"Una princesa nunca debe mentir"
-GUÍA OFICIAL DE COMPORTAMIENTO DE UNA PRINCESA.La noticia de la fiesta en el castillo se propagó como una enfermedad. Incluso salió en el diario de Illonee y en el de Selena. Mi padre se había olvidado por completo de la fiesta cuando planeó el viaje, así que, cuando mi madre se lo recordó a la hora del desayuno no dudó ni un segundo en cancelar el viaje. El rey lo aceptó y dijo que estaba encantado de quedarse unos días más en el castillo y que el viaje podía hacerse después, pero que él se iría bien acabada la fiesta. Y nadie lo juzgó, recientemente había sucedido algo en Selena y se reportaban muchos heridos, el mar se levantó y casi se comió a una ciudad entera, fue por eso que el Rey vino aquí en primer lugar. Tenía que reunir ayuda para las ciudades tragadas por el agua y las afectadas durante el sismo que ocurrió horas antes del levantamiento del mar. Incluso Inahí quería irse con él pero el rey le negó el permiso y le dijo que necesitaba que se quedara aquí a supervisar los paquetes de comida y prendas que mi padre les enviaría en muestra de apoyo. Y obviamente mi padre jamás se negaría de ayudar a alguien, no porque sea de corazón, sino porque le daría puntos en los libros de historia cuando se hable de él. Como era evidente, los chicos sí pueden ser egoístas, o solo mi padre. Aunque la mayoría de los príncipes que he conocido son...
— ¡Emmalya! — Era el profesor Grumbell, me extrañó verlo en el comedor principal pues a él no le gustaba andar por allí en el castillo. Normalmente me daba clases y se retiraba con su actitud imperiosa. Pero esta vez no venía así, tenía el cabello revuelto y la misma ropa de ayer. — Lamento no poder darte clases hoy, pero tengo unos problemas muy serios que arreglar en casa.
— ¿Necesita algo? ¿Puedo ayudarle en algo? — NO sabía que tuviese casa, tampoco era que creyera que vivía en la calle pero jamás me lo imaginé en una casa.
— No, gracias princesa. Lo aprecio, pero mi familia es la única que puede ayudarme. — Sus ojos brillaron al pronunciar a su familia. Tampoco creí que la tuviera, pensé que su actitud era porque jamás pudo encontrar a alguien con quien pasar el tiempo y solo tenía las clases para salir de su agujero oscuro. Que tonta había sido.
— Sí. Puede marcharse cuanto antes para atender esos problemas, y si necesita algo pídalo yo se lo consigo.
— No tiene por qué fanfarronear de todas su pertenencias princesa.
— Yo no... — Y se fue, haciendo sentir miserable. Otra vez. — Genial. No necesitaba esto.
— ¿Dijo algo princesa? — Murmuró un duque regordete que jamás había visto pero reconocía por sus ropajes.
— No. Si me disculpa. — me aparté del hombre y camine hasta con mi hermano. Éste estaba hablando con una chica de vestido rosado con estoperoles verdes.
— Grisam te necesito un momento. — Él me mira, le sonríe a la chica delante y le pide que se retire. Al darse la vuelta descubrí que el vestido, por detrás era amarillo fluorescente. Contuve la risa. — Grisam, ¿quién es esa chica? — Pregunté señalando a la chica con la barbilla.
— Oh, hermana, es la mejor — ¿amor? — Hace todo bien, me ayudó bastante a planearlo todo. — Me mira por un segundo y se ría, he de tener cara de pasmo. — La fiesta, hermana. La fiesta, es la representante de unos cómicos que harán un show y amablemente me ayudó a planear lo demás. Es una chica interesante.
— ¿Crees que haya sido por ayudar o porque eres el príncipe de Illonee?
— Bueno, no creo que a todos les importen los títulos. Y, no interesa por qué decidió ayudarme, es muy linda. — Admite mirándola aún. La chica está hablando con un hombre de negro que trae cables colgados en ambos brazos.
—Sí, sólo espero que ese vestido sea uniforme y no sus gustos.
— No, de hecho así es ella. El vestido lo hizo ella, es su favorito. Dijo que para la fiesta usará...
— ¡OH! ¿Te enamoraste de esa chica? ¿La invitaste a esta fiesta?
— No, bueno, sí pero ella debe venir es representante. — Asentí. Lo abracé cosa que le tomó por sorpresa, me pasó sus brazos por la cintura y murmuré:
— No importa quién sea, nunca niegues el amor, hermano. Y feliz cumpleaños. — Me aparté de él, se pasó una mano por su cabello negro, como si acabara de darse cuenta de algo importante. Se queda en silencio unos segundos que parecen eternos, pero no me interesa porque está sonriendo, le sonríe al suelo pero creo que no es al suelo lo que ve. Miro a la chica, es rubia y muy pálida, no es muy delgada ni importante pero Grisam no debe pensar en nadie más que en él. En su felicidad. Nuestro padre nunca estaría en desacuerdo con él si lo hace feliz, como si fuese su único hijo. Pero esa no es la verdad, yo también quiero poder enamorarme y casarme sin que interese de dónde son o qué papel tienen. Pero es un privilegio del que jamás gozaré.
— Mi cumpleaños es mañana Emma.
— Lo sé, quería ser la primera. — Ríe.
— ¿Para qué me buscabas en principio hermana? — Es cierto, ¿Para qué lo buscaba?
— No recuerdo. — Examiné todos mis movimientos pasados, después de los gritos de Grumbell y el choque con el señor vine hacía él. — Oh, creo que te iba a pedir que no planearas más fiestas hasta que todos se vayan.
— Claro, no tenía pensado hacer alguna otra. ¿Cómo vas con tus pretendientes hermana?
— Bueno, no son muy distintos a... ¿cuál me dijiste que era su nombre? — musité señalando a la chica de vestido amarillo.
— Se llama Amelia, es de aquí y tiene 18 años. — Volví la mirada a la chica, parecía demasiado grande para él. No creí que tuviera 18 años. Pero era obvio que debía tener más pues no puede ser representante de personajes importantes teniendo 17 años o menos. Capta mi mirada y sonríe, se inclina levemente y continúa charlando con el señor de los alambres.
— Genial. Espero en serio que hagas algo porque no creo que tengas más excusas para verla después.
— ¿Qué? Pero si yo no uso excusas. — Se defiende.
— Okay, si no lo haces ¿De qué hablaban cuando llegué? — Abre la boca pero no dice nada. En contrario comienza a reírse.
— Ya está bien. Veré cómo traerla aquí más seguido. De eso me encargo yo.
— Es bueno saberlo hermano, creo que iré a escoger vestido y máscara. ¿Tú qué usarás?
— Lo mismo que papá, un traje blanco con un antifaz dorado. Él me pidió que lo hiciéramos en familia y mi madre usará un vestido blanco con antifaz dorado también. ¿No te dijeron? — Pregunta al ver mi rostro. Desde luego no me avisaron, no creo que mi padre me considere familia porque ni siquiera creo que hayan pensado en mí.
— Sí, me dijeron, pero ya me habían hecho vestido y no había tiempo de hacerme otro. — Mentí. No lo creyó y no objetó por eso. Me despedí de él, decidí que no quería ir a ver vestidos ahora, las ganas se habían desvanecido. Creí que ésta fiesta nos haría unirnos más como familia, era una fecha importante para mi hermano y lo más prudente era que todos nos uniéramos a pesar de las diferencias. Pero veo que no pensaron en mí, solo en ellos. Me enseñan a no ser egoísta y pensar en los demás pero son exactamente iguales.
Salí al patio casi corriendo, me sentía atrapada dentro de unas paredes enormes y guardias por todos lados. Parecía que yo, por ser princesa y heredera podría hacer lo que quisiera, que era libre. Pero me sentía en una prisión, nunca iba poder ser yo misma si lo que hacen mis padres sin mí seguía afectándome. Hice el recorrido por los pastizales hasta el laberinto de arbustos. Me quedé parada afuera, hace mucho tiempo que no lo cruzaba, la última vez me había perdido. Tenía 8 y eso había bastado para jamás querer volver a cruzarlo. Pero debo hacerlo, no porque tenga ganas, en realidad lo quiero hacer para probarme a mí misma que sí puedo enfrentar mis temores, pero no sé si deba hacerlo sin avisarle a alguien. Decidí que entraría y saldría cuando sentí la mano de alguien en mi hombro, temí que fuera mi padre porque estaba lo bastante enojada y triste para hablar con él. Al darme vuelta descubrí que no había sido quien creía, era Cannae que me miraba con una enorme sonrisa en los labios, misma que se desvaneció cuando yo no le devolví la sonrisa.
Me preguntó si estaba bien, le respondí que no. Preguntó si podía saber por qué y no respondí, no tenía ganas de hablar con nadie pero no iba a ser descortés. Caminamos un rato hasta que me di cuenta de lo que estaba a punto de hacer. No era mentira que me había perdido cuando tenía 8 años. Lo peor no fue que me hubiera perdido durante dos días, lo peor fue que nadie se molestó en ir a buscarme, tenía ocho años y no les interesaba en absoluto en ese tiempo, no sé por qué me molesto al descubrir que nada ha cambiado desde entonces.
Cannae fue muy atento, decidí que sí podía contarle, una persona simplemente no podía no tener sentimientos, como el manual rezaba casi en la primera página. La madre de Inahí debió haber pasado algo difícil para decir hacer esa regla, no entiendo por qué una princesa sería más débil si tiene sentimientos. Aunque no era secreto que el amor te hacía débil. Pero en ninguna regla pedía no enamorarse. Lo dejaban claro sutilmente pero no directamente, quizás ésa era la vida de Heamil.
— Creí que saldrías.
— Yo también, pero mañana es la fiesta de mi hermano y decidimos posponer el viaje, no podíamos faltar. — Murmuré. — Jamás le harían algo así a mi hermano. — Bisbisee lo último más para mí. Me sorprende que no lo haya escuchado, y si lo hizo lo ignoró.
— Me alegra que hayamos podido salir, quisiera decirte algo importante. — Asentí, ya había superado por completo cualquier cosa que tuviera que ver con mis padres y mi hermano.
— Anda, dímelo. — Lo aliento. Cannae toma aire y lo retiene antes de hablar, me mira directamente a los ojos, evaluando mi mirar.
—No quiero mentirte Emmalya, quiero que seamos amigos como antes, que solíamos jugar y contárnoslo toso. Obvio ya no necesitamos jugar nada, no creo que nos vean ven si nos ven corriendo o jugando a las escondidillas.
— Nuevo encabezado, "La princesa jugando a las escondidillas con un chico". — Digo, haciendo un ademán con las manos. — Sería bueno ver cómo reacciona mi padre a eso. — Se ríe, cómplice.
— Me gusta cómo suena eso, pero necesito decirte algo antes de que algo más ocurra.
— ¿Algo más? ¿Qué más puede suceder? — Cannae toma aire y lo expulsa.
— Quiero que sepas que me gustaría que llegáramos a ser algo más que amigos. Y entiendo si crees que es arriesgado o muy ambicioso, pero me creí que lo mejor era que lo supieras antes y no creyeras cosas de mí. — ¿Esto es una declaración o algo parecido? Pues es lo más cercano que tengo por el momento.
— Espero verte mañana en la fiesta, me gustaría bailar. — Esa era una idea que le gustaba, a mí no me fascinaba demasiado pero sería una buena distracción por el momento. Quizás no consiga tener amigas aquí dentro, o un amigo, pero supongo que lo que yo quiero es diferente a lo que Cannae quiere. Peor no importa, no me negaré a nada. No es como si debiera.
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SECRETOS EN LA REALEZA.
Misteri / Thriller"Incluso en los cuentos de hadas hay monstruos que nunca mueren, peleas que nunca ganas, secretos que una vez encontrados, nunca terminan". Mi nombre es Emmalya Pervinca Sannliss Ratle, y soy la siguiente en la fila para el trono Illoneé. Mi padre...