes había molestado a tyler llamándolo loco, volvía a hacerlo al notar como el castaño hablaba con las paredes y se sonrojaba ante ellas.

el chico estaba decidido a hacerle daño, aunque eso implicase que posiblemente lo expulsaran del campamento, aunque eso no sería un problema para el.

espero a que apagaran las luces. josh le había llevado las llaves de la puerta de su habitación como un "regalo de bienvenida" y obviamente, para cualquier emergencia.

tyler pensaba que está definitivamente lo era.

con cuidado de no despertar a sus compañeros de cuartos vecinos, se acercó con cautela a la cerradura y con suma delicadeza, movió el mecanismo interno, abriendo de una vez la puerta.

sabía que el guardia tomaba los turnos de noche, por qué lo había escuchado silbar mientras trataba de dormir. moviendo sus llaves y paseándose de un lado a otro, tan tranquilo. a tyler realmente le molestaba.

tomó el cuchillo que joshie le había dado a guardar la última vez que lastimaron a alguien, lo tomó en su mano y de una manera firme, lo mantuvo escondido mientras caminaba hacia la oficina del guardia.

después de caminar a través de la oscuridad, recordando cada espacio y centímetro entre objetos y demás, con cautela se asomó al interior, en donde se encontraba dicha persona, somnolienta.

el castaño entró, y cerró la puerta tras de sí, haciendo el ruido necesario para despertar al oficial. si iba a lastimarlo, quería que estuviera consciente de ello.

— ¡hey! - exclamó el guardia, poniéndose de pie de un instante a otro. — ¡mierda, baja el arma, recluso!

el castaño se acercó al oficial, quien temblaba bajo la mirada del chico. cierta tonalidad carmín comenzaba a presentarse en los ojos del castaño, haciendo fruncir el ceño al oficial.

— ¿pero qué mierda? - tartamudeo, retrocediendo hasta chocar contra la pared. — ¡alto ahí, ahora!

tyler negó, con una sonrisa en su rostro, pasando finamente el cuchillo por el cuello del guardia, provocando que unas lágrimas salieran de sus ojos.

— no estoy loco.

el chico presionó el punzante con fuerza, dejando escapar el líquido espeso carmesí del cuello.

los gritos ahogados fueron música para sus oídos, y aquella sangre que yacía en el piso fue la cereza que coronó el pastel. su obra maestra, su mona lisa.

Tyler's diary.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora