-El ácido acético fue el primer ácido orgánico conocido por los antiguos, quienes lo aislaban del vinagre, del cual deriva su nombre. El ácido acético se encuentra en el sudor, orina...- Decía el profesor de Química.
Al escuchar la última palabra sentí como mi vejiga iba a explotar, crucé las piernas para evitar un accidente mientras miraba al profesor que explicaba la concentración de las fórmulas de yo no sé que acido, así que se me vino la idea de que mi orina pudiera ser un acido el cual si no dejaba salir, corroería mi cuerpo hasta desintegrarlo. Lo sé, mi imaginación daba mucho que decir.
Digamos que empecé a entrar en pánico ante la posibilidad, digamos que alcé la mano llamando la atención del profesor y digamos que dije, bueno, grité que tenía que ir a orinar antes de que mi vagina se derritiera.
¿Qué opinarían de eso? No, mejor no me digan.
El desenlace que tuvo la situación fue algo que no le contaría a mis nietos, pero dado que ustedes no lo son les contaré:
El estruendoso sonido de las risas hizo que mi cara se tornara roja, el profesor sin saber qué cara hacer o qué decir señaló la puerta y yo salí corriendo con las rodillas juntas tratando de no irme de cara al suelo. Crucé el pasillo, desierto para mí suerte; llegue al baño y trate de girar la perilla de la puerta pero la desgraciada tenía seguro. Por alguna razón mi cabeza empezó a enviarme imágenes de cascadas y sentía como pequeñas gotas mojaban mi pantalón luego algo cálido brotaba de mi entrepierna, me estaba orinando. Alarmada corrí en busca de un arbusto.
¿Qué? Estaba en una situación de emergencia, no pongan esa cara.
Encontré uno y sin pensarlo me baje los pantalones e...hice mis necesidades. Lo que no sabía es que detrás de mí había un ventanal que daba al salón de preescolar. Me enteré al escuchar a un niño gritar.
-¡Profe, hay una mujer orinando en Rosita!
Luego escuche el grito de una mujer y no necesité nada más para salir corriendo de ahí tapándome la cara de vergüenza. Corrí hasta la enfermería donde encontré a la enfermera organizando un botiquín de primeros auxilios. Al verme y notar mis pantalones húmedos señaló el teléfono y volvió a lo suyo, como si todos los días llegaran personas con los pantalones mojados y la cara de color carmesí.
Esperen, no acaba ahí, resulta que después de llamar a mamá y pedirle que trajera pantalones e interiores lo más rápido que pudiera ella llegó y me pasó unas tangas rojas y un pantalón de hombre, de mi padre para ser específica. Por supuesto,luego de eso me fui a casa con nuevas tangas y pantalones de hombre que se arrastraban de lo largo que eran. Mi padre se apodaba jirafa. Pero era ropa y no estaba empapada de orina, no iba a quejarme.
Mi madre llamó a la directora explicándole por qué había faltado a las siguientes clases, omitiendo el hecho de que su hija tiene la vejiga del tamaño de un maní y que mi amor por la naturaleza hizo que regara las plantas.
-La directora me preguntó sobre unas quejas de la profesora de preescolar, quería saber si tú sabías algo.-Comentó mi madre mientras se quitaba las gafas y sobaba el puente de su nariz.
Abrí los ojos desmesuradamente y me atraganté con mi saliva, tosiendo sin poder recuperar el aire. Mi madre al ver aquella reacción supo que tenía que ver conmigo, así que tuve que decírselo, nada podía ocultarse de sus ojos castaños que te perforan el alma hasta ver tus más oscuros pensamientos. No, no exagero.
Le conté mi pequeña travesía en busca de un baño para expulsar acidos acéticos de mi cuerpo.
¿Se imaginan su cara?
Recuerdo que fue en este orden:
1. Confusión
2. Incredulidad
3. Poker face
4. Sorpresa
5. Risa descontrolada
6. Y un abrazo muy muy vergonzoso de su parte.
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Psicótico
Mystery / ThrillerTener una madre cuya ocupación es tratar con las mentes mas trastornadas de la naturaleza humana puede traer serias consecuencias, como que tu hilo de vida esté en manos de unas desquiciadas tijeras, dispuestas a herirte hasta tu último aliento y ve...