Del lado de la sombra, la montaña siempre sueña, pensó él. Entonces observó el camino tibio de su espalda que lo invitaba a despertar su piel.
Posó su cabeza en la misma almohada y se abrazó a ella hasta que los cuerpos se acoplaron al mismo calor.
Respiró su aire tres veces, y se echó a soñar en las nubes de su pelo dormido.
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Entre Insomnios y Desvelos.
PoesíaEl silencio no duele por ausencia, duele por permanecer en el tiempo y esta vez es la tinta quien tatúa mis dedos.