Capítulo 3.

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Nirek me trataba de intimidar con la mirada, no permití que lo hiciera, yo intentaba sostener mi rostro en la posición que estaba y lo hice hasta que llegó mi hamburguesa con una carne de 400gr. Sí, era una pecadora, que me perdonara Brahmán.

Él idiota de mi prometido como buen hindú era vegetariano por lo cual, el muy nena pidió ensalada, ni en mis días de dieta me dignaba a comer solo lechuguita.

―No puedes mirar a los hombres directamente a los ojos en la India―habló de repente para prestar atención a sus alimentos.

―¿Qué?

―No puedes dirigirte a mis padres por sus nombres de pila.―Continuó.

¿Ya me estaba dando órdenes? Me negué a contestarle pero lo reté con la vista.

Le di una mordida a mi hamburguesa y Nirek me regresó la mirada con un tanto de asco, revolee los ojos y le di un trago a mi soda de dos sabores.

―No sé cómo puedes beber eso―dijo frunciendo el ceño.

El primer error de Nirek era que no trataba de comprenderme.

―La Manzanita y el Sprite son una buena combinación.―Me encogí de hombros―Deberías probarlo.

Con mi mano libre empujé el refresco hacia él, Nirek dudó un momento y negó con la cabeza, lo acerqué a mí otra vez y le di otro trago.

―¿Bebes? ―preguntó.

―¿Es que eres tonto? Claro que estoy bebiendo, es evidente.―Lo miré mal.

―Alcohol, Indira, alcohol―habló con fastidio.

Reí y negué con la cabeza. Ya no sabía quién de los dos era más tonto pero seguramente no era yo.

―Muy bien, jamás bebas enfrente de mis padres o de cualquier persona y para que sepas no habrá alcohol en nuestra boda―sentenció.

¿Y eso a mí qué?

―¿Es que no acabas de escuchar que no bebo? ¿O es que crees que soy alcohólica?―pregunté harta de que estuviera suponiendo cosas sobre mí.

―Yo solo decía.―Levantó las manos como acto de rendición.

―Pues no andes diciendo.―Enojada le di otra mordida a mi hamburguesa.

―No levantes tanto la voz.―Me regañó―.Mis padres entienden poco el español pero por si acaso no digas palabras soeces.―Le dio un trago a su agua.

¿Él me estaba diciendo vulgar?

Estaba a punto de hablar pero el negó con la cabeza.

―No me grites, no me ofendas enfrente de nadie, ante todos somos una pareja, será mejor guardar las apariencias―dijo tranquilamente.

―Es un matrimonio arreglado―hablé entre dientes.

―No es el primero, ni el último, y como matrimonio arreglado nosotros debemos tener nuestras reglas, como lo que te estoy pidiendo seguir.―Nirek estaba siendo duro conmigo, que decir duro, él me pedía cosas que no sabía si podía cumplir porque tal vez y solo tal vez no le estaba poniendo atención.

Solo era capaz de ver lo que era probablemente una ofensa.

―¿Nuestras reglas?―pregunté con sarcasmo―.Aquí él único que está poniendo sus reglas eres tu.―Asumí molesta.

Para toda la vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora