|Primera Parte|

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El auto que habían llamado para Xiao Luhan ya llevaba una hora de recorrido en una carretera desierta.

Admiraba el paisaje del extenso bosque que era más abundante que en Beijing, su lugar natal.

Estaba comenzando a aburrirse cuando el chofer tocó levemente su ventana, se sobresaltó, dándose cuenta que se había quedado dormido. Con las mejillas sonrojadas, bajó del automóvil y tomó sus maletas.

-Los señores Wu no se encuentran en casa. Le ofrecen una disculpa y dicen que explore la casa hasta su regreso. -Habló el hombre mayor. Cuando le extendió algunos billetes por el viaje, el conductor negó.- Los señores me han pagado previamente.

-Entonces le agradezco su servicio.

-No se preocupe. -Abrió la puerta del coche para retirarse, pero antes miró al chino.- Cuídese... Mucho.

Luhan lo miró marchar con extrañeza y agitó un poco su cabello recién teñido de rubio. Sostuvo su equipaje y entró a la enorme y tétrica casa.

Admiró todo a su alrededor con detenimiento, analizando la magnitud del recibidor.

Para no ensuciar la alfombra, dejó sus zapatos a un lado de la puerta de entrada. Junto al perchero.

Se encaminó a la cocina, no encontrando nada interesante. Curioseó una habitación donde sólo había un piano, un tocadiscos, dos libreros extensos y una silla. Fue a otra pieza y se encontró con la sala principal, donde sólamente se encontraba un juego de sillones, con una mesa y dos grandes libreros.

Continuó investigando por las escaleras. Subió y al final de éstas, se hallaba una enorme pintura donde se situaban una pareja de edad avanzada y un niño pequeño, no parecía tener más de diez años. Ninguno sonreía, sólo tenían expresiones de seriedad en sus rostros. Pero los ojos del infante... brillaban tan profundamente que podría perderse en ellos.

-Es nuestro hijo. -Una voz femenina lo asustó y lo hizo saltar de su lugar.

Se giró con una mano en el pecho, tratando de controlar su acelerado corazón. Vio a la misma mujer del retrato, sólo con el cabello un poco gris por la edad, pero no perdía su porte elegante y expresión neutral.

-Es adorable. -Habló, con tono tembloroso.

-Lamento haberlo asustado. Ahora le presentaremos a nuestro hijo. Acompáñeme. -La mujer empezó a bajar las escaleras y el rubio la siguió.

Lo condujo a la sala principal, pasándo por la puerta de entrada, donde Luhan había dejado su calzado, pero ya no se encontraba ahí.

-Disculpe. ¿No vio un par de zapatos grises aquí hace un rato? -Preguntó el rubio. La mujer no detuvo su andar, pero aún así contestó.

-Ya aparecerán. Debe haber sido Yifan. Es algo travieso.

-Asumo que Yifan es el pequeño, ¿cierto? -La señora asintió y lo dejó pasar a la sala.

Observó a un hombre vestido de modo refinado y canas en el cabello, frente a un sillón pero sin sentarse en él.

-Jovencito... -Habló el señor Wu.- Le presento a nuestro hijo... Yifan. -Ambos se colocaron a cada lado del asiento.

Revelaron un muñeco de porcelana, de apróximadamente un metro de altura, rasgos definidos, bien vestido, y ojos penetrantemente oscuros, profundos. Justo como en el retrato.

Se echó a reír a carcajadas por semejante situación. Los adultos lo miraron ofendidos.

-Basta, por favor. -Se limpió una lágrima que cayó por tanto reír y respiró profundo.- ¿No hay una cámara escondida?

Puedo Verte (KrisHan) [EXO/Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora