Bella ahora Isabella Vulturi

La batalla comenzó

ARO

DÍA 22 LA BATALLA COMIENZA

Después de colocar a Isabella en la mesa del laboratorio me gire hacía Jane quién estaba hecha un ovillo, la pobre aún no era capaz de recuperarse de la tortura a la que la había sometido, como lo logre, bueno demasiado fácil, todo fue gracias a Anika una pequeña niña inmortal a la que decidí conservar y no destruir, y quién durante más de 2 siglos había permanecido en secreto en mi laboratorio, su poder era magnifico, podía copiar los poderes de los otros, claro que con Isabella había sido una ecepción pero gracias a los poderes que ella le había copiado a Orion habíamos logrado entrar en la mente de Isabella por un breve tiempo lo que nos permitió explorarla y saber que tenía un gran potencial más ahora que Anika me mostraba los recuerdos de Jane sentía una furia cegadora, Anika retrocedió al percatarse de mi estado de ánimo, ella me consideraba como un padre y ahora que ella era más fuerte me debía recordar tratarla bien y no hacer que se volviera en mi contra como lo hizo Jane quién por siglos fue una digna representante del apellido Vulturi y ahora se revelaba, el olor del humo pronto llegó hasta aquí, debía escapar y salir con Anika esto estaba completamente fuera de control.

- ¿Dónde crees que vas Aro?—dijo una voz a quien reconocí como...

JANE

Era una sensación horrible, aún me estremecía por el dolor que esa niña me había hecho pasar, no solo había copiado mis poderes y me había atacado sino que se había infiltrado en mi cabeza, eso era peor porque revivió sin ninguna piedad lo que había pasado entre Cullen y yo haciendo revivir todos mis miedos, un brutal sollozo salió de mi garganta, yo jamás lo merecería el mismo lo había dicho, este era el fin podía sentir el calor del fuego acercarse a mi piel, y, en medio de todo el caos fui consciente del latido de un pequeño corazón, por su ritmo iría que estaba asustado, no sé de dónde pero reuní fuerzas el veneno que me habían inyectado hacía que mis movimientos fuesen torpes y sin sentidos demasiado lentos para mi gusto, unas cadenas me sujetaban los brazos y con mi poca fuerza se me hizo una tarea casi imposible liberarme, luego seguí con la venda que obstruía mi visión y cuando estaba a punto de quitármela una mano pequeña se aforró a las mías y me obligo a permanecer quieta.

- Le harás enojar—dijo una voz risueña y luego volví a sentir el dolor de mi propio don. Me retorcí pero era completamente inútil y luego empecé a sentir el fuego cada vez más y más cerca...

RAFFAELE

Las cosas iban como lo planeado, la Ciudad empezó a arder en llamas justo en el momento en que todos los humanos escapaban, bien esta no era su guerra no tenía que haber bajas de sus lados, la vampiro de nombre Allizon empezó a alzar las manos al cielo y las nubes empezaron a juntarse próxima para una lluvia, los vampiros empezaron a salir del castillo por la puerta prevista, las demás salidas ya estaban cubiertas por lo demás así que solo era cuestión de esperar esto no tenía que ser una masacre cuando simplemente podrían rendirse.

Vi a ese Cullen salir del castillo y luego a los demás vampiros, lo que reconocí como una señal cuando la lluvia empezó a apagar el fuego los integrantes de la guardia estaban completamente rodeados, los demás Leycans y vampiros como dhampirs ya estaban en sus posiciones y algunos transformados, la tensión era palpable en el ambiente y lo único en lo que podía pensar era que Isabella no estaba por ningún lado.

Orion y Drustan avanzaron delante de ellos iban los que integraban a los Vulturi quienes caminaban con paso regio ya que eran superados en número y había demasiados vampiros esperando solo un pequeño desliz para atacar, el que parecía ser uno de los líderes hablo, por sus rasgos aristocráticos supe que era Cayo el que destruyo a la mayoría de los Leycans pura sangre como yo.

- Sois todos un montón de traidores—dijo a los Vulturi del grupo de Isabella, quién no estaba por ningún lado—os pagareís por lo que haceís

- Ríndete Cayo no tienes escapatoria—dijo Orion.

- Aliarte con un puñado de bestias Orion me decepcionas tan bajo has caído—me tense por sus ofensas a mi pueblo pero permanecí con la misma máscara fría que me caracterizaba en tiempos de guerra.

- No hay escapatoria—dijo Orion pero antes de que terminará la frase Cayo alzo la mano y los vampiros de la guardia atacaron, muy pronto no nos quedo de otra que empezar a atacar, era una completa masacre para los Vulturi, claramente ni con sus grandes dones podían contra nosotros.

Esquive a una que me lanzo una especie de látigo que ardía, me quemo la mano pero detuve su movimiento con telequinesia, la herida se regeneraría en unas horas ahora lo único importante era encontrar a Isabella así que me adentre en el mismísimo infierno ardiendo, las llamas del castillo eran sofocantes, mis ojos se llenaron de lágrimas contenidas a causa del humo, pero seguí avanzando hasta que un movimiento a mi izquierda me hizo voltearme, eran 2 vampiros lo supe por su aroma, cuando estuvieron lo suficiente cerca para distinguirles pide ves que era ese Cullen y a su lado venía una chica que más bien parecía un duendecillo, pero su expresión era la de alguien que sabe más de lo que cree dría.

- Hay que darnos prisa—dijo la voz de ella—vengan es el camino.

- Alice ¿estás segura?—dijo él

- Edward acaso alguna vez me he equivocado, además ya me mostraran el castillo.

- ¿Mostraran?—dije, ella me sonrío vacilante y dijo en un susurro—Veo el futuro y se que si no nos damos prisa Isabella morirá.

Por un momento sentí a mi corazón pararse pero luego al ver las expresiones de determinación de ambos me hizo recordar que las cosas aún no estaban pérdidas.

- Muéstrame el camino—le dije y me hice a un lado y luego con mi velocidad sobrenatural les seguí el paso.

Cuando llegamos a un muro ella rápidamente hizo que se moviera un panel secreto y empezamos a bajar las escaleras, cuando los gritos de alguien nos indicaron que debíamos darnos prisa...muy pronto el ambiente se lleno del aroma de la sangre, pero era vieja y al seguir avanzando y ver las pequeñas prisiones y sangre vieja tallada en los muros y el suelo un inesperado presentimiento me invadió.

- Hay que darnos prisa el fuego se acerca—nos dijo la que se presento como Alice.