CAPÍTULO 4 -Todo estará bien-

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¿Nunca les ha pasado en su vida que quieren intentar algo, a pesar de un mal presentimiento, lo hacen y termina siendo una catástrofe?

Pues bien, yo tenía ese presentimiento.

Cuando vi la inundación desde afuera creí que sólo se había roto una tubería. UNA.

Pero no.

¿Han visto esas cocinas enormes que salen en las películas con un montón de caños y demás? Pues bien, esta era igual. Pero no se había roto una tubería o dos. Oh no señor.

Por motivos que desconozco se habían roto todas. ABSOLUTAMENTE. Todas. Las tuberías.

Miré a Marcus que se había quedado estancado en la puerta y aunque no lo crean, me daba gusto que se hubiera puesto pálido.

Pero sólo un poquito.

—¿Ahora qué genio? Espero que tus dotes de fontanero sirvan para arreglar todo esto— Me miro molesto.

—Si han explotado todas significa que tenemos que encontrar la cañería principal y arreglarla.

—Ya lo intentamos— El mesero nos observaba. —Incluso cerramos la llave, pero nada funciona.

—Bien, Bry, yo iré a ver la tubería principal, tú fíjate si las de acá tienen una forma de cerrarse.

¿Qué?

Lo miré indignada, antes de que pudiera seguir lo agarré del brazo con fuerza y lo acerqué a mí.

—¿Estás loco?— Susurré furiosa. —No tengo ni la menor idea de cómo arreglar esto.

—Baja la voz— Me correspondió de la misma manera. No iba a hacerlo pero vi su cara acongojada. —Es mejor que te quedes acá y fingir que tratas de arreglar esto a que vayas conmigo y te pidan manejar cosas que no sabes.

Lo miré enojada.

¿Me estaba diciendo inútil?

Iba a replicar pero se escapó de mi agarre y se fue a toda velocidad detrás del mesero.

Cobarde— Gruñí para mí.

La cocina estaba inundada, parecía una de esas películas de tiburón, solo faltaba que uno saltará y me comiera.

Eran varios caños y por más que intenté ver una forma de que ya no salga agua no lo logré. Suspiré.

Estaba cansada.

Tenía los pies hechos un cubo de hielo.

Y había empezado a tiritar por eso.

Maldición Marcus, tanto demoras.

Frustrada, empecé a ver los caños que estaban más apartados en la cocina y me sorprendí al ver que uno estaba goteando.

Me acerqué rápidamente, quizás podría ver como se había tapado y quizás usar eso para los demás, a casi un metro de él me di cuenta que había empezado a temblar.

Oh no...

Vi en cámara lenta como el caño salía volando y toda el agua retenida venía en mi dirección, antes de siquiera reaccionar esta ya había chocado conmigo con tal fuerza que me tumbó al suelo.

—¡¡Ya basta!!— Grité furiosa con los puños apretados. Me pare tan rápido que por el agua en suelo casi me resbalo, lo único que evitó eso fue una barra que tenía cerca. Totalmente furiosa iba a decir improperios pero escuche algo, o mejor dicho nada...

Quinto ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora