Capítulo diecinueve.

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Su sonrisa se ensanchó aún más - si es que eso era posible - y empezó a dar vueltas en su silla de escritorio.

- ¡VAMOSSSSSS! Si es que ya sabía yo que no ibas a poder resistirte. - bromeó.

- Todavía puedo retirarme. - le avisé.

Él se acercó, me agarró la cabeza, y me dio un sonoro beso en el cuero cabelludo.

- No, ya no puedes. Te prometo que me voy a portar bien. - continuó, sentándose en su cama, justo a mi lado.

¿Puede alguien quitarle esa estúpida sonrisa de la cara?.

Me estaba poniendo nerviosa.

- No te emociones tanto, ni siquiera sé cómo voy a ayudarte. - le informé.

- Solo necesito que me digas lo que os gusta a las chicas, que practiques conmigo la cita, para no ponerme tan nervioso, y ya está. No es para tanto. - lo llevaba claro si pensaba que así podría ayudarle.

- Ya Jesús, pero es que tú lo ves muy fácil. Yo no tengo nada que ver con Rocío, y dudo mucho que compartamos algún gusto... -

- Sois chicas, _____. Con tu ayuda me sirve, no te rayes. - este no tenía ni idea.

Pero bueno, él era el que estaba insistiendo, y también me interesaba que cumpliese su parte del plan, así que...

- Yo tengo menos problema... los tíos sí que sois todos iguales. - bromeé, aunque quizá - en parte - sí que creía en aquello...

- Joder, no hemos empezado y ya me estás ofendiendo... - fingió que se secaba una lágrima.

- Qué idiota. - le dije, mientras le daba un pequeño golpe en su codo, con el mío.

Él también se rió, y de repente se me ocurrió preguntarle algo.

Sabía que en alto iba a sonar incluso más ridículo de lo que ya lo hacía en mi mente, pero me sentía muy cómoda con Jesús, y no me preocupaba tanto la vergüenza cuando se trataba de él.

- Oye - llamé su atención, mientras jugaba con el coletero que descansaba sobre mi muñeca - ¿Crees que tengo alguna posibilidad de gustarle a Álvaro?. - no sé si quería escuchar su respuesta.

- Hombre, si contamos con que a Álvaro le gustan de todas las formas y colores, y que tampoco es que seas un orco de Mordor... - finalizó riéndose.

No era la primera vez que escuchaba que Álvaro era algo... sueltecito y, a decir verdad, no me hacía especial ilusión.

- ¿Te gusta mucho?. - me preguntó Jesús, buscando mi mirada.

Le miré, y encogí los hombros, al mismo tiempo que fruncía mis labios.

- No, no sé. Me parece guapo, y es el típico tío del instituto que te hace gracia, pero tampoco lo conozco mucho... - él asintió.

- Bueno, ya nos encargaremos de eso. - sonó tan seguro de sus palabras, que ya parecía un profesional en el tema.

- Y a ti, ¿Te gusta mucho Rocío?. - Pregunté.

Él sonrió con timidez, y mentiría si dijera que no me pareció adorable.

Me había contagiado su sonrisa para cuando retomó la palabra de nuevo.

- Sí, la verdad. Me lleva gustando bastante tiempo, siempre me he fijado en ella, y no sé... creo que últimamente me las ha estado lanzando, así que... -

«Distancias relativas.» - Jesús y Tú. - Gemeliers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora