Capítulo dos.

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John

- Sus nombres son Carl, Bob, David, Steven y Jackson, esos son los que no te pagaron a tiempo justo John, debes eliminarlos - habla mi compañero mientras vamos caminando.

- De acuerdo, creo que tendré una buena semana - digo sonriendo y hago crujir mi cuello y mis dedos.

Siento como el también sonríe a mí lado.

Todas esas personas me deben mucho dinero hace bastante, les dí el tiempo necesario para que me pagarán pero el tiempo ya se ha acabado y ninguno de dignó a darme el dinero acordado.

-Bueno, yo me voy, nos vemos William - dije y nos despedimos.

-Nos vemos John -

Arranqué la moto, me puse unos lentes oscuros, puse la llave y apreté el acelerador, éste salió disparado a toda velocidad dándome el aire fresco sobre mi cara,  anduve varios minutos y llegué a mi casa, vivo en un pequeño hogar algo alejado de la ciudad con mi mamá y pequeña hermana Elizabeth de ocho años. Antes vivía también con el estúpido de mi padrastro, pero un pequeño accidente causó su muerte. Él era el padre de mi hermana, ese infeliz era padre de un angelito como lo es Ely.

-Hola madre - Entro a la casa y le doy un beso en la mejilla.

-Hola mi amor - me contesta ella dulcemente y acaricia mi cara.

-Hola enana - Sacudo los cabellos rubios de ella y ésta se queja.

-¡Hey! Me despeinas -

-¿Estabas peinada?  - le digo bromeando y suelto una carcajada, ella hace una mueca de desagrado y se va haciendo puchero.

-Te he preparado lasaña, tu comida favorita, ¿te sirvo? - 

-De acuerdo, que delicia - contesto y ella asiente sonriendo.

Me devoro la comida rapidísimo y dejo el plato en la pileta. Le doy una rápida enjuagada y me largo a mi habitación.

Abro la puerta pero está todo oscuro, prendo la luz y la habitación es iluminada. Mis ojos recorren el pequeño cuarto en busca de algo que no recuerdo.

No tengo muchas cosas en él, solo una cama obvio, un escritorio y un ropero. Cierro la puerta de un portazo y camino más hacia adentro, me siento a una orilla de la cama. Esta se hunde un poco al sentir mi peso sobre ella.

Meto la mano en mi bolsillo para sacar un cigarrillo, lo enciendo y lo pongo sobre mis labios. Le doy la primer calada y expulso el humo por mi nariz y mi boca.
Enseguida se hace una pequeña bola de humo en el aire, prendo el ventilador para que mi mamá no sienta el olor y después no venga a molestar. Rápidamente el olor y el humo es eliminado.

Me quedo unos segundos en la cama tratando de recordar lo que iba a hacer.

- Cierto era anotar en mi cuaderno - me digo a mí mismo.

Me paro y me siento en mi escritorio, agarro el cuaderno donde anoto todos mis crímenes y asesinatos.

Hay varias hojas llenas de mis homicidios y fotos de como he dejado sus asquerosos cuerpos, me gusta ver esas fotos cuando no tengo nada que hacer, ya que recuerdo en momento justo de ellos sufriendo y suplicándome por favor que los deje vivir.

Doy una última calada al cigarrillo y lo dejo al cenicero y éste se apaga.

Tomo una pluma y la sacudo pero ésta expusa tinta azul manchando la hoja que tenía preparada para escribir.

Suelo un gruñido molesto y arranco la hoja arrugandola hasta hacer un bollito y la tiro en el tacho de la basura. Busco una hoja limpia de la libreta y cuando por fin la encuentro comienzo a escribir las mismas personas que William me dijo.

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