Capítulo 12

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—¿No ibas a viajar esta tarde?

Lorenzo niega con la cabeza y me sonríe. Entrecierro mis ojos en su dirección y ladeo mi rostro.

—Respóndeme —exijo.

Él sonríe aún más y quita sus lentes de sol.

—Me enteré lo que pasó en el partido y quise saber como estabas —me guiña un ojo y vuelve a poner sus lentes de sol—. Eres la mejor amiga de mi hermana.

Hago una mueca, rodando los ojos.
Ante la llegada del pelinegro, Le'Brun no dudó en salir por donde vino, dando una simple despedida.

Desde ese momento, Lorenzo se encuentra balanceando sus pies en la piscina, junto a mi.
En un momento voltea su rostro y me observa seriamente, como si quisiera decirme mil cosas.

—Sabes que nada puede pasar entre nosotros, Lolo —digo adivinando el motivo de su mirada, él sonríe de lado y asiente cabizbajo.

Mis ojos se pasean por el patio, recordando el momento en el que Lorenzo dejó un beso en mi frente con mucha confianza y Le'Brun simplemente apretó los puños y se retiró.

—¿Qué te parece unas malteadas bien frías? —ofrece con una sonrisa.

Asiento devolviendo la sonrisa.

—Ve a vestirte decentemente y nos vamos —frunzo el ceño viendo mi atuendo.

Pensándolo bien, estoy de pijama y así planeo pasar todo el día.

—Mejor le decimos a María que lo haga y nos quedamos aquí.

Me incorporo y camino hacia la casa.

María, es quien se encarga de mantener nuestros estómagos saciados desde hace ya mucho tiempo. No recuerdo un momento familiar en el que Maria no haya estado presente.

—María —saludo, tomando asiento en el taburete.

—Mi niña —sonríe detrás del desayunador.

—¿Podrías prepararnos un par de malteadas?

Me sonríe dulcemente. Sí, soy la consentida de María.

—Claro que sí, dos malteadas marchando —me guiña un ojo y le sonrío.

Antes de poder continuar con la conversación aparece mi hermano vestido de traje.

—¿Qué haces? Es domingo —frunzo el ceño, confundida.

Respira hondo y lo suelta en un suspiro.

—Tengo una reunión en casa, más específicamente en mi despacho —me señala amenazante—. Ben está en silencio jugando vídeojuegos, por lo que te imploro que estés lo más tranquila posible.

Asiento, encogiéndome de hombros. Me sonríe en respuesta.

—María, ¿podrías llevar a mi socio directo a mi despacho cuando llegue? —cuestiona.

Luego de la respuesta de Maria mi hermano se va a paso rápido y algo nervioso. De seguro es un negocio importante.

—Está muy estresado el pobre, pero nada que un té de tilo no arregle —habla para si misma.

Sonrío ante su preocupación y vuelvo al patio. Lorenzo al verme llegar sacude su teléfono en clara señal de noticias.

—Viernes desde las cinco de la tarde hasta el amanecer, los Reyes de la Universidad darán una fiesta en la piscina en una casa de verano de alguno de ellos.

Saco mí teléfono y confirmo el mensaje, confundida.

—¿Ya van dos fiestas organizadas por los últimos año? —cuestiono y Lorenzo asiente, emocionado.

Hipotéticamente Enamorada | YA EN FÍSICO POR EDITORIAL NARANJA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora