V - Quinto acto.

69 5 3
                                    

-León... - se humedece los labios. - ¿Quieres pasar?

Mi mente se congeló. ¿A qué se refiere con eso de que si quiero pasar? ¡¿No se supone que ella es casada?! Aunque, esta invitación implica lo contrario en cierto modo. La presión en mi mente baja a mi estómago, de ahí hacia la garganta. Siento como presiona mis cuerdas vocales hasta el punto de sentir que me ahogo. Mi estómago se pone frió y mi piel arde. Una fina capa de sudor recubre mi cuerpo. No pensé que una simple chica podría provocar todo eso a un hombre.

Ella espera mi respuesta, se nota un tanto ansiosa. Sus ojos están muy abiertos e iluminados. Esa luz que solo puede brindarles el amor. Llevo varios segundos sin decir una palabra, luce desesperada.

Yo... yo... - Mi voz no podía escapar de la presión en mi cuello.

- ¿Quieres que pase? - lo dije sin pensar tratando de ganar tiempo. Ella asiente con una sonrisa en su rostro. ¿Quién diría que es la chica que lloraba hace unas horas?

Ella no tiene idea de cuánto deseo pasar, cuanto deseo probar sus labios, sacarme la duda de porque pienso tanto en ella. Pero, no quiero cometer un error, no quiero que ella cometa un error. No es correcto aprovechar un momento de debilidad de una chica.

¿Crees que sea apropiado? - le dije al instante que su rostro se llenaba de confusión.

- ¿por qué no podría serlo? - su rostro sigue muy confundido y ansioso.

- estas en un momento de debilidad... ¿Segura que quieres hacer eso? ¿No será un error?

- ¿pero por qué dices esas cosas? ¿Por qué va a ser un error? - hay exasperación en su voz.

- Estás casada ¿no? - le dije tratando de suavizar el peso en mi corazón, con miedo a escuchar la respuesta.

- eso... - cubrió su mano derecha detrás de los archivos. - es complicado León.

-¡¿Sí lo estás?! - Mi voz subió un poco de tono. Estoy perdiendo el control.

- sí. - una lágrima se escapó de sus ojos. Inclinó la cabeza. Esa respuesta no ligero la carga de sentimientos que llevo desde que le conocí, por el contrario la hizo más fuerte. ¿Me enamoré de una chica casada? ¿Le iba a ser infiel a su marido? ¿Por qué vive sola si es casada? Mi mente es un desorden. Trato de esconder el dolor que me provocó saberlo. ahora, me doy cuenta que tenía un poquito de felicidad en la ignorancia.

No está simple como un "si". - se quebró su voz. - es más complicado que eso, León.

¿Qué puede tener de complicado un matrimonio? - me dije.

-Debes pensar lo peor de mí en este momento. - Dijo ella, estando a pocos centímetros de mi. Lo peor es que está en lo correcto. La chica se va acercando lentamente, mientras yo, me alejaba de ella. Quiero preguntarle tantas cosas. Tengo un dilema moral en mi mente ahora mismo. Sólo puedo pensar en que debe haber una razón lógica para todo esto. ¿Solo será un simple caso de infidelidad?

Por alguna razón esta situación, ella y su propuesta me enojan. Sus ojos comienzan a humedecer, su gesto de confusión, va convirtiéndose en tristeza. Dos lágrimas bajaron de sus ojos al inclinar la cabeza. Me miro otra vez, esta vez limpio sus mejillas con su mano izquierda, fijo su mirada en la mía, retrocedió unos cuantos pasos, saco un juego de llaves de el bolsillo izquierdo de su chaqueta, y trago en seco. Me dio la espalda e introdujo la llave en el cerrojo; se quedo varios segundos de espalda hacia mí, entro a su departamento cerrando con fuerza la puerta.

¿Debía detenerla? ¿Por qué esto hizo que me enoje de esa forma? ¿Por qué está casada y vive sola? ¿Donde está su marido?

Mi corazón y mente no podían más; necesitaba marcharme y dormir, dormir, dormir y nunca despertar, más sin embargo, tenía una presión en mi pecho, que se hacía más fuerte con cada paso que me alejaba del 16B. Cada paso clavaba un alfiler en mi corazón, y se repetía la misma pregunta sin respuesta ¿Por qué no la bese? ¿Por qué no pase a su departamento? Lo único que tengo claro es que ella es el artesano que le da forma a mis sentimientos. Necesito Volver a su departamento y besarle, necesito besarle, besarle, besarle, besarle y besarle. Eso despejara mi mente y me dará un poco de cordura.

La llave en la cerradura era la única cosa que me separaba de mi departamento. Mí tan adorada almohada, sin embargo, las preguntas y dudas no se marchaban de mi cabeza. ¿Debo regresar? Le di vueltas en mi cabeza por varios segundos con la mano en la perilla, hasta que me decidí y dejando la llave en el cerrojo a pasos rápidos y largos volví a su departamento.

Toque su puerta varias veces, las agujas en mi pecho se hacían más gruesas y largas, acompañadas de un frió en el estomago.

- Un momento por favor. - Dijo ella luego de tocar la puerta por décima vez. Su voz dulce y adormecida causo un efecto renconfortante en mi. Al parecer tiene un sueño muy profundo. Abrió un poco la puerta. - ¿Qué pasa león?-sus ojos estaban enrojecidos, pruebas de su llanto. Estaba en pijama; una blusa corta color gris de tiras con la imagen de un perrito muy alegre, un pantalón muy corto color negro el cual iba perfecto con su piel, y unas medias verdes con figuras.

- Pues... es que... - con mi mano derecha en la puerta, la abrí por completo dando un paso a su departamento, acercándome a pocos centímetros de ella. Su cuerpo se movió un poco, se puso tensa y sus ojos estaban inquietos. - Lo cierto es que... tu... - No puedo aguantar la necesito más cerca. la traje hacia mí con mi brazo derecho en su cintura.

Nuestras miradas se enlazaron, pidiendo a gritos acercarse más.

- Pero... estoy casada... - dijo en mis brazos.

- No hablemos de eso, lo nece... te necesito. - Dije al besarle.


Ascenso. [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora