- ¡Y cuentame Alan! Dime, cómo es allá en el campo? - preguntó ansiosa Minerva que brincaba sobre el sofá inquieta. Mas se interesaba por el lugar que por otra cosa, ni por su tío Frederic. No le había hecho ni una pregunta sobre su salud o como iban los cultivos para el vino.- Mmmm.. - Alan sobo su mentón pensativo tratando de alargar la intriga a propósito para que su hermana se emocionara aún mas.
- ¿Es cierto que hay árboles muy grandes que llegan a tocar el cielo? ¿Pastos tan verdes como los mocos de Finn?
Alan soltó una carcajada, a la vez que iba dejando sus cosas por todas partes. Minerva ya había olvidado lo desordenado que era su hermano Alan y también había olvidado los gritos que daba su madre, Doña Melinda cada vez que encontraba alguna de sus cosas fuera de su lugar.
- Si Minerva...- acentuó Alan en tono misterioso. Se acercó a ella de forma que sólo podía susurrarle sino le asordaria. - Son tan gigantescos, verdes y muy majestuosos. Tendrías que verlos. Hasta les pongo nombres según sus tamaños.
Sonrió agraciado, cuando Minerva lo observaba con la boca abierta.
En la ciudad no habían tantos árboles tan inmensos como en el campo, solo habían unos de tamaño pequeño, y cada vez que veía por la ventana, su imagen diaria eran edificios imponentes y poco atrayentes.
- Me muero por verlos Alan.
- ¿Te gustaría ir? - sus miradas se conectaron fijamente.
- Si...- susurró Minerva muy cerca del rostro de Alan.
Sonrieron ambos. Los dos siempre habían soñado en ser unos reconocidos científicos, en busca de algo de ciencia y fantasía. Un complemento perfecto.
- Solo sí eres valiente. Muy...muy...valiente. - achicó los ojos.- ¿Lo eres Min?
- Sí. - se apresuró a decir.
- Entonces...- de pronto saltó hacia atrás, asustando a Minerva, y se posicionó en forma de combate, con una mano detrás de la cintura y otra como si tuviera desenvainada una mortal espada. - Lucharemos juntos contra monstruos desconocidos. - sonrió carente de gracia.
Minerva conocía muy bien a Alan y sabía que aquellas ideas sólo podían estar en su pequeña cabeza.
- Volaremos? - preguntó siguiéndole la corriente.
Alan se lo pensó. - No, no, no; eso es para Pan.
- oh.
Se refería a Peter Pan. Curioso.
- Lo que haremos, será ver volar a hadas. Cantaremos junto a los grillos y sabremos como es vivir dentro de un hongo.
Minerva hizo una mueca de asco. - Eso sería asqueroso Alan.
Él sonrió. - No para los duendes, y las ninfas.
- Yo quiero ser una ninfa. - Minerva se subió al respaldar del mueble y extendió sus brazos como si fuera a volar. A punto de "volar"
- ¡Minerva! - Alan la sujetó justo cuando ella ya se había lanzado.
- Aún no puedes ser una ninfa.Minerva se rió cuando Alan esbozaba una sonrisa preocupada y la cargaba en brazos.
- ¿Porqué no puedo? - hizo un puchero.
Para sus quince años, Minerva actuaba de forma infantil y poco madura; pero era eso, lo que le gustaba a Alan de ella.
- Hay un secreto. - la sujetó suavemente de las manos y se sentaron en el suelo liso de madera.
- Si me lo dices, no será secreto. Pero no diré nada, así que será un secreto entre los dos.
Alan volteó a ver a todos lados.
- De acuerdo.-¿Si?!
-¡Shhh! - llevó su índice sobre sus labios. Minerva calló de inmediato. - Si. El secreto es muy antiguo, me lo dijo el abuelo y sabes que el abuelo no miente.
- Si, le creo. - susurró.
- La única forma de volverse una ninfa o un elfo, es...
- ¿Es?
Literalmente un frío recorrió la espalda de Minerva, quien intrigada por las palabras de Alan, quería saber ya! de que trataba aquel secreto.
- Debes...tener...un familiar viviendo en el bosque.
Los rojos labios de Alan se habían vuelto aún mas rojos. Tal vez por el frío que empezaba a hacer. Se veían tan suaves y hermosos, que en ese preciso momento Minerva los observaba moverse, tan apetitosos y atrayentes como imanes, por lo que no entendió muy bien de lo que hablaba tan metido en el tema.
- V-Vivir en el bosque? Un familiar? - preguntó tratando de acertar en lo que apenas le escuchó a Alan.
- Exacto. - su cabello desordenado y pelirrojo, era tan delirante y mas aún cuando actuaba serio y directo.
- ¿El abuelo cuenta como familiar, no? Así que...
La noticia le llegó de golpe a la cabeza de Minerva. Tan directa como las palabras de Alan.
- ¡¡Ya soy ninfa!!
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Silent In The Garden
FantasyMinerva, una joven de quince años decide pasar junto a su familia sus vacaciones de verano. Como una alternativa para detener distintos conflictos entre ellos, la familia viaja a la casa campestre de los abuelos maternos de la madre de Minerva. En e...