Prólogo.

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La oscura habitación estaba más fría de lo acostumbrado, las paredes grises admiraban al hombre al centro del cuarto y las mariposas blancas volaban alrededor de sus pies con calma. En espera de una misión.

La sonrisa en el alto hombre presagiaba desastre y sus claros ojos un futuro incierto, lleno de sufrimiento y dolor sin sentido.

Las vibras negativas aleteaban sin control por todo la ciudad y eso significaba algo muy bueno para Hawk Moth, que con sus poderes controlaría los deseos oscuros y alimentaria el rencor.

Desde chicos avergonzado en público que buscaban venganza, hasta adultos despedidos por tonterías. Todas esas personas eran frascos vacíos en busca de contenido para llenar.

Sus planes estaban cada vez más cerca de cumplirse, si conseguía los miraculous de Ladybug y Chat Noir lograría su objetivo. Podría por fin encontrarla. Descubrir porque se fue y no volvió.

Por fin tendría el poder definitivo. Podría crear y destruir, traer a la vida y quitarla. Sería el dueño de Paris y no habría nada que no sucediera sin que él se enterase.
Y a pesar de lo mucho que aquellos chiquillos se metieron en sus planes, él seria quien saldría triunfador de todo aquello.

-Mi nombre es Hawk Moth y yo puedo darte lo que tanto deseas, pero a cambio debes entregarme los miraculous de Ladybug y Chat Noir.-dijo como lema al poner en juego un nuevo peón en la ciudad.

Después de tanto tiempo buscando una manera de deshacerse de Ladybug, por fin había encontrado la forma de debilitarla, de volverla inútil, y usando de nueva cuenta su más agradable arma, podría ponerla en un debate mental entre lo correcto y sus sentimientos.

Solo un poco más y ella misma le entregaría sus pendientes, resignada.

El hombre río sabiéndose triunfador. El fin estaba por llegar. Y el sabor de la victoria era dulce.

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