Capítulo 1: Johnny

221 21 0
                                    

¡Hola a todos! Ésta es mi primera historia de NCT, la idea inicial era que fuera únicamente de Johnny y Ten (Tenny is real<3) Pero posiblemente también añada a otros miembros, siempre manteniendo a Johnny y Ten como los principales. Espero que disfruten de esta historia que tiene pensado ser bien larga~ ¡Saludos a todos desde Chile! Espero que disfruten de lo que es mi pasatiempo^^

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

El corazón me latía desbocado desde el pecho, y mi respiración se hacía cada vez más agitada.

- ¡Mami! ¡Mami! ¡Mami! ¡Maaamiii! ¡Quiero chocolate! ¡Quiero chocolate! ¡Quiero chocolateee!

- Hijo, espera media hora que ya llegaremos- dijo mi mamá desde el asiento del copiloto. Ella, papá y yo, nos dirigíamos al famoso Parque 'Erawan'. Estábamos en Tailandia de vacaciones, aprovechando los últimos días antes de volver a Chicago.

- ¡¡No!! ¡No, no, no! ¡Me rehuso! ¡Quiero chocolate ahooora!- insistí en un intento de pataleta.

- Hijo, estamos a punto de llegar, aguarda unos minutos, ya te daré el chocolate.

- ¡No, no y no! ¡Quiero mi chocolate ahora! ¿Porfis, porfis?- dije con un puchero, intentando por ese medio convencer a mi mami, quien nunca se rehusaba a consentir a su único hijo regalón.

- ¡Dios! Podrías haber esperado sólo un par de minutos por el chocolate, apenas acabamos de cenar- Dijo mientras desabrochaba su cinturón y se volteaba hacia el costado de mi silla de niños para sacar el chocolate de la bolsa de golosinas.

 Me sentía acalorado, las sábanas se pegaban a mi cuerpo debido a la no tan delgada capa de transpiración que me perlaba la piel. Me movía de un lado al otro de la cama, pero mi subconsciente se negaba a dejarme despertar, la pesadilla que arremetía contra mi todas las noches se hacía presente una vez más.

- ¡Peter! ¿Dónde dejaste la bolsa de golo...- Y ahí fue cuando todo ocurrió. Todo pasó demasiado rápido para que mi pequeño cuerpo de cinco años pudiera asimilarlo. Miré la cara de angustia e impacto que ponía mi mamá mientras arremetía contra los costados del auto frenéticamente. Estaba sin cinturón de seguridad, todo por mi, maldito chocolate. Los minutos corrían demasiado lentos mientras veía todo de cabezas y me dolía demasiado el brazo, habíamos volcado. Mi padre, sentado en el puesto de conductor se encontraba inmóvil, el auto nos había chocado por su lado, haciéndonos patinar por la carretera. Mi mamá, ya de por sí toda amoratada y ensangrentada, tomó mi mano, y con una sonrisa me dijo:

- Todo estará bien, Cariño, todo estará bien. 

¡No! Mamá, ¡No! No me dejes, mamá, ¡por favor! - Pedía entre sollozos sin poder despertar. Mis pies estaban enredados entre sábanas y cubres, y mi desnudo pecho me pesaba toneladas.

- Cariño, mami dormirá un momento, ¿Está bien? ¿Quieres dormir tu también? - Me preguntó esperanzada.

Me dolía demasiado el brazo, estaba de una forma muy rara saliendo de mi hombro, y hasta respirar me dolía.

- No, mami, no duermas, quédate conmigo y dile al doctor Christopher que me sane, me duele mucho mami, ¡Me duele mucho!- lloraba acongojado, pero para esas alturas, mi mamá ya había cerrado sus ojos, aún me daba la mano y sonreía, pero su pecho ya no subía ni bajaba.

El tiempo se hizo eterno desde ese minuto, yo lloraba y lloraba sin parar, pedía que alguno de mis papis despertara y me ayudara ¿a quién se le ocurría dormir en esos momentos? Me dolía el cuello y la cabeza debido a la posición invertida en la que me encontraba, mi silla de niños, aún asegurada al asiento del vehículo, no me soltaba, pero ya era demasiado, sentía la cabeza roja y caliente debido a la acumulación de sangre en la zona, jamás volvería a estar de cabezas de nuevo sin recordar este momento. Intentaba salir, pero los cinturones de la silla de niños no cedían. Seguía llorando, por mis papis, por sentirme atrapado, por la posición, por el dolor, por todo, y fue casi después de una eternidad en que logré escuchar el lejano sonido de la ambulancia.

- ¡Papi! ¡Mami! ¡Ellos nos sacarán de aquí! ¡Ya no quiero ir al parque, y tampoco quiero mi chocolate! ¡No quiero chocolate, mami! ¡Ya no lo quiero! ¡Despierta! ¡Despiertaa!- El sonido era cada vez más cercano, tanto que en un momento sentía que la cabeza me explotaría si no paraba de sonar. Ya era muy entrada la noche cuando un extraño hombre vestido con un enorme casco y una mascarilla cortó hábilmente el cinturón con un cuchillo, y me sacó.

- ¡Mis papis! ¡Mis papis! ¡Sáquenlos a ellos también! ¡Ellos siguen dentro! - Gritaba, pero de lejos otro hombre le gritaba a mi salvador con un tono urgente, y le hacía señas para que retrocediera, cosa que hizo.

¡No! ¡Salve a mis papás! ¡Sálvelos!- Gritaba desde mi habitación, todo se sentía tan real que hasta mi brazo dolía- ¡¡Salve a mis papás!! - Gritaba desconsolado, ya ahora llorando, pensando que aún podía salvarlos.

-¡No! ¡¡Mis papis siguen adentro!! ¡Ellos siguen adentro!- Lloraba y pataleaba con el fin de salir de entre los brazos de tal hombre y correr a socorrer a mis padres, pero el agarre era muy fuerte, y mi brazo izquierdo dolía demasiado. Fue en ese momento, luego de la explosión, el fuego y las llamas ardiendo en el auto en el que me encontraba hace sólo unos segundos atrás, que perdí la consciencia. 

-¡Johnny! ¡JOHNNY! ¡¡DESPIERTA!!- Me movía fuertemente mi hermanastra, Tern, a fin de que despertara. Abrí los ojos de golpe, acomodando dolorosamente mis ojos a la luz que ahora invadía mi habitación, mi corazón aún no se tranquilizaba, golpeaba mis costillas de un modo muy doloroso. Había tenido la pesadilla, otra vez. 

- Fue mi culpa, hermana, ¡Fue mi culpa! ¡Maldito chocolate!- Lloraba ahora abrazado de mi hermanastra fuertemente, incluso haciéndole daño por lo apretado de mi agarre.

- Tranquilo, Johnny, tranquilo...- Me consolaba mi confidente, quién había cumplido el rol de una segunda madre en mi vida. Golpeaba leve y cariñosamente mi espalda, y pasaba su delgado y suave pulgar por mi mejilla, quitándome las lágrimas.

Ese fue el día de mi accidente, el día en que perdí a mis padres, el día en que toda mi vida cambió. Fue desde ese día en que me negué a comer chocolate otra vez.

Novercae Filius | [JohnTen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora