Capítulo tres.

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Hannah

-¿Te traigo algo? - pregunta Jane gritándome, esta se encuentra al lado mío pero la música estaba tan alta que era casi imposible oír a las otras personas hablar aún estando a centímetros mío.

-No - le contesto y muevo mi dedo índice hacía los costados también negando.

-Okey, voy a la barra a buscar un trago y vuelvo, quédate aquí y no te muevas - yo asiento con la cabeza y veo como va desapareciendo entre la multitud.

Mi amiga había estado insistiendo toda la semana en que salga una noche con ella tanto que al final tuve que aceptar. Hacía bastante no iba a una fiesta. Últimamente me la he pasado en casa todos estos últimos día.

Empecé moviendo mis caderas lentamente en el medio de la pista de baile mientras seguía sonando la música a todo volumen, que por cierto desconocía pero igual la bailaba, pasaba mis manos por mis muslos, levantando mi corta falta haciendo que se vea un poco de mi trasero, el ambiente era caliente, las personas bailaban muy pegadas ya que el lugar estaba muy lleno, el sudor bajaba por mis pechos deteniéndose en mi brasier, volvía a subir mis manos tocando cada parte de mi cuerpo, estaba con los ojos cerrados cuando de la nada, sentí un manos un más frías en mi cintura desnuda y mi piel se erizó al tan solo contancto con ellas, traía puesto una blusa corta pero con mangas tres cuarto, era de color blanca con el cuello en forma de V, no abrí mis ojos, la sensación que sentía ese momento era algo agradable, no lo podía negar, sus suaves manos seguían subiendo de a poco, hasta tocar mis pechos, mi pulso se aceleró y me dí vuelta inmediatemte, quedando en frente de la persona, abrí mis ojos despacio, necesitaba ver a quien me estaba tocando, no se podía ver muy perfectamente, el lugar era algo oscuro y dificultaba un poco observar detalladamente a las personas, pero podía notar que el chico era alto, cabello rubio despeinado, me miraba fijamente con ganas de devorarme la boca, mordía su labio seductoramente, sus manos seguían apoyadas en mi cintura, yo apoye las mías alrededor de su cuello, y bailábamos al compás de la música, nos quedamos mirando varios segundos, el chico desconocido era guapo, demasiado guapo. Extendió su brazo y me hizo dar un giro completo y luego me acercó más a él.

-¿Cómo te llamas preciosa? - dijo acercándose a mi oído, su voz era gruesa, muy sexy, sentí algo raro en ella, que no era un chico normal, seguía mirándome fijamente penetrandome con sus ojos marrones oscuros, había maltadad y sadismo es su mirada, me gusta.

-¿Puedes hablar? ¿O, los ratoncitos comieron tu linda lengua? - Me dijo al ver que tardaba en contestar y sonrió, su sonrisa era la más hermosa y perfecta que había visto en mi vida, le devolví la sonrisa, mostrando mis dientes blancos y cuando quise abrir mi boca para responderle, un duro golpe vino hacia mi mejilla que me hizo soltar de aquel chico intimidante, mi vista se nubló y caí al suelo con bruteza, mi cabeza dió contra el suelo, me lleve mis manos a mi nuca y me acaricié un poco tratando de calmar el dolor.

-¡Perra! - me gritaron, en cuanto me recuperé del duro golpe, me levanto un poco tambaleante, hago una mueca de dolor, toco mi mejilla, está ardiendo y estoy segura debe estar colorada, repito los mismos pasos que antes, todas las personas que estaban bailando a mi alrededor ahora nos miran con atención, ¡Genial, simplemente genial! mis ojos se dirigen a una chica de cabello castaño oscuro y rulos extravagantes, muy enojada, su ceño esta fruncido es Jéssica del jodido insituto donde yo asistía, estaba con sus estúpidas amigas, ellas me miran con furia.

-¡Eres una perra, te tiraste a mi novio! - me grita nuevamente, trato de pensar de lo que me está hablando y el recuerdo viene a mi mente, fue el sábado pasado cuando el hecho sucedió, me invitó a su casa, supuestamente a hacer un trabajo que dejó el profesor de química pero terminamos besándonos en la sala, no tuvimos sexo ni nada, ella había estado saliendo con él hace dos meses atrás y no tengo ni la menor idea del porqué lo hizo ni como mierda ella se enteró.

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