I miss U

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Había pasado un mes y medio. Nagumo seguía convencido de que él volvería. No podía hacerle eso ¿no? Se decía a sí mismo que si, Suzuno tan enamorado de él estaba, volvería, volvería a sus brazos. Pero lo había esperado todas las mañanas desde que se enteró que no estaba. Había vuelto un par de veces a casa de los Suzuno tratando de descubrir más sobre el paradero de su amado peliblanco sin embargo, nada.

- Nagumo, cariño - le dijo aquella mañana su madre -. Mañana te vas a otra ciudad a estudiar, ¿no deberías de empezar a hacer la cama?

Suspiró. Ahora todo iba a ser diferente. Buscaría una nueva oportunidad de ser feliz pero su felicidad estaba en el recuerdo de sus escapadas con Suzuno. De su primera vez. La vez que saltó en el bosque contra él y se jugó por lo que sentí. O la vez que Suzuno se cabreó y decidió ser el activo. Todos los momentos estaban en aquel lugar y era lo único que le quedaban de él.

- Sé que no quieres ir pero es hora de pasar página y seguir con tu vida.

La señora Nagumo realmente no sabía nada acerca de lo que le pasaba a su hijo. Sabía que no estaba bien pero nunca había preguntado, tenía la certeza que su hijo nunca se lo diría. Él era así, reservado con respecto a lo que sentía, sólo lo mostraba en rachas de ira. Por eso ella no lo provocaba, no quería que explotase debido a la presión.

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En otro lugar desconocido se encontraba un chico albino frente al espejo del pequeño apartamento que rentaba. Llevaba casi tres meses de embarazo y aún no se notaba nada. Los médicos le habían dicho que no se preocupase, que había embarazos que tardaban más en aparecer y que, dependía de la persona el cuerpo cambiaba de una forma u otra.

Acarició su barriga. Hoy sabría el sexo del bebé. Hubiese querido que Nagumo hubiese estado de su mano, que discutiesen acerca de lo que cada uno quisiera. Estaba seguro de querer a una chica pero, sabiendo como era él, seguro que le hubiera dicho que un niño era mejor, sobre todo si se parecía a él.

Rió ante ese pensamiento. Quería que su bebé se pareciera al pelirrojo, pero a la vez le dolería que eso pasase. Ver el reflejo de aquel que acabó con su corazón cada vez que mirase a su hijo...

El teléfono comenzó a sonar. Se alejó del espejo y miró el número allí marcado. Era el único de sus amigos que sabía acerca de su paradero.

- Kidou - dijo nada más descolgar.

- Pronto - escuchó desde la otra línea, sí, Kidou se había ido a Italia -. ¿Cómo estás? Sé que hoy tienes la visita al médico.

Antes de poder contestar, escuchó un ruido al otro lado del audífono. Sonrió. Posiblemente Kidou estaría acompañado de aquel muchacho al que había conocido cuando llegó a Italia. Su amigo Paolo se lo había presentado ya que, Kidou tenía un apartamento y necesitaba un compañero y el otro, necesitaba un apartamento.

- Lo siento, ¿qué decías? - se volvió a escuchar la voz de Kidou - Perdona, es que hoy Fudou estaba un poco juguetón.

Su imaginación voló. Se imaginaba a Nagumo despertándose cada día a su lado en la única cama del apartamento. Diciéndole cada noche "Te quiero" antes de darle un beso y cerrar los ojos.

No pudo evitar sentir como su pecho se cerraba y volvían las ganas de llorar. El embarazo estaba rompiendo su coraza de frialdad.

- Estoy nervioso. No sé si quiero saber el sexo del bebé - dijo no muy convencido -. Siento que las cosas deberían ser de otra manera.

- No lo son. Él es un idiota, deja de pensar en él.

Unas lágrimas recorrieron las mejillas del peliblanco. Le había roto el corazón. Lo había dejado embarazado y se había olvidado de él. No tenía miedo de que a su bebé le fuera a faltar nada ya que, tenía dinero para criarlo y darle siempre lo mejor pero el bebé iba a necesitar a su otro padre y eso no podía dárselo. Iba a crecer sólo con él y, no podía decir que él mismo fuese demasiado cariñoso. No quería que su hijo acabase siendo como él, una coraza fría.

- ¿Cómo hacerlo, Kidou? Si cargo el recuerdo en mi barriga y en mi corazón - le dijo mientras se limpiaba las lágrimas.

- Tengo que cortar, llámame cuando salgas del hospital - dijo muy rápidamente ante de que se escuchase el pitido que anunciaba que la llamada se había cortado.

¿Para eso estaban los amigos? Se preguntó mentalmente Nagumo. Desde siempre habían sido los mejores amigos ya que, Kidou también procedía de una familia muy adinerada. Lo mismo pasaba con Hiroto y Goenji. Ellos cuatro habían estado juntos siempre pero al único al que le había contado sus penas de los tres, había sido a Kidou aunque, en algunos momentos pensaba que hubiese sido mejor haber elegido a Goenji.

Suspiró y se dirigió hacia el hospital, no quería llegar tarde a su cita con el médico.

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- Suzuno Fuusuke.

La enfermera se sorprendió al verme. Supongo que no era muy común ver a un joven en una sala de espera llena de mujeres embarazadas. Pero su sonrisa cálida le hizo sentirse un poco más cómodo.

Entró a la consulta y el doctor lo miró con su típica sonrisa.

- ¿Cómo te encuentras? - le preguntó.

- Estoy bien, ambos lo estamos.

- Me alegra oír eso. Las náuseas disminuyeron ¿no? - asintió - Eso es bueno, pero nunca se sabe. Hoy veíamos el sexo, ¿me equivoco? Ven y siéntate por aquí - dijo señalando una silla que parecía bastante cómoda.

Una vez allí sentado se quitó la camiseta que llevaba. El médico le alertó de que la crema que le iba a poner iba a estar muy fría, pero el no sintió nada. El frío nunca era una molestia para él.

Comenzó a extenderlo por el estómago con mucho cuidado mientras que en la habitación reinaba el más puro silencio. Suzuno, trataba de averiguar lo que mostraba aquella pantalla pero, la verdad, sólo veía manchas grandes y deformes, ¿cómo hacían los doctores para ver ahí si era niño o niña?

Suspiró.

- Ya te puedes limpiar y poner la camiseta - dijo mientras le daba un montón de papeles para que se quitase la crema -. Yo voy a mandar a hacer una copia en disco de esto que tendremos en dos minutos.

Hizo unas cuantas cosas por la máquina mientras que Suzuno simplemente se quitaba esa crema transparente y volvía a cubrir su torso con la camiseta azulada que llevaba. Después, tomó asiento frente a la mesa del doctor que no tardó mucho en sentarse allí y darle un disco, ahí estaría la radiografía.

El silencio estaba impacientando a Suzuno pero no podía decir nada. Sentía que estaba a punto de echarse a llorar. Odiaba que el embarazo lo pusiera tan sentimental. Notaba que el doctor estaba en silencio por malas noticias.

- Bueno, ya he terminado de actualizar los datos - dijo -. Perdona por la espera, supongo que querrá saber lo que he visto en la ecografía ¿no? - asintió impaciente a lo que él sonrió - No se preocupe, no son malas noticias, son mejores que buenas - dijo con una gran sonrisa que se pegó en el albino creando una paz en su interior y, haciendo que por inercia llevase su mano a su vientre -. Los bebés están perfectamente. Sí, ha escuchado bien, no es sólo un bebé. Son dos bonitos bebés. Una niña y un niño, ambos perfectamente sanos.

- ¿Dos?

Le gustaba la idea de tener un hijo. Pero uno solo. No quería tener dos hijos, no quería preocuparse por dos niños cuando él estaba solo. ¿Cómo iba a compensarle a dos niños la falta de uno de sus padres?

I hate u, I love uDonde viven las historias. Descúbrelo ahora