V. La silueta

487 55 8
                                    

La silueta

— ¿Viste algo Sango?—preguntaba Miroku al ver todo su alrededor completamente el bosque desierto.

—No nada—contesto cortante.

Los cazadores estaban acompañados por la pareja de lobos, Koga y Ayame, quienes se habían transformado para buscar el rastro de Naraku; los policías seguían ciegos con el caso de los horripilantes asesinatos de más de veinte victimas en una noche. Sango no se preocupaba mucho por su compañera, ya que ahora sabe quién es su guardián.

— ¿Y Kagome? Debería estar aquí con nosotros—hablo Miroku al no verla.

—Esta con Sesshomaru todavía, pero no te preocupes. Ya volverá. —decía la castaña estando confiada de que su amiga regresaría a acompañarlos.

Ayame comenzó a ladrar, ya que había visto la presencia de Naraku en el bosque "Sakura", Koga se lanzo mostrando sus afilados colmillos hacia el licántropo, pero este, hizo un ligero movimiento para apartarlo de su camino y para que chocara contra un árbol, — ¡Koga! —Grito Sango mientras que se asomaba para ver el estado de su compañero, —Tranquila, Ayame, Koga esta inconsciente—agrego cuando había apoyado sus dedos en el cuello.

— ¡Detenté Naraku! —grito Miroku al dispararle con su revólver que al parecer había fallado, intento una y otra vez, pero ninguna bala le roso. —Maldición.

—"Estúpidos humanos, creen que con eso me van a detener." —decía este mientras huía por la zona norte del bosque.

—"¡De nosotros no te vas a escapar, Naraku!" —contradijo Sesshomaru al salir de la nada, atacándolo clavándole sus colmillos en su brazo derecho; hacia un forcejeo estirándolo del brazo para escuchar esos sonidos de sus huesos quebrarse. Kagome bajaba de su espalda para apuntarle con sus flechas de plata a Naraku.

—"¡No dejare que esto termine así!" —decía el hombre lobo al incorporarse del agarre y empujándolo hacia otro lado del bosque a su antiguo amigo. Al librarse de Sesshomaru, Onigumo fue directamente hacia la joven, quien había soltado una de sus flechas pero él lo esquivo como si nada; Higurashi se tropezó con una roca cayendo hacia atrás, este aprovecho para rasguñarle en su brazo izquierdo.

—¡Kagome! —gritaron al unisonó los cazadores.

—"Estarás condenada como nosotros" —le hablaba Onigumo en la mente de ella.

—"¡¿Qué?!"

—"¡Con ella no te metas, Naraku!" —insinuó Inuyasha al salir de los arbustos para atacarlo y llevarlo contra algunas rocas.

— ¡Inuyasha! —exclamo Miroku al ver las sombras de ambos licántropos luchando salvajemente. Onigumo le clavaba sus garras en la panza de Inuyasha, profundizando un poco, el aullaba de dolor, como si las uñas trataban de abrirle las entrañas. En ese momento, el otro licántropo salió a defender a su medio hermano, atacando por detrás, clavándole sus colmillos en su cuello, Onigumo quería lastimar a Sesshomaru, pero no lo lograba...

La policía Hitomi, una joven de aproximadamente veinticinco años, piel blanca, cabello corto e castaño, y sus ojos eran de color cafés... Estaba patrullando por la zona, al escuchar los gritos y los ruidos de los tiros, ella salió del vehículo todo para averiguar lo sucedido; se fue corriendo por una colina inclinada del bosque, pero se tropezó e cayo directamente en medio de la batalla, al ver a esos estudiantes todos prácticamente armados, quedo anonadada y lo peor fue cuando vio a los hombre lobos, luchando a las mordidas y a los arañados, una gota de sangre choco en su mejilla y en ese entonces, Hitomi recordo de que todas las victimas que fueron asesinadas a sangre fría e destripadas fueron por la culpa de esas bestias.

La siluetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora