Such an idiot

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Zack había demostrado ser un chico simpático, tomamos un helado y hablamos de las cosas que nos gustaban.

Estoy considerando en sacarlo del círculo de tipos raros...

Me había acompañado a mi casa, como si fuese una cita, la idea me dio un escalofrío, pero que estupidez.

-Hola mamá-Saludé al entrar a la casa.

-¿Dónde estabas Tana?- unas ojeras moradas marcaban su rostro, el cansancio se podía ver perfectamente.

-Fui a tomar un helado con un... ¿amigo?-Le abrazé

-¿Con Zack?-Preguntó mi madre cuando la solté-Su madre es tan dulce con la gente- había admiración en la voz de mamá- ¿Y?, supongo que ya no es el niño flacucho y despeinado.

-Nop, ya no lo es- Ese era otro problema con Zack, nuestras madres eran amigas- es casi dos cabezas más alto, pero sigue despeinado.

Oi una suave risita mientras me servía un vaso de agua.

-Tana- la voz de mi madre había dado un vuelco, ahora mostraba amargura y tristeza.

-¿Si mamá?- deje el vaso y miré a través de las cortinas desgastadas de la cocina.

-Celine... Es decir... Más bien su marido está muy enfermo.

-¿El tío James?, ¿Qué le sucedió?, ¿Está ella bien?... ¿Y Robert?

-Hija, respira- el cansancio no desaparecía de su voz, se me partía el alma, no quería que mi madre se esforzara tanto, quiero sacarnos de este lugar de una vez por todas- De eso te quería hablar, Robert vivirá con nosotras al menos hasta que su padre mejore.

-Ajá- Robert es un niño de unos nueve o diez años, su cabello rubio y sus grandes ojos grises le daban un toque de ángel, mientras que su mirada le hacían ver adorable- ¿ y cuando vendrá?

-Pasado mañana estará aquí- con un bostezo me dejó en claro que se estaba esforzando por mantenerse despierta.

Asentí

-Buenas noches mamá-Besé su mejilla con dulzura y la vi marchar a su habitación.

Miré a mi alrededor y contemple el desastre que tenía entre libros, cuadernos y carpetas. Levanté todo lo que podía y lo dejé en la mesa, la escasa luz que entraba por las cortinas hacían que la sala se viera de un color verdoso opaco, las abrí de par en par, dejando que los últimos rayos del sol se colaran por el departamento.

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Estaba consciente de lo despeinada que estaba y muy poco me importó las caras de repulsión de las porristas, ¡Es sólo un peinado!

Me había visto en el vidrio de la entrada, las ojeras eran oscuras y una palidez extraña en mi se alzaba mientras que mi cabello desarreglado me hacia parecer una loca, pero que más da.

Por lo menos los ojos no me pesaban, no me quedaría dormida en el primer lugar en el que me sentara.

-¿estas bien?-La voz de Martzia sonaba distorsionada, con una molesta lentitud.

La miré tratando de procesar lo que me decía.

Susy me sacudió por los hombros dejándome salir del aturdimiento repentino.

-¿Ah?-Pregunté somnolienta

-¿Al menos dormiste un poco?- La voz de Martzia era más normal

-Si, unos quince minutos... o unos treinta, no lo recuerdo.

-Te ves horrible.

-Adoro tu sinceridad Susy, no sé que cosas me dirías si no fuésemos amigas.

Bitch, it's my brandivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora