Capítulo 3: ¡¡Abre los ojos!!

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Al terminar de ducharme, me dirigí a mi habitación con algo de escalofríos mezclados con angustia. No contaba con muchas amigas, y aunque se los contara no me creerían, al igual que mi familia, de seguro me tomarían como loca o como una chiquilla con demasiada imaginación. 

El transcurso del mi día fue normal, en el colegio aburrida como siempre y excluída de muchas cosas por ser la "rara" del lugar, se basan en un estereótipo básico de que si eres chica debes escuchar música estúpida que te dice lo maravilloso e inexistente del mundo, vestir de rosa o simplemente como protituta para agradar. Cosas que jamás haría sin importar mucho la opinión de los otros. 

Llego a casa, no hay nadie, como de costumbre, tomo un vaso de leche y me encierro en mi cuarto a escuhar música, antes de que lleguen mis padres y me pidan a gritos que le baje el volúmen. 

Sin darme cuenta cae la noche, son las 22:15 hrs. Quizás la inquietud de recordar lo ocurrido en casa de mi tía Valery sumandole la angustiosa y desesperante noche que acabo de pasar ah hecho que me sienta más agotada que de costumbre, y sin pensarlo me dispongo a dormir. 

Ya con mi vieja polera de pijama puesta, me tumbo sobre la cama y sin pasar demasiado tiempo me duermo. 

Nuevamente despierto de un salto, miro mi reloj, son las 03:30 a.m. Sentía mis manos sudar, pese a que estaba aún aturdida po el sueño, podía sentir todo lo que ocurría con mi cuerpo, no me era de extrañar ya, era una situación inquietante pero no de temer, o eso hasta que comienzo a cerrar mis ojos para retomar, lo que era hasta ahora, mi tranquilo dormir. 

Estaba en mi sueño, pero con total control sobre este, me movía a voluntad, podía caminar, hablar y hacer lo que se me diera la gana. Me encontraba en un colegio, o al menos eso parecía, estaba algo descuidado como si estuviese abandonado, mire al lado del pupitre en donde me encontraba y había una chica de cabello castaño y ojos de un azul profundo, me sonríe, yo temerosa le devuelvo el gesto por cortesía, ella se pone de pie, me toma la mano y me comienza a hablar. 

- Vamos- dice entre suaves zamarreos a mi brazo - Llegaremos tarde, y nadie quiere llegar tarde aquí.- 

Con voz algo confusa le digo que está bien, no comprendía nada, pero quería saber a que se refería. Al salir del salón, nos encontramos con largas escaleras, a lo que inmediatamente le miré con algo de pereza. 

- Porque esa cara, Kat? - Voz alegre y con su sonrisa calmada y cálida - No te pongas así, cuando en vez de caminar puedes saltar! - Exclama mientras comienza a brincar muy alto y alejandose poco a poco. 

Confundida, intrigada pero a la vez entretenida de lo que ocurría hasta ahora, comienzo a imitarle y doy brincos, los más altos que alguien puede dar. Por un momento se me pierde de vista, me preocupo un poco, y necesitaba un baño, di un par de pasos y encontré uno. Tal vez, jamás debí entrar. 

Giré suavemente el picaporte e ingresé algo temerosa. 

-Dios! este baño es un asco...- Dije en voz baja mientras que en mi rostro expresaba el malestar de estar allí. 

Tomé un poco de papel higiénico y limpié lo más que pude el inodoro, pero al intentar orinar escucho una voz llena de tristeza. 

- Porfavor no lo hagas - Me alega una extraña y tenebrosa chiquilla - No quiero continuar vomitando - Se larga a llorar desconsolada -

Al momento de oir a la chica alzo mi mirada pero en el acto la bajé. Sin duda la chica era espantosa, pero no quería demostrar miedo alguno. La miré de re-ojo y se me comienza a acercar, le miro un poco mejor, no tenía piernas, extrañamente se encontraba "flotando" o algo así, su cuerpo estaba con heridas que le sangraban sin parar, le faltaba parte de su brazo izquierdo, y su brazo derecho lo movía a una velocidad impresionante hacia arriba y abajo sin cesar, su rostro cubierto casi completamente por su sucio cabello como si estuviera enlodado, sus ojos blancos con un gran circulo negro en el centro, su piel y sus labios pálidos, y tenía rasgunos por todo el rostro. Inquietada me acercaba a la puerta lo más discreta que podía, pero en tan solo un parpadeo quedó frente a mi. 

- ¿Ya te vas? - Alega con tristeza  - 

- S-sí, debo apresurarme o llegaré tarde - Le mencioné demostrando una voz serena. 

Creo que al verle tan de cerca hizo que se me revolviera el estómago, por lo que al evitar vomitar, escupí la acumulación de saliva en mi boca, escupí en una vieja bañera que había allí, toda oxidada y rastros de haber estado llena de sangre. 

- ¡¡Que haces!! - grita alterada y de la desesperación comienza a rasguñarse el rostro - 

- Que sucede, solo escupí un poco... ¿Que hay de malo con eso? - mi voz temblaba al igual que mi cuerpo al ver su reacción. 

- Te dije que no quería continuar vomitando, pero aún así... - No logró terminar de hablarme y comienza a regurgitar en el suelo, mientras continuaba haciendose daño. 

Espantada intenté irme, pero cada vez que me acercaba a la puerta esta, de alguna manera se alejaba. 

- No te vas ir después de hacerme esto - un profundo desprecio se notaba en sus palabras, y me miraba con ira, sin dejar que haga movimieno alguno. 

Desesperada cierro mis ojos con fuerza y empuño mis manos, esforzandome por salir de aquella pesadilla, en mi mente me gritaba angustiada - ¡¡Vamos despierta, que esperas, abre los ojos!! - me lo repetí incansable hasta que lo conseguí. Me senté apenas logré abrir mis ojos, todo mi cuerpo sudaba, y mis manos temblaban, miré todos los rincones de mi habitación por si me encontraba con alguna anormalidad, pero por lo que aprecié todo estaba en calma. 

Sonreí bobamente al sentirme a salvo, suspiré algo agitada y me dije en voz baja. 

- Segura que quieres continuar durmiendo luego de ver ese puto reloj? - ... 

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