Capítulo 3: "Ahora toca aprender, como dejar de querer ".

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Suena mi móvil. Principio de “Counting Stars“, de One Republic. Cris. Contesto.

 - Hola guapa.                  

- ¡Riki! Joder, ¿¡Dónde te metes!? Te he estado llamando todo el día, no has venido al insti... ¿Se puede saber qué te pasa? ¿Por qué no contestabas a mis llamadas? ¡Joder dime algo! 

 - Cris, Cris, Cris. Tranquila, estoy bien. Estoy en el mirador.                                        

 - ¿En el mirador? ¿Pero qué haces ahí?                         

 - Fumar. 

 - Anda que no hay sitios para fumar en toda la ciudad, y tienes que irte allí ¿Eh? el sitio más alejado, con menos gente y encima hace un frio que te cagas.

 - Por eso me gusta.

 - Bueno, ¿Y estás con alguien?

 - No. Estoy sola.

 - ¿¡Sola!? Pero que haces ahí sola. Ahora mismo voy para allá, que tenemos que hablar. 

 - Cris, pareces mi madre.

 - Tu madre no, sino una chica seriamente preocupada por su mejor amiga.

 Y cuelga.

La verdad es que agradecía su llamada. Cris es de ese tipo de gente que con cualquier tontería, el más mínimo detalle, te hace sonreír. Siento que puedo contar con ella para todo, sea lo que sea. Tiene una especie de don. La capacidad de hacerte olvidar todos los problemas. Es una persona transparente, dice lo que piensa sin miedo a lo que los demás opinen de ella. Como yo. O bueno, como yo era antes.Y ahora es cuando más necesito que esté a mi lado, necesito que alguien me devuelva esa fuerza, esas ganas de vivir, de comerme el mundo. Solo necesito a alguien que haga que me olvide de todos los bajones, de los días tristes y grises, que me haga feliz.. Sea quien sea. Y entonces me doy cuenta de que no todo se ha acabado. Que puedo volver a ser la que era. Supongo que la vida es una montaña rusa. Unas veces estás en lo más alto, y otras en lo más bajo. Y como dice esa canción que tantas veces he escuchado: "Ahora toca aprender, como dejar de querer."

Adoro cuando mi mejor amiga me echa esas broncas, como si fuera mi madre. Mi madre... La verdad es que la echo de menos. Pero se fue, aunque se que no para siempre. Mi madrastra estos últimos años se ha portado bastante bien conmigo, pero no es lo mismo. Nadie te va a querer como te quiere una madre. Ni te va a conocer como ella. Porque al final, todos se van. Llega un momento que nadie está ahí cuando más lo necesitas. Te sientes sola, perdida. Y sí, puede que una madre te grite, te haga llorar. Tengas que escuchar palabras de su boca que nunca pensaste que diría. Palabras que hacen daño. Y que muchas veces no se de cuenta que tú también tienes problemas, y que no se los cuentes porque sabes que no te entendería. Pero a la hora de la verdad, cuando todos se han ido, cuando ya no te queda nada ni nadie, ella siempre estará ahí. Porque nadie te va a querer como te quiere una madre. Nadie. Y yo todavía espero el día en que mi madre vuelva. El día en que me perdone. Porque ahora la necesito más que nunca.

«Prohibido enamorarse».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora