Inocencia. [LUKE H. MATURE #1]

c u a t r o

Emily

Luego de lo ocurrido con Luke, tomé mis cosas, su playera y vine con Sarah a mi casa. Mi mamá no preguntó de quién era esa camiseta o qué hacía con ella, sólo nos atendió con comida y sonrisas, y se la pasó encerrada en su habitación. Mi hermano no molestó, tocó la guitarra en su habitación y muy pocas veces salió a la sala a charlar o algo así. Ignoró el hecho de que había entrado a la casa con una camiseta de Green Day.

Ahora son las 16­­­:30 de la tarde y Sarah se ha ido. Mi madre está pintando en su habitación y Erik, mi hermano, se está duchando.

Los nervios me consumen, mañana es la gran fiesta de Sarah, ¡mi mejor amiga cumple quince años! Normalmente, las chicas de mi ciudad festejamos nuestro paso a la "casi adultez" a los dieciséis, pero Sarah tiene una pequeña descendencia mexicana y, esa pequeña descendencia mexicana, quiso que festejase sus quince años.

Harán una gran fiesta, mucha gente, mucha comida, mucha música. Extravagante, sorprendente, eufórica. Como Sarah.

Ha sido mi mejor amiga desde que tengo uso de razón, mi madre se lleva demasiado bien con la suya, nuestros padres han sido amigos antes de que el de ella falleciera.

Hemos hecho el kínder juntas, la escuela primaria, y ahora la preparatoria. Hemos aprendido a andar en bicicleta, hemos cocinado juntas, nos hemos prestado ropa y jamás de vuelto...

Ropa...

Oh Dios. ¿Qué me pondré mañana? En estos casos, una adolescente necesita recurrir a su madre.

–¡Mamá!– grito parándome. –¡Mamá!– vuelvo a gritar. Camino hasta la puerta de su habitación, la cual retumba con Gorillaz.

Abro la puerta despacio, ella baja la música al notarme

–¿Qué sucede, cariño?– pregunta.

Se encuentra sentada delante de su atril, sonriendo, pintando un retrato. Lleva un sucio overol, arremangado en las rodillas y los codos, el cabello suelto y detrás de las orejas. Sencillamente perfecta.

–Quería pedirte que me ayudes con... ¡Por Dios, mamá! ¿Esa es Sarah? – se había encerrado en su habitación todo el día para dibujar a Sarah, ¡Y le está quedando genial! Me sonríe vergonzosamente, como una niña.

–¿Te gusta?- pregunta mirando la pintura. –Ha quedado bien, ¿Verdad? Dime que sí...

Era Sarah; con los ojos cerrados y una sonrisa tenue en sus labios, el cabello rubio alborotado por un viento ficticio hacia la derecha con algunos mechones en la cara, sus manos en los bolsillos de su impermeable. Era tan real, tan hermoso, tan perfecto.

Sonrío–: Ha quedado hermosa, mamá.

­–Pues... Gracias.– sonríe y se encoje de hombros. –Y bueno... ¿Qué querías decirme?

–Oh, sí. Quería saber si me ayudabas a elegir que ponerme...– digo, ella sonríe.

–Como sabía que ibas a recurrir a mí a último momento he elegido un conjunto que, creo yo, te va a gustar.– dice, y antes de que comenzara a hablar de nuevo, un "¡Mamá, toalla!" de Erik, la despistó.

Se levanta del taburete y camina hacia su cómoda, donde guarda las toallas. Toma dos, me mira y se ríe–: Espérame aquí, ¿sí?

Asiento.

Sale de la habitación gritando que estaba yendo.

Entonces me siento en su cama, ¿Qué habrá elegido? Seguramente mi padre colaboró en esto. Estoy más que segura. Y, seguramente, sea un traje de monja.