Ezequiel y Alfredo se quedaron mudos de la sorpresa. Azúcar los observó por un momento, y como no parecía que fueran a decir nada, continuó.
—Bueno, en lo que ponen sus caras de idiotas caminen al auto, son siete horas de camino así que, entre más rápido, mejor.
—¡Espera! ¡No podemos ir a un concierto así nada más! Faltan sólo tres días para la audición, tenemos que aprovecharlos para ensayar —exclamó Ezequiel. Sus antiguos maestros habrían llorado de emoción al verlo tan responsable.
—Alguna vez un gran hombre y escritor dijo; '' si no tienes tiempo para leer, no tendrás tiempo para escribir ''.
—Ooooh ¿Quién dijo eso?
—Martin Luther King.
—Amo, el que dijo eso fue Stephen King.
—¡Da igual quien lo haya dicho! El punto es que es una gran verdad, y debe seguirse.
—Amo, le recuerdo que tiene prohibido salir de la casa.
—Esa fue solo una sugerencia, lo que de verdad tengo prohibido es usar ciertos hechizos, y yo no pienso utilizar nada de magia para este viaje. Iremos en mi auto, y los boletos que tengo son unos que conseguí legalmente hace unos meses —aclaró Azúcar mientras les tendía los papeles.
—Un momento... ¿Porque son tres?
—Para demostrar mis buenas intenciones, planeaba llevarlos a ti y a George para que vigilaran que no me metiera en problemas, sin embargo, George se fue y además empecé a darle clases de canto a Ezequiel, y entonces decidí que era más importante ayudarlo en su audición que asistir a un concierto. Sin embargo, hace unos días pude ver en la bondad de Ezequiel que había renunciado a su sueño de ver en concierto a su banda favorita, para utilizar todo su dinero y tiempo en su admisión a la escuela de música. Me dio tanta lástima que decidí llevarlo a toda costa.
—¡No puede ser! ¡Estos son boletos para ver a Insurgentes! —exclamó Ezequiel emocionado, mientras observaba los boletos como si fueran un tesoro, y ciertamente, lo eran.
—Amo, no creo que sea buena idea.
—¿Por qué? Ezequiel ya se sabe su acto de memoria y lo hace bastante bien. Yo creo que el podrá pasar fácilmente la audición.
—¿De verdad piensas eso? —preguntó Ezequiel conmovido y sorprendido a la vez.
—¡Cállate, no estoy hablando contigo! Además de pendejo impertinente. ¿No ves que tengo que convencerlo de que nos deje ir? —le susurró.
—¿Por qué eres así conmigo? Ya di que me amas —lloriqueo Ezequiel.
—Amo, independientemente de si Ezequiel ha entrenado lo suficiente o no, estamos hablando de un concierto lleno de gente ruidosa, en donde seguro habrá personas muy groseras y que lo harán enojar y... ¡Y no quiero decir que no confío en usted! pero debe admitir que puede llegar a ser un poco.... Uh... ¿emocional? —exclamó Alfredo con inseguridad, volviendo al tema de conversación inicial.
—Es por eso por lo que tú nos acompañarás, serás el sirviente responsable a cargo de cuidar de mí.
—¡Pero...! No es que rechace el honor de cuidar de usted, pero... ¿Por qué tengo que ser yo? —suspiró con pesar el cordero.
—Tu siempre estás detrás de nosotros dos vigilando que no hagamos nada malo, me adviertes cada que puedes de todas las consecuencias de mis actos, y cuando aún estaba George en la casa, te la pasabas pegado a él como si fueran uña y carne, así que siempre creí que era parte de tu trabajo cuidarme —contestó su amo con naturalidad.
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Te cantaré cada día
Short StoryNadie es lo bastante valiente o estúpido como para irrumpir en la casona embrujada de Santa Úrsula, nadie excepto Ezequiel Barrera, un pobre tonto que sueña con ser cantante, y que decide meterse para robar la fruta que crece en el jardín. Esta deci...