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Cuando somos pequeños, se nos enseña a no mentir. La mentira se nos pinta como la cosa más terrible del universo. A los niños se les amenaza con castigos si se vuelven mentirosos. Incluso existen películas y libros supuestamente educativos dónde la mentira puede hacer que literalmente tu nariz crezca y te combiertas en un burro.

Sin embargo, no hay persona sobre la faz de la tierra que no haya dicho una mentira en su vida. Desde cosas simples hasta las más grandes. Todo puede ser una completa mentira. Se podría decir que son incluso adictivas.

Algunas veces, pueden llegar a ser justificables. Otras veces, son imperdonables.





Candance había inculado aquel mensaje de "mentira = mala" a Alexia, tal y como sus padres hicieron un día con ella . La niña de tan solo tres años parecía haber captado el mensaje, pues no se había atrevido jamás a mentirle. La niña cumplía con su palabra de no mentir. Pero... ¿ella?

La mayor se encontraba sumamente feliz de cómo sus vidas se habían encaminado últimamente. Todo parecía irles de maravilla. Una ciudad nueva, gente nueva, vida nueva.



Pero, como dice el dicho, las mentiras tienen las patas cortas y se coge antes a un mentiroso que a un cojo.

Wild ❅ αfiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora