La traición.
Es una horrible sensación.
¿Qué le pasa a este mundo?
Cada día está peor.
Mienten sin escrúpulos.
Y creen que eres un iluso.
La traición lleva a la decepción.
La decepción a la tristeza.
La tristeza al enojo.
El enojo a la venganza.
La venganza a la impotencia.
La impotencia vuelve a la tristeza.
Y la tristeza pasa a ser melancolía.
Amargura.
Depresión...
En fin, la traición desencadena millones de antivalores.
Antivalores que te destruyen poco a poco.
Y todo por confiar.
Hoy día tengo miedo.
Miedo de revelarme.
Miedo de mostrar quien soy en realidad.
La inseguridad se apoderó de mi.
Tanto que ni en mi tengo confianza.
Prefiero soledad a compañía.
Prefiero desconfiar a que me dañen.
Prefiero el desahogo con escritos.
Llorar mientras escribo.
Prefiero que nadie sepa lo que siento.
Ya que a veces siento que no tengo problemas.
Puesto que el problema soy yo.
Soy un gran acertijo.
Ni yo sé quién soy.
Si mi inseguridad hablase
Me diría que nunca lo haga.
Si mi desconfianza hablase
Me diría que es inútil, me van a traicionar.
Pero ¿si la otra parte de mi hablara?
Es seguro que diría que me arriesgue.
Si no pasa, entonces que vuelva a intentarlo.
Sería fácil.
Pero normalmente no hago caso a personas que no conozco.
Y esa parte que me motiva no sé como se llama.
No sé cuando utilizarla.
No sé donde se encuentra.
Ni cuando salga.
Entonces es mejor prestar atención a lo que conoces.
Quizás un día conozca a mi otra parte.
Quizás me guste.
Una de las cosas que menos me gusta es la rutina.
Planear y que sea perfecto.
Amo que todo cambie todo el tiempo.
Es por ello que no entiendo que es lo que me está pasando.
Ya que llevo tanto tiempo así.
Y tengo miedo de no volver a cambiar.
