Capítulo 4

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Lunes 8:30 am

Kurt salió del ascensor con pesadez, arrastrando los pies por el pasillo que llevaba a su oficina.

- Buenos días, Sr. Hummel - Saludó su secretaria. - Su amigo... Sebastian esta aquí. Lo espera en su oficina. -

Kurt susurró un gracias antes de abrir la puerta y entrar. Un fuerte olor a café inundó sus fosas nasales haciéndolo correr hacia el cesto de basura y vaciar los contenidos de su estomago.

- Linda resaca - Sebastian rió, dando un trago de su café. - ¿Que demonios pasó anoche? -

- ¿De que hablas? - Kurt preguntó mirándolo a través de sus gafas obscuras.

- Llegar a mi casa a las tres de la mañana completamente borracho es algo que nunca espere de ti, Kurt. - Sebastian sonrió.

Kurt se sentó en una silla frente a Sebastian. - ¿Qué? ¿Yo estuve en tu casa ayer por la noche? -

Sebastian asintió. - Si, y decías cosas atemorizantes. Tuve pesadillas. - Sacudió la cabeza.

- ¿Qué... Qué dije? - Kurt preguntó retirando las gafas de su rostro, entrecerrando los ojos por la luz.

- No se... Algunas locuras sobre intercambios arriesgados... Vikingos y piratas... Se oía siniestro. Me asustaste, fue bastante oscuro. Tuve que subirte a un taxi, el cual yo pagué, me debes diecisiete dólares por cierto. -

- Juro que no recuerdo nada. - Dijo sobando su cabeza. - Recuerdo ir a la fiesta de Blaine y después... es como si hubiera un apagón en mi memoria. Quizás... Quizás me desmayé ¿No me desmayé cuando estuve en tu casa? -

- No, pero vomitaste en mi sala como una chica universitaria - Sebastian suspiró - ¿Enserio no recuerdas nada? ¿Nada, nada? -

Kurt negó con la cabeza.

- Entonces déjame decirte que tienes problemas, eso... no es normal. ¿No tomaste alguna droga? -

- No que yo recuerde - Kurt dijo frustrado, tapando sus oídos cuando el teléfono comenzó a sonar. - ¡Dios! Mi cabeza. - Gruñó antes de contestar el teléfono. - ¿Hola? -

- Señor Hummel, el comité de ventas lo espera en la sala de juntas -

Con un pesado suspiro, Kurt se puso de pie y salió de la oficina.

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2 semanas después.

- Definitivamente la peor película de la historia. Es por esto que nunca te dejo escoger las películas, Blaine. -

El moreno rodó los ojos, enderezándose para poder mirar al mas alto. - Vamos, Kurt. La segunda parte se pone mejor. -

- ¿Segunda parte? ¿Estás loco? Yo no veré una segunda parte. - Negó con la cabeza. - ¿Podrías por favor decirme cuál es el mensaje de esto? ¿Que intenta probar el autor? -

- Yo creo que es bastante buena. - Blaine se defendió.

- Esto no tiene nada de bueno, es decir... ¡Ni siquiera tiene una secuencia! - Kurt exclamó. - Y créeme que he visto películas malas, te recuerdo que vi todas las películas de Artie cuando inició su carrera. Esta simplemente sobrepasa los niveles de mal...-

- Estoy embarazado. - Blaine interrumpió con una pequeña sonrisa.

Kurt lo miró por un par de segundos antes de sonreír ampliamente. - Blaine... - Susurró y envolvió sus brazos al rededor del cuello de su amigo. - Eso... Eso es maravilloso. -

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Después de eso, me dijo que volvería a Westerville, porque "Nueva York no es un lugar para criar a un niño, Kurt."

Después dijo algo sobre un lugar mas tranquilo y abuelos cariñosos.

Al enterarme de la noticia no pude evitar las lágrimas que resbalaron sobre mis mejillas y el sollozo que salió de mi garganta. El simplemente me abrazó y sobó mi espalda, susurrándome al oído que podría visitarlos cuando quisiera y que hablaríamos todos los días. Lo que el no entendía es que yo... yo no podría sobrevivir sin escuchar las pequeñas risitas que salían de sus labios cada vez que decía una estupidez o la manera en que sus ojos brillaban cada vez que sonreía.

Porque... ¿Como viviría sin el? ¿Como podría vivir sin el hombre al que amaba? ¿Como podría vivir sin mi mejor amigo?

Supliqué y supliqué que no se fuera, que no me dejara, pero al parecer mis suplicas no fueron suficientes para el. porque un mes después, Blaine se fue, dejándome con el corazón roto sin siquiera saberlo.

El tiempo pasó y antes de que me diera cuenta, ya era navidad. Empaqué mis maletas y tomé el primer avión a Ohio que encontré.

Ignorando los regaños de mi padre cuando le comenté que ese año no pasaría navidad con ellos y que en su lugar la pasaría con Blaine y su familia, manejé hasta Westerville donde un sonriente Blaine con un gran bulto en el vientre me recibió con los brazos abiertos.

Recuerdo que esa misma navidad probé por primera vez sus labios, cuando nos encontrábamos recostados en el césped de su jardín trasero observando las estrellas mientras mi mano izquierda sentía las suaves patadas de su bebé. Recuerdo mirarlo a los ojos y sonreír antes de que el uniera nuestros labios, recuerdo las mariposas en mi estómago y los fuegos artificiales que vi a pesar de que mis ojos se encontraban cerrados. Después de un par de segundos nos separamos, recuerdo pensar que quizás Blaine se sentía igual que yo, que quizás el también me amaba, pero cuando por fin me arme de valor y estaba decidido a hablarle a Blaine sobre mis sentimientos el se disculpó, culpando a las hormonas del embarazo y diciendo que todo había sido un tonto error antes de ponerse de pie, soltar un "¿No tienes hambre? Porqué yo si. Haré un emparedado, te esperó adentro." y caminar hacia la casa.

Después de eso, las cosas se volvieron torpes e incomodas. Volví a Nueva York, y a pesar de que hablábamos un par de veces por semana las cosas no volvieron a ser iguales.

Las llamadas semanales, se convirtieron en mensuales y las mensuales en e-mails, tarjetas navideñas y de cumpleaños.

Y después de seis años, dos relaciones fallidas de mi parte y varias citas a ciegas, ahí estaba, justo donde Blaine me dejó.

Perdidamente enamorado de el.

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