Cristal

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Capitulo 2


Después del entierro. Reconocía que mi vida sería diferente, tengo que cuidar a mi pequeño hermanito. Él fue muy fuerte, pero le dolió muchísimo ver a nuestra madre en un ataúd. Ahora él es mi responsabilidad y lo cuidare de todo el mal. Y estábamos completamente solos y el miedo de perderlo, destruirá más mi vida. Unos meses después recibía cartas misteriosas sobre el pago de un dinero, incluso algunas con amenazas.

Hasta que un día unos hombres de negro, derribaron la puerta de la casa. Me quede atónica ante la presencia de esos tipos. Estaba en la sala con mi hermanito, aquellos hombres caminaron por toda la casa. Arrojaron las cosas al suelo. Buscaban algo. Abrace con todas mis fuerzas a Carlos, no sé quiénes son y tengo mucho miedo. Cada ruido nos atemorizaba, el miedo es lo único que fluía en nosotros. El cuerpo de mi pequeño temblaba en mis brazos.

Los hombres estaban concentrados en lo que buscaban. Estaba bastante asustada como para reaccionar. Empecé a escuchar sollozos, observe de donde provenían y eran mi hermanito. Tocaba con la palma de mano su cabeza para tranquilizarlo.

Mi cuerpo tenía que reaccionar para irnos del lugar, si no lo hacíamos estarías en un gran peligro. Saque una bocanada de aire, mi respiración estaba acelerada. Me moví lentamente con mi hermano en mis brazos hacia la puerta. Mi único objetivo es salir con mi hermanito, hasta que siento unas manos sobre mi cabello. Me jale fuertemente, no logro sostener sobre mis brazos a Carlos. Jadeo del dolor sobre mi cabeza. Me arrastra hasta el sofá y me levanta para arrogarme. Un puño se dirige sobre mi mejilla, el ardor el terrible. En mis ojos surgen lágrimas, pero mi prioridad es Carlos. Trato de buscarlo, sin embargo el imbécil me impide verlo, me invade la rabia y frustración.

─ ¡¿Carlos?! – grito con todas mis fuerzas. Trato de buscarlo y otro golpe se siente sobre mi estómago. Me retuerzo del dolor. – bebe – susurro. Mi voz es rasposa. No dejo de buscarlo. Tengo mucho miedo de perderlo. Es lo único que tengo. El estúpido me voltea contra el sillón, mi carta es oprimida contra esta. Intento escabullirme pero el es más fuerte. me retuerzo y lo único que obtengo es más dolor. Llorar no solucionara. Se acerca a mi oreja.

─ ¡Compórtate perra! – me golpea el culo, y aprieta con fuerzas su mano sobre mis brazos. – Te voy a coger. – una de sus manos viaja sobre mi cuerpo. Me da asco. Vuelvo a retorcerme. Sigue haciéndolo, desgarra mi blusa. Su mano se mueve hacia mis senos.

─ Miguel. – de repente estoy libre. Todo mi cuerpo está ardiendo. – ¿Qué haces pendejo? Recuerda la orden.

─ Lo se. Aunque esa perra, se resistía. Quiero cogerla. – a pesar de ser salvada. Siento rabia el no poder estar con mi hermano. Tengo que encontrarlo. Me pongo sobre mis codos y me levanto. Limpio las lágrimas y tengo que hacer lo posible por tenerlo a mi lado.

─ ¿Dónde está mi hermano? – sentía mi garganta apretada. – hare lo que sea – en mis mejillas siento lágrimas.

─ Yo la quiero – mis ojos buscan compasión en ellos. lo que obtendré será dolor. Tengo que salvar a mi bebe. –

─ No. Tenemos que buscar el dinero – mierda de seguro son los que mataron a mi padre. Me frustra no poder hacerles algo a los pendejos que mataron a mi familia. Junto todo el coraje para enfrentarlos.

─ ¿Cuál dinero? – tengo que jugar con sus mentes – no se qué dinero dicen. – sus carcajadas son dagas en mis oídos.

─ ¿Te haces la pendeja o qué? Perra. – trato de alejarme de ellos pero me uno de ellos sostiene mi brazo fuertemente. – tu dulce papito nos debe.

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