Amalfi, Italia, siglo XII DC.

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Las galeras desfilan hacia el sur por la costa de Amalfi con destino a Mesina, capital del reino de Sicilia y lugar de embarque de los cruzados con destino a Tierra Santa. Dos niños, Beatrice y Giovanni gritan entusiasmados a los barcos desde un promontorio. Los niños son hijos de pescadores, no existen lujos en sus hogares, los integrantes de sus humildes y religiosas familias, trabajan de sol a sol desde temprana edad. Beatrice de nueve años ayuda a su madre tejiendo las redes que su padre y tíos usarán en su trabajo, Giovanni de diez años, ayuda a su abuelo, ya demasiado viejo para las tareas de pesca en el mar, reparando mástiles, timones, en el pequeño astillero de la costa. Todas las tardes, luego de recibir las barcas pesqueras con su carga y llevar el pescado al mercado, los niños salen juntos a pasear y jugar por las calles de Amalfi. El momento mas hermoso para ellos es cuando ya cae la tarde y buscan la alejada caleta donde desnudos nadan y chapotean jugando en el Tirreno hasta la caída del sol.

         Esa tarde, corren de la mano como todos los días a su caleta. Arrojan sus ropas en la arena y se meten al mar. Por alguna razón el mar está distinto, brilla con un color claro. Pequeñas luces deambulan bajo la superficie. Beatrice, más observadora le dice a Giovanni:

         - Mira Giovanni, hay lucecitas bajo el agua.

         - ¿donde?

         - ahí, mira, hay una cerca de ti.

         - hmm, deben ser algas, anoche hubo tormenta.

         - Si, pero mira como se mueven, tengo miedo.

         Giovanni se ríe y mostrando coraje ante Beatrice, la abraza y espanta las luces que los rodean.

         Beatrice, abraza a Giovanni, temerosa.

         - ¿nos harán daño?

         - no lo creo, - dice Giovanni, -mira, hay dos que se acercan.

         El agua los cubre hasta el cuello, el mar esta totalmente sereno. Las pequeñas luces se aproximan, rozan sus cuerpos abrazados, y finalmente desaparecen.

         Giovanni siente una  extraña energía en todo su cuerpo. Beatrice mira a sus ojos tratando de ver si el siente lo mismo que ella.

         Turbados, vuelven a la costa. El brillo del mar ha desaparecido. Todo es normal como siempre. Riendo de sus miedos se visten y corren a sus casas tomados de la mano.

         Han pasado cinco años, la relación entre ambos ha cambiado, concientes de sus cambios físicos, y de los comentarios de sus familiares, hace tiempo que abandonaron su costumbre de bañarse juntos. Primero dejaron el contacto físico en el agua, luego, el pudor los hizo desvestirse y entrar al agua sin mirarse, después, solo se bañaban vestidos, finalmente abandonaron sus baños. Hasta la costumbre de andar de la mano les provocaba una corriente eléctrica en sus cuerpos que no entendían. Pero seguían frecuentándose. Largas charlas reemplazaron a los juegos, las miradas directas les provocaban rubor y turbación. Beatrice se ha convertido en una joven y  hermosa mujer, Giovanni en un apuesto muchacho.

         Ella fue la primera en reconocerlo. Amaba a Giovanni. Claro, reconocerlo distaba mucho de declararlo.

         Las tareas familiares cada vez dejan menos tiempo para estar juntos.

         Desde hace un año Giovanni se embarca a pescar temprano por la mañana. Beatrice, lo espera por las tardes en el muelle, lo ayuda a desembarcar la pesca y lo acompaña al mercado.

         Las conversaciones sobre cardúmenes, atún, redes y tempestades comienzan a aburrir a Beatrice. Disimuladamente, en un momento ella roza la mano de Giovanni, el la mira a los ojos, pero esta vez ella le sostiene la mirada. Beatrice disfruta viendo la turbación de Giovanni.

         Ella, en secreto, ha retomado la costumbre de los baños en la caleta. Todas las tardes se sumerge sola en el mar disfrutando los recuerdos de su infancia con Giovanni.

         Giovanni no puede dormir, se ha dado cuenta que ama a Beatrice. Al día siguiente, distraído en sus pensamientos, casi cae al mar en una maniobra de pesca. Definitivamente la ama. Al llegar a puerto la busca desesperado con la mirada. Allí esta ella esperándolo. Sus miradas lo dicen todo. Luego del trabajo se alejan del pueblo, fuera de la vista de la gente se toman de la mano y caminan a la caleta, al llegar se desvisten mutuamente sin apartar la vista uno del otro, ella lo besa, el la acaricia y abrazados se internan en el mar.

         Ha pasado más de un año, sus visitas frecuentes a la caleta tarde o temprano traerían consecuencias.

         Abrazados y exhaustos en la arena, Beatrice hace su confesión.

         - Giovanni, mi amor, estoy embarazada.

         El la abraza con inmensa felicidad, la besa, y la vuelve a abrazar. Pero Beatrice parece preocupada.

         - ¿Que sucede mi amor?

         - Nuestros padres no lo permitirán, ningún sacerdote nos casará, estoy desesperada, Mis padres me enviarán al convento.

         - ¡ No lo permitiré!

         - ¡Que vamos a hacer, Giovanni? Ya empezará a notarse.

         - ¡Huiremos!

         -  ¿A donde iremos mi amor?

         - No lo sé, he aprendido a navegar, recorreremos la costa hasta el sur y comenzaremos una nueva vida los tres.

         Se juran mantener el secreto y acuerdan salir en tres días aprovechando la luna nueva.

         Amanece en el golfo de Salerno. Una pequeña barca a vela viaja rumbo al sur. Giovanni, Beatrice y unas pocas pertenencias partieron a la madrugada desde Amalfi, unas notas escritas dejadas en ambas casas, son los mudos testigos del destino de los jóvenes.

         Al caer la noche, Giovanni busca en la costa un lugar para descansar, al virar una peligrosa saliente rocosa se encuentra con tres barcas. En el acto Giovanni las identifica

         – ¡Corsarios Sarracenos!

         Giovanni trata infructuosamente de escapar, las ágiles naves piratas le cierran el paso. El abordaje es inminente. El líder de los piratas blasfema jurando la esclavitud o la muerte de los jóvenes, Giovanni mira a Beatrice y le promete que morirá antes de permitir que alguno de los piratas toque su cuerpo. Con un golpe de timón, gira hacia las rocas donde las olas rompen peligrosamente. Los piratas insultan pero no avanzan por temor a las rompientes. Beatrice toma la mano de Giovanni y le dice.

         – Amor, lo que decidas esta bien.

         Giovanni, con lágrimas en los ojos dirige la embarcación a las rompientes.

La colisión es tremenda, la destrucción es total, en unos minutos todo ha desaparecido bajo la superficie.

         Los piratas se retiran frustrados, uno de ellos, sorprendido le comenta a otro.

– ¿Notaste las luces que hay en el mar?

Ay! Mis pobres enamorados, ya pueden estar juntos en paz, sus luces deambulan curiosas por mis costas aunque siempre se las ve volver a una pequeña caleta cercana a Amalfi…

Memorias del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora