Shamsarah

Capítulo 3

Las horas del día pasan rápido cuando del que hacer de mis tareas se trata, pierdo la noción del tiempo con facilidad, y cuando me quiero dar cuenta ya se ha hecho de noche. Bueno, no solo son mis ocupaciones, también son las de mi padre. No basta con tener que ocuparme de mis asuntos sino que tengo que hacer también los suyos.

Al estar él fuera me ha dejado como a su chico de los recados, a mí, hijo de un gran noble y heredero de toda su fortuna. Yo debería estar tumbado en los esplendidos jardines de casa junto a mi preciosa Ibb mientras comemos y bebemos, y no ocupándome de los trapos sucios de mi padre, de eso podría encargándose cualquier criado.

En fin, tarde o temprano tendré que encargarme de todas sus pertenencias, cuando antes aprenda cómo funciona el negocio mejor. Además, en su ausencia puedo poner de mi parte a todos los contactos de mi padre y ganarme al pueblo, siempre se ha dicho que se atrapa mejor a las moscas con miel que con hiel. Y toda esta gente es como moscas, los más pobres se ahogan en su propia porquería mientras que los más afortunados tiene la suerte de trabajar para nobles como yo, harían cualquier cosa con tal de complacernos y les dejemos cuidar nuestras tierras a cambio de poder quedarse una parte de sus ganancias para poder sobrevivir.

Lo que me hace recordar mi labor con esa pareja tan extraña esta mañana en la taberna, al chico alto y delgado, aunque musculo, y la chica rubia, que a pesar de su apariencia apacible denota mucha fuerza y convicción, parecía un gatito que guarda en su interior un fiero león. Se podría considerar un buen ejemplo de que las apariencias engañan, porque quién diría que tan poquita cosa tuviera el valor suficiente como para plantarle cara a mi padre. Puede que con un poco de suerte hasta me haga el trabajo sucio y no tenga que ocuparme yo de deshacerme de él. Significaría una victoria para ambos, y yo saldría inmune de todo esto.

Según ando por las empedradas calles de Escandia, me encuentro con gente que vuelve del trabajo para estar con sus familias y descansar. Llego a una pequeña plaza iluminada por la luz de la luna y con una fuente en el centro, las casas de alrededor están decoradas con banderines de colores debido a la fiesta que próximamente se celebrará. Creo recordar que la gente del pueblo se refiere a ella como "Lammas day", la verdad es que nunca he sido de memorizar fiestas, yo solo me centro en lo primordial: banquetes, música, bebida y todo de lo que se pueda disfrutar.

Me acerco a la gran fuente y me asomo sobre la piedra para poder observar mi reflejo en el agua. Sonrío ante la imagen que me devuelve y no puedo evitar colocarme un poco el pelo y la ropa, para evitar cualquier imperfección que pueda tener. De dentro de mi camisa saco una cadena plateada con un colgante, recorro con los dedos las extrañas dimensiones del collar que tengo al cuello. Está compuesto por una pequeña esfera de crista, encerrada dentro de una estructura de diminutos hierros simulando una jaula a su alrededor. Recuerdo el momento en el que Ibb me lo regaló, es una réplica exacta del que suele llevar ella siempre.

- ¡Cuan afortunado soy de haber encontrado a mi segunda mitad! - Digo en voz alta para mí mismo. - No ha habido, ni habrá jamás hombre más afortunado en el mundo. Próximo heredero, amado por el pueblo y con una gran mujer.

En ese momento oigo como un arpa comienza a sonar y rodeo la fuente hasta llegar al otro extremo. Allí se encuentra un hombre con ropas gastadas y una capa corta que le cae sobre los hombros, y en su cabeza se encuentra un sombrero, ocultando su desordenado pelo.

- ¡Cuan afortunado soy! Dice el que no le falta nada. Se cree amado cuando tan solo es una fachada. En realidad su alma está oscura y podrida, llena de avaricia y envidia. Tan perfecta es su mujer que no deja a varón sin su amor. Que ciego se encuentra usted, mi señor. - Canturrea el trovador sin dejar de tocar su arpa.

- ¿Quién osa a dirigirse a mí de tal manera? Aseguras que estoy ciego pero tengo los ojos bien abiertos. - Digo con seriedad, notando como poco a poco la furia crece en mi pecho.