Treinta y ocho.

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Narra Acalia

—¿A dónde iremos?–pregunté a John mientras miraba por la ventana.

Minutos atrás abandonamos el aeropuerto. Se suponía que Nate vendría por nosotros pero él no estaba aquí y tampoco contestó su teléfono, así que una vez más, recurrimos a Uber.

—A tu casa—se encogió de hombros el moreno. Asentí y apoyé mi cabeza en su hombro—No puedes tener sueño, Acalia, dormiste todo el viaje—se burló.

—Estoy cansada—me quejé mientras cerraba mis ojos y mi respiración cada vez se volvía mas tranquila.

Sentí que pasaron apenas unos minutos cuando John sacudió mi hombro suavemente diciéndome que ya habíamos llegado. Salí del auto medio dormida, caminé directamente a mi departamento sin esperar por el moreno.

—Gracias por la ayuda—habló sarcástico John una vez que me alcanzó en el ascensor. Quité mi maleta de sus manos mientras rodaba los ojos.

Una vez que llegamos al piso correspondiente, bajé seguido por el chico. Intenté abrir la puerta pero los besos que John dejaba en mi mejilla me lo impedían.

—Detente—reí. La puerta cedió luego de dos intentos, no así, los besos en mi mejilla. Sentí como el moreno pasaba uno de sus brazos por mi cintura y me acercó a él. Golpeé su pecho suavemente mientras depositaba un beso en su mejilla.

—¿Bienvenidos?—Me volteé asustada cuando escuché aquello. Todos los chicos estaban de pie en la sala, Carisa y Nate eran los únicos sonriéndome. Abrí los ojos sorprendida y corrí hacia ellos.

—¿Qué están....?—me separé de ellos y fijé mi mirada en mi hermana—¿Qué mierda?—Tomé su cara con mis manos para tener mejor vista del moretón en su cara—¿Carisa?

La morena me miró seria. Iba a hablar pero Derek me lo impidió.

—¿No hay abrazo para el mejor amigo?—preguntó hacia mi con sus brazos abiertos. Le di a Carisa una mirada indicándole que hablaríamos luego y caminé hacia mi amigo—No tienes idea de lo qué te extrañe.

—También yo—susurré. Me separé y abracé a Delany, seguí con Gilinsky y por último, Johnson.

El rubio me dio una mirada que no supe interpretar, sacudí mi cabeza alejando todos aquellos pensamientos. Volví al lado de John.

—Esto es incómodo—hablé lo suficientemente alto para que todos pudieran escucharme.

—Dímelo a mi—rió John a mi lado mientras caminaba hacia Skate y le quitaba la botella de su mano. Bebió un sorbo y eso, bastó para que todos volvieran a sus asuntos y dejaran de mirarme.

—¿Podemos hablar?—Preguntó Johnson llegando a mi lado. Negué.

—No ahora, Jack, solo quiero disfrutar el hecho de que todos estamos juntos, no lo arruines.

Caminé por su lado y me dirigí donde los chicos. Nate me dio un vaso y sin importar qué contenía, lo llevé a mi boca.

No me había dado cuenta hasta ahora, cuánto los había extrañado. Sí, éramos un desastre, pero en el fondo, sabía que las cosas se arreglarían tarde o temprano. Al final del día, ellos seguían siendo mi familia.

Twins | Jack Johnson. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora