Pelear con mi madre se había hecho una costumbre, desde que se había casado con ese hombre, todo en casa había cambiado. Su hijo engreído y estúpido, no lo soportaba, me molestaba cada mañana con su música de mierda y los gemidos de las perras que traía a casa cada que mamá se iba.Como era de costumbre, los gemidos de la tipeja se escuchaban por toda la casa, hice una mueca de desagrado, y caminé hacia la puerta de la habitación de Stefan, vaya imbécil, me tenia muy enfadada. Abrí la puerta de golpe, Stefan volteó rápidamente hacia mi dirección con el rostro empapado de sudor.
- ¿Quieres unirte?.- Dijo con una sonrisa burlona.
Mis manos se formaron en un puño y tensé mi mandíbula.
-¿Por que no le dices a este imbécil que no coge bien y dejas de gritar como perra desquiciada?.- Mire hacia la chica que cubría sus senos con la manta de Stefan.
Salí de su habitación dando un portazo, entre nuevamente a mi habitación y me senté en la esquina de mi cama. Extrañaba a mi padre. Antes de que el se fuera, todo era muy diferente en casa, amaba los domingos familiares, las cenas, cuando papá nos llevaba al parque con Victoria, mi mejor amiga, casi mi hermana. Papá tuvo un accidente automovilístico hace cinco años cuando iba a su trabajo, fue un golpe muy duro para la familia, era un hombre muy querido por mucha gente, en especial para mamá y para mi.
Tomé mi bolso y un abrigo y salí de mi casa, deseaba ir al parque cercano, donde papá siempre nos llevaba, hace mucho tiempo que no iba, me traía muchos recuerdos nostálgicos, cuando peleo con mamá, suelo ir a bares y beber hasta perder la conciencia, por ello mamá cree que tengo una adicción al alcohol, es estúpido.
Tomé mi celular y marqué al número de Victoria.
- ¿Victoria?.-Dije cuando escuché que respondieron.
- Hola Elena.- Dijo con voz dormilona.
-Lo siento, ¿estabas dormida?.
-Si, ¿sucede algo?, déjame adivinar, tu hermano nuevamente te despertó con los gemidos de su asquerosa novia.- Dijo con ironía.
-Exacto. Vine al parque que está cerca de mi casa, marqué para decirte que si querías venir, puedo pasar a tu casa.
-Claro, llegó en 30 minutos, te veo allá.
-Genial, adiós.
Colgué la llamada y fui a sentarme en el tronco de un árbol que quedaba cerca del pequeño lago con patos, era relajante sentir el aire fresco, escuchar a los patos nadando, sin nadie a mi alrededor.
Saque mis auriculares de mi bolso y me los puse. The Scientist de Coldplay, mi canción favorita de todos los tiempos, una canción muy relajante para estos momentos, recuerdo hace dos años fui a un concierto de coldplay con Victoria y Jeffrey, su novio, fue una de mis mejores experiencias con dos de mis mejores amigos, recuerdo que cuando llegue a casa le conté a papá como había empujado a una chica que se había puesto en mi lugar, se rió mucho de mi ese día.
Sentí como alguien sacó un auricular, volteé asustada y mire a una Victoria sonriente.
-¡Victoria me asustaste!.- Toqué mi pecho intentando recuperar el aliento.
-Lo siento, te veías muy concentrada en el paisaje y no pude evitarlo.-Rió sentándose a mi lado.- ¿Que haces acá tan temprano?
-Sólo.. quería relajarme un poco, Stefan volvió a hacerme enojar, como de costumbre, y no quería estar en casa.- Recargue mi cabeza en el tronco del árbol y cerré mis ojos.
-¿No crees que deberías hablar con tu madre sobre eso? Me imagino que es asqueroso escuchar cada mañana los gemidos de esa perra.-Dijo con desagrado.
-Lo es, pero mamá no escucha, cree que lo digo por que quiera que se separe de su estúpido marido y por molestar a Stefan. No vale la pena hablar con mamá.-Fije mi mirada en el lago y sentí como mis ojos comenzaban a mojarse.- Extraño a papá.- Cuando dije eso, sentí como una lágrima caía por mi mejilla.
-No llores Elena, se que tu padre está muy orgulloso de ti, donde sea que esté, el te esta cuidando.- Me acerco hacia ella y me abrazó.
-Lo necesito conmigo.-Escondí mi cara en su cuello y comencé a llorar.
Victoria no dijo nada más, sólo se limitó a sobarme la espalda y dejar que termine de llorar.
Me separé de ella y seque mis lagrimas cuando ya estaba más tranquila, de verdad me había mucha falta mi padre.
Nada era igual.