Llega una limosina en la parte delantera del lugar y un hombre enorme coloca su mano sobre mi espalda para conducirme a los asientos traseros. Estoy acostumbrada a esos tratos pero casi no me lastiman porque soy valiosa para el señor.
En el vehículo siento la presencia del hombre que pago bastante por mí y la luz está pagada, lo cual solo puedo ver sombras de ese magnífico hombre. Se me eriza la piel de sentir su mirada que al parecer me está devorando con sus ojos. No logro visualizar su rostro pero no me está gustando como actúa mi cuerpo. En un instante él se arroja en mí, devora mis labios, tocando con su enorme mano mi pierna y la otra mano sobre mi nuca, le permito que meta su lengua en mi boca y estas tienen una batalla y para es asqueroso. Su aliento huele bien. Con ninguno de los hombres que me han rentado, me he excitado como él. Estoy muy mojada, con cada toque me excito mucho. El beso se intensifica, el me besa con ansias, muerde mi labio superior y yo le hago lo mismo. Esto es tan excitante, sentir como folla mi boca es lo más rico que he experimentado.
Mis manos quieren tocarlo. Siento su mano levantar mi vestido hasta mis caderas. No llevo nada de ropa interior, su mano aprieta con fuerza en mi culo. Voy a correrme muy pronto, de eso estoy segura. No dejamos de besarnos y se escuchan gemidos por toda la parte trasera de la limosina y cada centímetro de mi cuerpo ruega que me folle de cualquier forma. Su mano se dirige a mi vulva, uno de sus dedos masajea mi clítoris, mi cuerpo cobra vida y se mueve en contra de sus dedos. Entra uno de sus dedos en mi vagina, y me folla con fuerza. Su dedo es una maravilla sobre mi coño. No puedo detener el orgasmo que estoy a punto de sentir, suelta mi boca y hago mi cabeza hacia atrás, grito con todas mis fuerzas. Por dios que intenso y fue con su dedo. Mi cuerpo está en éxtasis, no logro aterrizar. Apenas me estoy recuperando cuando siento algo caliente en mi vagina, mueve mi cabeza hacia mi coño y veo algo sobre mi vagina, su aliento se acerca, más y más. Sus labios atrapan mi coño y lo besa demasiado bien, sus labios son magníficos, su lengua atrapa mi clítoris, nunca había sentido este placer. Mi cabeza da vueltas y su lengua entra en mi vagina, es muy ágil. Lo único que hago es sentir. Me provoca otro orgasmo tan intenso que siento que estoy flotando. Es la sensación más increíble, no quiero aterrizar y volver a la realidad.
De repente escucho bajarse la cremallera del pantalón para sacar su pene y de una sola embestida lo entierra por completo en mí y se detiene. Es un alivio que lo hago porque siento cada parte de su pene, debe ser grande y grueso. Sentí un pequeño ardor cuando entraba.
Comienza las embestidas hasta lo más profundo de mi vagina, lo siento agitarse. El sexo con este hombre es realmente bueno, los dos estamos gimiendo otra vez. No muestra cansancio lo cual quiero que continúe. Como me gustaría ver su rostro o tocar su cuerpo. El orgasmo se avecina y él también se va a correr. Mi orgasmo es más fuerte que los anteriores y alcanzo a escuchar que dice mi nombre. Nos quedamos por unos segundos conectados, nuestras respiraciones están agitadas.
Al lado de este hombre me siento viva. El sale de mí y siento una gran perdida, quería que por mucho tiempo estuviera dentro. Me doy cuenta que no uso condón y es obligatorio usar uno, aunque tomo la píldora por varias razones, sin embargo no me protegen de las enfermedades de transmisión sexual. Me deje llevar y no se lo recordé, pero un hombre como lo debe tener claro.
Leonardo se coloca en su asiento y se sube el cierre, por mi parte me bajo el vestido, normalmente me quedo desnuda pero me siento tímida junto a él. Estoy consciente que me observa en cada uno de los movimientos que hago. Durante los siguientes minutos ninguno de los dos dice alguna palabra, el silencio me impacienta. Hasta que me dice algo.
─ Llegamos – su voz es grave, se me eriza cada fibra de mi cuerpo. – quédate callada. – llegamos a un enorme edificio, es una de los más caros, lo identifico por su estructura, un hombre mayor abre la puerta del edificio y saluda a Leonardo.
─ Buenos días señor – recorre su mirada por todo mi cuerpo. - ¿su novia señor? - ¿su novia? ni él se la cree, un hombre como el, ha de tener mujeres a su alrededor. Es sorprendente que aún no conozca la cara de Leonardo, no lo he hecho porque siento vergüenza. A causa de esos tres orgasmos, debo estar sonrojada. Mi cabeza apenas y le llega al pecho.
─ No, es una amiga, con su permiso, me voy. – el hombre mayor dirige una mirada hacia mí.
─ Que les vaya bien. – su rostro se ilumina con una enorme sonrisa.
Leonardo coloca una mano sobre mi espalda, para dirigirme al elevador. Aprieta un botón y este se abre. Entramos y oprime al último piso. De repente él se coloca enfrente de mí y me quedo atónica. Tiene alrededor de treinta años y sus ojos son hermosos, color miel, sus labios carnosos, que me hacen crear fantasías y puedo notar su enorme cuerpo musculoso más cerca. Coloca su rostro a mi altura, lo cual no deja de ver mis labios. Por instinto pongo mis brazos sobre sus hombros y lo beso. Esto lo sorprende porque él no mueve sus labios, al poco tiempo me levanta en contra de la pared del elevador. Mis piernas rodean su cadera, su pene se pone muy duro contra mi coño, se frota en mí. Mi vestido se enrolla hasta mis caderas por el movimiento. Se baja el cierre y mete su pene en mi vagina, me agarra con fuerza para no caer. Aunque me está apretando la sensación vale la pena. Sus embestidas son salvajes. Me aferro a sus hombros anchos. Cada una de las embestidas me hace llegar a la cima. Explotamos con un fuerte grito. Escucho a una voz femenina decir Leonardo, la única mujer aquí soy yo. ¿Por qué dije su nombre? El sexo con él, es el mejor.
Permanecemos por un tiempo conectados, mi cabeza se posiciona en su hombro y puedo oler su fragancia, la cual es embriagante para mí. De un movimiento brusco sale de mí. Me suelta y caigo con un fuerte golpe en mi culo. Eso dolió mucho, a pesar de lo acostumbrada que estoy a todo esto. él se aleja de mi hacia el otro extremo y coloca una mano en el elevado y agacha su cabeza. Me sorprende ese gesto de su parte, pensé que había disfrutado pero parecía preocupado. Gira su cabeza hacia mí y me dice.
─ Sígueme – ni siquiera me di cuenta cuando llegamos al piso deseado, salgo de este y me encontró enfrente una gran puerta, el inserta la llave y esta de inmediato se abre. En todo momento estoy detrás de él, como me lo pidió. – entra y no toques nada. - Se dirige a tomar una copa y la llena con cubitos de hielo, toma un frasco que al parecer de ron y lo sumerge en el vaso. Mientras él bebe, observo su departamento, es muy grande, todo es muy limpio, no me sorprende las cosas alrededor porque todos los tipos que conoció tenían así sus casas. – ve al dormitorio, esta al fondo – me lo dice sin mirarme y hago lo que me pide y entro a un cuarto muy grande con una cama enorme. Me desnudo rápidamente para recibirlo. El vestido es muy bonito como para tirarlo, así que mejor lo doblo y lo pongo en un buen lugar.
Como toda una sumisa, estoy en la esperada del hombre que con un solo toque me excita. Me imagino recorrer mis manos por su cuerpo musculoso, se me seca la boca de pensar en él. Cada parte de mi desea su toque.
Leonardo se dirige al cuarto, escucho el sonido de sus zapatos golpear el piso, y yo me acomodo en la cama, cruzo mis piernas y mis brazos se relajan a mis costados. Estoy esperando a un dios del sexo, en ese momento abre la puerta, busco sus ojos para buscar lujuria pero lo que veo es preocupación. Me observa por un momento y camina hacia el baño, lo cual cierra la puerta con un movimiento muy brusco. Me quedo atónica, pensé que me volvería a follarme aunque seguiré en mi posición hasta verlo regresar es mi obligación. Además estoy muy excitada mis pezones están puntiagudos y mi vagina suplica tenerlo dentro.
Me quedo varios minutos sentada y nada, lo único que escucho es ell agua correr, al parecer se está bañando con esto pierdo la esperanza de disfrutar el sexo más salvaje y placentero en mi corta vida. Mi cuerpo suplica acostarme, mis músculos están tensos de lo sucedió con ese dios llamado Leonardo. Mi cuerpo comienza a relajarse y me dejo llevar por la tranquilidad que transmite este dormitorio, mis ojos pesan.
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Cristal
RomanceCuando era una niña, creía en los cuentos de hadas. Me casaría con el príncipe azul. Mi papá tomaría mi brazo para llevarme rumbo al altar. Mi mamá me ayudaría en los preparativos. Con el pequeño Carlos a mi lado. Ellos eran los únic...