A medida que pasaban las horas, la preocupación de Sofía se acrecentaba cada vez más al punto de que por su cabeza comenzaban a circular toda clase de ideas acerca de lo que podría haberle pasado a Sebastián: Tal vez su celular no tenía batería, tal vez se sentía enfermo y no pudo ir a la escuela, tal vez había perdido su teléfono y por eso no había contestado ninguno de sus mensajes y llamadas o simplemente no quería verla, pues pasar una noche en su casa no remediaba todas las peleas que habían tenido en las últimas semanas. Abrumada ante tantas posibilidades Sofia decidió dejar las preocupaciones a un lado, pues parecía algo exagerado pensar que algo malo le hubiera pasado a Sebastián solo porque no había sabido de él durante todo un día.
Para relajarse un poco , la chica decidió prepararse un poco de té. Cuando el té estuvo listo, se dirigió hacia el sofá con la taza caliente entre ambas manos y se recostó sobre los cojines. Cuando estaba tratando de ponerse cómoda, un objeto desconocido se asomó entre el espaldar de la silla, era negro, brillante, bastante rígido y no paraba de vibrar: el celular de Sebastián. Ahora todo tenía sentido pensó Sofia.
La chica dejo la taza sobre la mesa de la sala y tomo el teléfono con ambas manos como un niño al que sus padres le regalan un nuevo juguete. Presa de la curiosidad se dispuso a revisar el celular minuciosamente, así que empezó por los chats. La bandeja de entrada se encontraba inunda de mensajes desesperados provenientes de alguien que se hacia llamar " I ". Sofia trato de recordar todas las personas que conocía y cuyos nombres empezaran por aquella letra pero no consiguió nada, así que decidió abrir la conversación y comenzar a leer en busca de alguna pista que le indicara quien era este misterioso personaje que buscaba a Sebastián con tanta insistencia. Conforme leía, Sofia se dio cuenta de la estrecha relación que parecía existir entre el chico y aquella enigmática persona, ambos compartían mensajes bastante cariñosos como si se tratara de dos viejos amigos. Los mensajes eran bastante claros, quien fuera que fuese " I " conocía bien a Sebastián y estaba tan preocupado como Sofia por el bienestar del chico. Ella decidió continuar leyendo hasta encontrarse con lo que estaba buscando: un nombre, y no fue cualquier nombre, era un nombre de chica. Pronto, " I " dejo de ser una incógnita y se convirtió en Isabela. Pero, las sorpresas seguirían llegando, pues Isabela y Sebastián habían tenido lo que parecía una cita esa misma mañana a las 8 para ser exactos en la 1425 de la calle Broome.
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Si algún día llegas a amarme
Genç KurguEsta no es la típica historia de amor adolescente a la que estamos acostumbrados; esta historia se atreve a sumergirse en los rincones mas profundos del corazón y la razón humana, no viéndolos como antónimos si no como un dúo dinámico esencial para...