2- El señor Malzieu.

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Cuando desperté la mañana siguiente, la luz del sol a penas iluminaba la cama de Damian -el niño de cabello como la nieve- con una tenue luz, una que a penas y podía atravesar la cortinas azules y translúcidas que rodeaban su alrededor marcando su espacio dentro de nuestra habitación.

El sol ya casi no irradiaba calor gracias a que eran principios de noviembre, en cambio, el aire que se colaba por la ventana a penas abierta soplaba con fuerza. Es frío y me hace temblar un poco en cuanto me toca,  pero para Damian parecía ser una sensación agradable. Sus ojos vagaban  hacia la cortina como si buscara atravesarla y ver al otro lado de la ventana, como si esperara que algo o alguien entrara.

Se ve solitario y puede que algo triste, pero ¿yo que sé?

Tal vez buscaba ver las copas de los árboles moverse o querías ver un avión o algo parecido. Quiero preguntarle pero se ve lejano y está tan concentrado que no dan ganas de molestarlo. ¿Qué estará pensando? No puedo evitar mirarlo por un rato, intentando descifrar el misterio de alguien a quien a penas había conocido el día de ayer. La idea de que pueda ser uno de esas personas con piel y cabello muy claros pasa por mi cabeza y me hacen pensar hasta el momento en que su mirada cae sobre mi.

-Buenos días, Harry -me dice con una sonrisa tan brillosa y bonita que no parece ser el mismo niño que acabo de ver mirando solitariamente hacia la nada -¿dormiste bien?

-Si -respondo y le devuelvo la sonrisa, dedicándome a mirarlo mejor ahora que hay más luz.

Su piel se ve más pálida de día, al igual que su cabello definitivamente blanco que resalta sus ojos azul cielo. Es increíblemente claro de color, incluso las pecas en su rostro son difícilmente visibles.

Es como una estatuilla de porcelana fina, ¿en serio es real?

-¿Tú dormiste bien?

-Si -dice con una emoción tan grande que hace que sus ojos le brillen- después del desayuno voy a ir a ver al señor Malzieu, ¿quieres venir?

Ni si quiera sé quien es el señor Malzieu y tampoco creo que sea buena idea irme de la habitación porque si mamá viene y no estoy aquí armará un escándalo hasta encontrarme, pero -aun cuando no sé por qué- quiero ir.

Quiero ir y ver todas las cosas que lo hacen poner una expresión tan feliz en su rostro.

-¡Si! -respondo, su emoción contagiándome por completo.

Una enfermera abre la puerta en ese instante. Es diferente a la enfermera vieja y amargada que había estado atendiéndome ayer y eso me alegra.

-Buenos días -la saluda Damian.

Ella levanta su vista castaña hacia él, sonriéndole con cariño antes de meter un carrito con dos charolas que parecían traer nuestro desayuno.

-Buenos días -dice ella con un voz tan suave que me hace relajarme un poco después de ver que en su carrito también hay jeringas- ¿hiciste un nuevo amigo? -le pregunta al mismo tiempo que se mueve con el carrito hasta Damian para ponerle una pequeña mesita sobre sus piernas y asentar su charola con jugo, un sándwich y una gelatina en ella.

Damian asiento al mismo tiempo que le da una mordida a su sándwich.

-Él es Harry -dice con las mejillas llenas de comida- ¿podemos ir a ver al señor Malzieu terminando de comer?

-Estoy segura de que al señor Malzieu le encantará conocer a Harry, pero antes tenemos que hacer la rutina antes, ¿okay?

-Okay -sonríe.

Se mueve tranquilamente hasta mi lado con su carrito y repite el mismo proceso de poner la mesita sobre mis piernas y luego la charola de comida.

-Mi nombre es Diana -se presenta- estaré cuidando de ti y de Damian, así que no dudes en llamarme si te duele algo o te sientes mal, ¿okay? Estaré viniendo de vez en cuando con el doctor para asegurarme de que estén bien, así que no te preocupes. Estás en buenas manos.

Not EternalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora