1-Patrick.

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— ¡Charlotte ya me voy!

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— ¡Charlotte ya me voy!. — escuche la voz de Patrick por el pasillo.

Me levante desorientada en un intento de no caerme y desenredar aunque sea un poco la sabana de mis piernas. El pelo caía desordenado en mi cara, debía tener un aspecto asqueroso, pero eso era lo que menos me importaba.

— ¡Patrick espera!. — grite con voz algo enronquecida.

Camine más rápido a oscuras, y tratando de las sabanas se desenredaran de mis piernas. De pronto sentí como mis piernas fallaron y yo termine el frio suelo, adolorida y maltratada.

Sentí los pasos apresurados de Patrick cerca de mi habitación, tome las sabanas con mis manos e intente quitarlas con ellas, pero fue misión imposible.. Solo logre maltratar más mis piernas y tobillos. ¡Esto es imposible!, pensé.

Termine por rendirme y esperar a que Patrick llegara, hablaría con él desde ahí mismo. Mas pasos fuertes e imponentes sonaron acercándose a mi puerta, hasta que ella se abrió y la luz de la habitación fue encendida. El rostro confundido y divertido de Patrick se rebeló.

— Charlotte, ¿que fue es..?. — su pregunta quedo cuando yo alce una ceja y lo mire con recelo.

Una sonrisa burlesca se instalo en sus labios, realmente dolía; mis piernas y tobillos estaban teñidos con un color rojizo leve. De pronto sus carcajadas llenaron el silencio de la habitación. De momento un cojín se apareció en mi campo de visión, una sonrisa malévola se trepo en mis labios.

Lo tome rápidamente y con todas mis fuerzas mañaneras, que en realidad eran muy pocas, le lance el cojín a la cara dándole de lleno a mi objetivo, por ahí bien dicen que el que ríe de ultimo, se ríe mejor; perfecta esa la frase para estos momentos.

Reí, muchísimo al ver su cara un poco roja, no sé si de la ira, risa o del golpe del cojín al estrellarse en su cara, creo que fue de ira, tal vez, no lo sé. Ahora la sonrisa burlesca ocupaba mis labios. Vi como abrió sus labios para hablar. Ahora no por favor, pensé.

— Charlotte Hunter, no llamo a Cilia para que te reprenda con un buen sermón solo porque voy tarde a la empresa y sabes cómo se ponen los malditos accionistas, así que.. — chasqueo su lengua, luego vio el reloj de marca Rolex que adornaba elegantemente su muñeca.- Tienes alrededor de tres minutos para decirme que necesitas, si solo es para darme los buenos días, bueno que sea rápido niña.- hablo rápido sin dejar que ninguna palabra se atravesara en su frase haciéndola ser torpe.

Lo pensé por un corto instante, tal vez el debería llegar tarde hoy y que los accionistas le replicaran por todo, ya saben, sus llegadas tardes. Según Cilia desde que puse pie en esta casa todo lo que ha hecho es llegar tarde a la empresa volver con un humor de perros. No, mejor hablo rápido si llega tarde, no hay quien lo aguante cuando llegue, pensé en silencio.

La Cicatriz de tu Rechazo.(#2/AMR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora