Una Vez

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La luz entra en la habitación, un silencio que penetra en el alma inunda mi cuarto, estoy sola, completamente sola, atada a una cama como si fuera una loca, creer que me curo es algo en lo que jamás tendré esperanzas, desearía estar loca, si fuera así podría cambiarlo todo con un simple pensamiento, engañando a mi memoria, pero ella es fuerte y esta siempre ahí para recordarme lo que hice mal.
Era normal, Stephanie Kingsley, 20 años, amante de la Medicina y la Literatura, inteligente aunque un poco soberbia, loca por los gatos, los amaba.
Podría decirse que los primeros 17 años de mi vida fueron normales, colegio, amigos, amores, familia, locuras, en fin como cualquier mortal más.
Cuando eres diferente se te apunta con el dedo dejándote en una posición degradante, humillante, para alguien como yo ser diferente era bueno, resaltaba, pero esto era el extremo.
Ahora estoy acá sola, atada, sin nadie, solo mi conciencia y yo, quiza por eso creen que estoy loca.
Vine a verte- dijo una voz femenina mientras abría la puerta, era la enfermera, Tina.
¿Cómo estas hoy?- siguió.
Mejor que siempre- contesto sarcásticamente.
Ella sonríe mientas llena una enorme jeringa de una sustancia líquida que desconozco, daba miedo, pero ya me había acostumbrado.
Apoya la jeringa en su mesa con ruedas y me desata de la cama.
¿Así será a mejor, verdad?-dijo amable. No contesté, sonreí rápido en muestra de aprobación. Volteó a tomar la jeringa, tomó mi brazo y lo inyectó en mi vena, podía sentir el frío líquido fluyendo por mi sangre caliente, una sensación espantosa pero cotidiana.
Comenze a sentirme un poco mareada, solo un poco, por lo diario de esta dosis suponía que iba a almorzar.
¿almuerzo?- le dije. Ella me miró y agarro un pequeño anotador que traía en su bolsillo y anoto algo que no pude ver.
Por supuesto-volvió a mirarme y contesto. Sale del cuarto y la acompaño por detrás.
Mi cuarto no es normal, es "antivoltios", este inhibe de los poderes sobrenaturales al ocupante, en este caso yo, al dejarme afuera me volvía más fuerte debido a la abstinencia de usar mis poderes, por ello me inyectaban ese medicamento desconocido.
El corredor era largo, blanco, puramente limpio, al lado de mi celda se encontraban otras desocupadas, con pared frontal de un vidrio que permitía que te vieran pero tu a ellos no, una gruesa puerta de metal con un mecanismo de detección de huella dactilar para la apertura de la puerta y desactivación de el antivoltaje.
Camine por el corredor, contando 9 celdas pasadas, de la que la mía era la décima. A partir de ahí una gran puerta que dividía el sector, comenzaban un pequeño pasillo a la derecha que conectaba con el comedor y otros sectores del internado, sala de mutación, pruebas, sala de internacion (en donde yo estaba) y a una gran escalera que subia al segundo piso del que no tenía conocimiento.
Entro al comedor, estaba sola, unas cuantas mesas con sus bancos y yo, todos los guardias mirándome a mi, esperando alguna reacción a la que pudieran responder disparándome.
Me senté, vino un hombre con una especie de armadura espacial sacada de alguna película de ciencia ficción, fue chistoso, como si me fuera a transformar en un bicho gigante o algo así, capaz de matarlo brutalmente, ellos me tenían miedo.
Él me dejo un plato con puré y una carne que parecía que aún vivía, me dio asco, tenía mucha hambre, comí el puré aunque estuviera duro,intente comer la carne pero no me agradaba. Me levante y me dirigí a la puerta de salida, ellos me miraban, ninguno abrió la puerta,
Quiero salir- dije mirando indefinidamente a los guardias, ninguno respondió, ellos me ignoraban, me puse un poco alterada, repetí varias veces mi deseo sin llegar a un consentimiento, me sentía en una jaula, ya que el comedor esta cubierto de rejas, me enoje, comence a romper las mesas, hasta que oí que alguien había abierto la puerta, voltee y eran 2 guardias que me apuntaban.
Por más que lo intenté , controlarme no me funciona, es más fuerte que yo, mire a uno de los guardias con fuerza obligandolo a morir, le hice una hemorragia en el estómago que le llegó hasta la cabeza, mientras que gritaba agonizante, de su boca, sus ojos y sus oídos emanaba su sangre. El otro guardia aterrado corrió a la puerta intentando escapar, con mis manos hice el ademán de exprimir y estruje sus piernas como uvas.
Comenzaron a dispararme, sin efecto hasta que un soldado me tiro un dardo con lo que yo supongo era esa sustancia que me hacía estar calma.
Volví en mi, me asusté, toda esa sangre, los dos cadáveres con sus ojos abiertos mirándome, esperándome allá.
Grité . Me redujeron muchos guardias, recibí tremenda golpiza, lloraba sin creer lo que había hecho.
-Noooooo, matenmeeeee, ya no puedo más con esto, matenmeeeee- gritaba sin consuelo.
Nadie me hizo caso, me lo merecía, sufrir era mi castigo, me arrastraron a mi celda, me ataron y encerraron.
No se que me llevo a hacerlo, no era yo en ese momento, jamás olvidare a esa gente, ni sus rostros exigiendo mi alma, estoy turbada, no puedo dormir, sueño con todos a los que les he hecho daño y me abrumo.

Crónicas de una Mutante. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora