Día 1.

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Le pedí que no se fuera, pero lo hizo de todos modos.

Quise alcanzarlo, pero rápidamente paso la puerta, parecía como si se hubiese desvanecido.

Lo último que escuche decir fue "volveré cuando vos vuelvas", no llegué a modular y formar alguna palabra. Grité.

Me tiré al piso a llorar, era como sí me hubiesen sacado a mi hijo, o un órgano vital de mi cuerpo. Un riñón, un pulmón, el corazón.

El corazón, eso me habían sacado.. o más bien, el se lo había llevado.

Ya no me quedaban más lagrimas, el piso flotante empezó a tomar un sentido literal y ahora yo estaba ahogándome en mis propias lágrimas.

Me levanto y me miro al espejo.

Mi rostro pálido ahora era rojizo, mis ojos hinchados y mi nariz húmeda. Tome un pañuelo. Suspiré. 

¿Qué hago? ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Buscarlo? ¿Llamarlo? ¿Qué hará sin mi? ¿Qué haré sin él? ¿Que será mi vida? ¿Sola? Nunca. Siempre en mi recuerdo, pensé. 

Aunque por dos segundos traté de convencerme a mi misma que mi vida sería mas fácil no pude, otra vez volvía el recuerdo de esa puerta cerrándose y estas palabras.. "volveré cuando vuelvas".... "cuando vuelvas" ... volver a donde, por que, con quien, o a que. 

Fui a mi cuarto. Toque mi cama. Me dormí.

Días de abatidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora