Inesperada Alianza

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El plan apenas comienza

ISABELLA VULTURI

DIA 4

El amanecer llego y con el él inevitable adiós, a todo esto, a la hermosa ciudad, a los extensos bosques, al río, si difícil de creer que todo esto estuviera de alguna forma dentro del mismo suelo, pero sobre todo era decirle adiós a Raffaele que de alguna forma se había colado en una parte de mi corazón, si era el adiós a mi paraíso personal.

Me vestí con un pantalón, chaleco y botas de cuero que Kerry me había dado hace apenas unas horas, todo era tan irreal, la ropa ciertamente no parecía de este siglo sino de hace muchos atrás. Suspire esto era inevitable, quería quedarme pero no estaba segura de volver a confiar de la manera en que Raffe claramente me pedía con sus ojos. Me recogí el cabello en una coleta y salí del castillo, al bajar por el elevador varias cabezas se inclinaron y no pude evitar notar cierta reprensión en sus ojos, como si hubiese cometido un pecado mortal marchándome.

Jacques, Katra y Kerry ya me esperaban en la entrada de la cueva por la que había entrado, a pesar de esta distancia les podía ver perfectamente. Subí ahora lo que me faltaba para llegar a ellos por una escalera y cuando llegue ciertamente mi mandíbula se abría de incredulidad ante lo que mis ojos veían era...

ORION

Apenas Drustan y yo habíamos tenido el tiempo suficiente para liberar al príncipe de los Leycan, un gran inconveniente que Isabella ahora fuese cautiva de ellos, lo único importante era lograr el intercambio y esperar que cumplieran con su palabra de regresarla a salvo, a ella le debía una nueva oportunidad de vida y por ende mi lealtad, los contactos que había mantenido con unos cuantos que querían ver a los Vulturi derrocados ya estaban en camino solo era cuestión de esperar un par de días y tomaríamos el castillo, suponía que la Ciudad entera sería sometida en un caos total cuando algunos vinieran pero eso definitivamente ahora no era importante, cuando se llegara el momento me encargaría de que ninguno de ellos se alimentara en la ciudad ahora Isabella era la que necesitaba ser liberada de su cautiverio.

Debía admitir que el muchacho Leycan era todo un combatiente, haber aguantado las torturas a las que Aro le sometía para sus experimentos y aún estar cuerdo era toda una gran proeza, yo mismo creí volverme loco en un par de cientos de ocasiones cuando él experimentaba con esa máquina suya, ahora me encontraba cargando el cuerpo del joven mientras Drustan registraba el perímetro asegurándose de que nadie nos estuviera siguiendo, a estas horas suponía que Aro era conciente de la desaparición del cautivo y sí seguía lloviendo de este modo nuestro rastro hacía mucho que fue borrado. Pronto nos adentraríamos a territorio Leycan justo al punto del encuentro donde Jane y los demás ya estaban ahí, podía sentir sus mentes y sabía que todos estaban tensos, era de suponer que esas criaturas ya hubieran matado a Isabella y nos matarían a todos, que yo supuera nunca en la historia un Leycan y un vampiro habían pasado más de 1 minuto sin intentar destruirse el uno a otro, era algo básico.

- Veo que eres puntual Orion—me dijo ese chico Cullen, había captado hacia rato que el estaba entre nosotros pero aún desconocía el motivo de su inesperada presencia, esto solo retrasaría más las cosas o las arruinaría si él llegase a decir algo aunque lo dudaba por la forma en que veía a Isabella.

Levante una ceja hacia Jane como diciendo "Y este que hace aquí", ella solo desvío su mirada encontrando algún punto fascinante en las hojas de los árboles, fruncí el ceño, si la conocía bien en estos siglos era que a ella jamás se le escapaba absolutamente nada, todo lo tenía escalofriantemente planeado, algo que sin duda era admirable. Fruncí el ceño al querer entrar en la mente de Jane y descubrir que tarareaba una canción de los años 20.

- Si soy alguien que planea bien sus batallas—le conteste a ese Cullen—Lo cual me hace preguntarme tu presencia.

- Pedí el venir, mi don les servirá a localizar las rápido a esas bestias—me dijo.

Yo puse los ojos en blanco, esas "bestias" eran más fuertes que cualquiera que hubiese visto, sus barreras mentales eran impresionantes, tal vez si y él tuviera razón podría captar algo de sus mentes pero solo lo superficial ya que sus pensamientos esos que contaban tenían altas protecciones lo que hacía el don de Edward Cullen totalmente obsoleto.

- Claro—murmure.

- Al fin llegaron—todos nos volteamos ante esa voz, ninguno de nosotros la vio venir bueno para ser más especifico escuchar o sentir, simplemente ella aparecieron de la nada, no había rastro que rastrear vestía ropas de cuero completamente fuera de lugar con nuestra vestimenta, eran más parecidas a las de mi época cuando había sido general en Macedonia al comienzo de los tiempos.

- ¿Te encuentras bien Isabella?—le dije.

- Si Orion, ahora quiero presentarles a unos amigos—dijo cuando 3 figuras salieron, primero la de un hombre, era él, él que alguna vez fue mi camarada...

- ¿Jacques?—dije. El asintió lo salude de los antebrazos como era la forma guerrera de saludar a otro compañero—pensé que estabas muerto.

- Si bueno logre sobrevivir—dijo.

- Al igual que yo—me dijo una mujer rubia quien se colgó de mi cuello dándome un beso en la mejilla.

- Katra—dije en un murmullo, ella me sonrío.

- No puedo creer que estén...---pero mis pensamientos se vieron completamente interrumpidos cuando mis ojos se posaron en la última figura del grupo, era una pequeña pelirroja, de ojos dorados con un destello de verde ¿verde?, tal vez y mi mente fallaba, volví a mirar y sus ojos eran completamente dorados, su piel era pálida como todos los vampiros pero había algo más en ella que la hacía diferente, especial ante mis ojos, una extraña emosión atravesó mi cuerpo, ella era mía, gruñí para mis adentros, era algo instintivo encontrar a tu pareja y al parecer yo acababa de encontrar a mi complemento, quise ver en su mente pero no pude entrar sus barreras eran casi iguales a las de un vampiro solo que diferentes haciendo imposible la entrada a su mente, entrecerré los ojos, ya hallaría la forma de esquivar esas extrañas barreras.

- Bien al parecer a ellos ya los conoces—dijo Isabella con una sonrisa—bien esta es Kerry una amiga...-justo cuando iba a continuar cayó abruptamente, todos nos tensamos algo a más bien ellos nos asechaban—¿Bien él está bien?

- Si él solo necesita descanso y mucha, mucha comida—dije sabiendo que ella se refería al joven Leycan que ahora Drustan sostenía.

- Dámelo—exigió una voz, de detrás de Isabella salió el líder Leycan y aunque no pude sentir la presencia de más sabía que ellos estaban aquí ocultos y habían encontrado alguna forma de esconder sus esencias.

Uno más de ellos apareció y retiro de los brazos de Drustan al joven Leycan inconciente, el líder al verle pasar cargando a su hermano solo palmeo su brazo y éste otro solo asintió con la cabeza para desaparecer.

- Estará bien—dijo Isabella y se recargo en el pecho del alfa—me prepare para atacar si él pensaba atacarla pero solo le acarició el cabello y suspiro.

- Bien—dijo Isabella volviendo a su aspecto frío y letal con el que todos la conocíamos en Volterra—este es el plan...

Si este plan apenas comenzaba ahora solo hacia falta ver lo que seguía y esperar a los demás....

Bella ahora Isabella VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora