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Recojo el correo y me apresuro a subir las escaleras de dos en dos, hasta llegar al segundo piso. Pico varias veces al timbre y espero.
Beck me abre la puerta, vestida únicamente en bragas y sujetador.
- Beck tienes un aspecto horrible - comenté observando su cabello enmarañado.
- Gracias Alice, dan gusto tus cumplidos - Dijo riendo mientras me dejaba entrar en su hogar. Si es que se podía llamar así... Me dije observando la humedad del techo.
- ¿Dónde está mi pequeña? - Pregunté dirigiéndome al salón, que apenas estaba a unos pasos.

La encontré justo donde la había dejado, solo que esta vez su alrededor estaba lleno de papeles con extraños dibujos, a los que ella llamaba obras de arte, y colores por el suelo.
Mi pequeña niña de cabello rubio estaba sentada con los ojos bien abiertos, mientras observaba la televisión donde solo se escuchaba la voz chillona de la teletienda.
- ¿Erika, que haces aún despierta? - Pregunté observando sus ojos bien abiertos.
- Es que los gritos de la tía Beck mientras jugaba no me dejaban dormir... - Se justificó señalando a la acusada, dirigí mi mirada hacia ella y le fruncí el ceño. Esta elevó ambas manos y miró a Erika.
- ¿Amor, no querrás que la tía Beck se aburra, verdad? - Erika negó con la cabeza y yo fulmine con a Beck con la mirada, por engañar a mi pobre niña.
Justo cuando Jonh salió del dormitorio, vestido con unos boxers demasiado cortos, yo y Erika salíamos por la puerta.
- Mamá, tía Beck me ha enseñado una foto vuestra en carnaval - Dijo sonriendo, mientras sabíamos las escaleras hasta la 4 planta.
- Cielo, creo que deberías pensar en Halloween, que llega antes - Le besé la mejilla, recordando la ilusión que le ponía a todas las fiestas, en especial a las que conllevaban disfraces.

Llegamos a nuestro piso y introduje la llave, varias vueltas y al ver que la puerta no cedía me incline y estampe mi hombro con fuerza hasta que se abrió.
Erika entró corriendo y se sentó en el pequeño sofá para dos, encendió la tele y se acomodó.
Me acerqué y apagué el televisor.
- No me mires así, he salido de trabajar pronto porqué mañana es tu primer día de colegio, así que ves a dormir que son las 3 de la mañana - Recordé mirando el reloj mal colgado de la pared de la cocina.
Ante su suspiro, dejé el correo sobre el mármol de la cocina y me saqué velozmente los dichosos tacones de aguja.
- ¡Asqueroso calzado! - Exclame entre dientes viendo las ampollas que me habían salido.
Erika no tardó en volver al salón-cocina y meterse en el baño.
Sonreí ante su fatal intento de golpear la puerta del baño para parecer "enfadada".
Me dirigí a la habitación y no tardé en ponerme el pijama de verano aún, a pesar de estar en septiembre. Entré en el baño donde Erika, con la boca llena de espuma rosa, se cepillaba los dientes. Cuando logré que dejara de estar "enfadada", prometiéndole el mejor disfraz de Halloween, nos metimos ambas en mi cama de matrimonio y la abracé.
- Buenas noches, Erika - Le susurré apagando la luz y besando su mejilla.
- Te quiero, mamá - Dijo abrazandome.
Sonreí.

- Yo también, pequeña... Yo también... - Le respondí hasta quedarme dormida.

Me desperté por el desagradable sonido del despertador, lo lancé al suelo y se paró.
Cinco minutos después me levanté y me vestí lo más normal que pude, siendo una madre de 23 años. Me maquille y preparé el desayuno. Cuando todo estaba listo levanté a Erika y desayunamos.
- ¿Qué pasa? - Me preguntó al otro lado de la mesa con una de sus pequeñas cejas alzadas.
- Nada, Erika - Le quité importancia mientras arrugaba una carta de facturas.
Abrí la última carta. Estaba escrita a mano y eso me extraño. Solo ponía un apellido (Aleen) en el remitente.
Leí en voz baja:
"Alice,
Lamento informarte que su padre, Estefan Thorton, murió el mes pasado. Se que no os llevabais muy bien pero creí que querrías saberlo.
El funeral será el día 13 de septiembre, nos gustaría que acudiera.
Un beso, los Aleen"

- Él nunca fue mi padre - Susurré arrugando el papel sin darme cuenta.
- ¿Mamá?¿Que pasa con tu papá?¿Porqué lloras?¿Ha muerto? - Preguntó Erika cogiendo mi mano.
Seque las lágrimas que marchaban mis mejillas. Ni siquiera sabia porqué lloraba.
- Mi padre siempre ha estado muerto, ya lo sabes... - Le dije levantándome.

¿Destino o puro engaño?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora