Vació por dentro.

Cuando sientes qué todo siempre es lo mismo.

Capítulo 1
Todo empieza con una simple palabra llamada cáncer para algunos muerte, soledad y para otros tristeza, para mi es simplemente cáncer.
Hoy me levanto y es como un día cualquiera normal un día gris nublado y solitario, el cielo empaña nubes, nubes que tapan el sol y dejan al descubierto un frío desolador pero bueno da igual siempre es lo mismo me levanto y afuera no hay nada nuevo por lo que veo. Bajando las diecisiete escaleras de todos los días llego la cocina lleno un baso de agua depositando el metroxetato en mi lengua la pregunta es.. ¿que que es el metroxetato? pues es una mierda de medicina para el cáncer, y no solo es la única que tengo que tomar.
Cogo el móvil y bueno nada nuevo nada diferente sólo mensajes de zorras sin corazón dispuestas a dar lo que fuera con tal de meter mi polla en sus bocas pero veo un mensaje que ni merece la pena ni la da, era de mi padre el mismo mensaje de todos los días siempre las putas palabras de "tienes que respetar mi vida y mirar por mi felicidad"y luego la respuesta de siempre " me la suda tu nueva vida con tu puta novia," alejándote de tus dos hijos sin importarte las mierdas que les puedan pasar o suceder. Mi hermano Roberto se levanta con la misma sonrisa de siempre eso es lo que no quiero que cambie o que sea diferente.
Día a día le preparó su cola cao acompañado de sus galletas de dinosaurios ese pequeño es lo único que me hace feliz, después de unos mimutos recibo una llamada al teléfono es mi tía Esther, que hoy sí o sí venían a por nosotros que no querían que estuvieramos tanto tiempo solos mi hermano y yo la verdad que no diríamos que no, aunque nos obligarián si lo hiciesemos,porque mis tíos para mi son como mis verdaderos padres al igual que mi prima Samanta es como mi hermanita. Recogiendo un par de camisetas y un par de pantalones mi hermano Robert me llama a gritos diciendo que él ya tiene su maleta echa que sinos marchamos ya con esa voz de pito y esa dulce sonrisa que puede derribar hasta la más dura amargura, mi hermano tirando de mi camiseta obey gritaba
¡Tate cuando nos vamos, cuando nos vamos! Yo le dije que todavía no era la hora, que estuviera tranquilo y esperará sin ser tan impaciente. Eran las cinco y mi tío ya estaba aquí subimos al coche y fuimos directos a su casa.