Y era la más dulce mirada y el pensamiento más oscuro de la eterna soledad que por mi aguardaba. Amplia era la espera, amplio el sufrimiento, amplio martirio y castigo. Sin importar el esfuerzo este no me seria recompensado, no era el momento, no eras tú, era yo, quien no podía convencer ni al más ingenuo. Estaba escrito y era mi condena el deambular con las sempiternas y pesadas cadenas del sufrimiento que eran dirigidas por Passus el cual parecía experimentar una catarsis desbordando risas con un acento de excitación por cada paso que este individuo resignado daba.
