— Vaya, hola — Dijo Diana riendo.
Vi a Dylan observarla de arriba a bajo, como todos los tíos solían hacer.
Diana era morena, sus ojos gris oscuro dejaban apreciar su dulce y positivo carácter, que combinado con su pecho por encima de la media y sus pronunciadas curvas, hacían de ella una chica agradable.
— Hola — Dijo Dylan arrastrando las vocales y sonriendo — Yo soy Dylan, encatado — Dijo intentando ir hacia ella y tenderle la mano.
Lo cogí por el brazo y lo guíe, ya que no quería que terminara por los suelos debido a su estado.
— Es "encantado" no "encatado" — Le susurré riendo.
— Mierda, las palabras me toman por tonto — Dijo frustrado mientras estrechaba la mano de Diana, a quien le extrañó el gesto.
Diana le sonrió y me dedicó una mirada, es seguida supe a que se refería y solté el brazo de Dylan.
Diana no tardó en cogerme por el brazo y tirar de mi.
— Nos disculpas un momentin, Dylan? — Le aviso antes de llevarme hacia la puerta.
— Los que necesiten, señoritas — Respondió intentando hacer una reverencia, esta fue fatal y se tambaleó. Me dedicó una sonrisa de "Estoy bien, no voy a morir en los siguientes minutos" pero rió solo y se sentó en el suelo por si acaso.
Volví mi mirada hacia Diana que sonreía.
— ¿Qué? — Pregunté viendo sus labios curvados hacia arriba.
— Nada, solo es que no te había visto sonreír así, me alegro por ti Ali, lo mereces — Recogió su bolso y sus gafas, y abrió la puerta.
Ni siquiera me había dado cuenta de que sonreía.
¿Porqué lo hacía?
— No, espera no es lo que... — Intenté explicarle la extraña razón por la cual había traído a un desconocido, en realidad sería conocido, borracho, a mi casa donde duerme mi hija. Pero la verdad es que ni siquiera yo lo sabía.
— Está bien, no lo sabes ni tu. Aclárate, hoy entro a las seis así que tengo que irme, pero cuando salga te llamo — Se despidió con la mano mientras bajaba la escalera y cerré la puerta.
Mire a mi alrededor y a Dylan. Se encontraba cerca de estar tumbado en el suelo, contra la pared. Corrí hacía él para darle un meneo y levantarlo.
— Dylan, no puedes dormir ahí — Le susurré.
— Alice... — Tartamudeó.
— Genial, tu te duermes más rápido que los dibujos animados — Estaba hablando sola.
Lo llevé hacia el sofá con dificultad y se dejó caer en el antes de que yo se lo indicara.
— ¡Dylan! — Lo regañe en voz baja.
Tiré de él para que se sentara y le empecé a desabrochar la camisa de marca.
— Solo faltaría que después de todo el follón que me has dado con la camisa de "Valentino" — Puse su misma voz y reí — te la mancharas durmiendo en mi sofá.
Me levanté y se tumbó de nuevo. Suspire y le desabroche los zapatos, estaban nuevos, los dejé a un lado y observé su torso desnudo. Estaba completamente depilado no tenía ni un solo vello.
Puede que me tentara verlo así, pero estaba durmiendo. Debía sacar esas ideas de mi mente.
— Ali...Yo... tento panto — Tartamudeo en sueños, estaba soñando conmigo eso hizo que sonriera de nuevo.
Abrí la puerta de mi pequeño dormitorio y entré en la cama, una vez me había quitado el maquillaje y la ropa incómoda.
Abracé el pequeño cuerpo dormido de Erika y le besé el hombro.
— Buenas noches pequeña...Abrí los ojos, incómoda por la claridad. Anoche olvidé bajar la persiana. ¡Maldito sol!
Noté la cabeza un poco pesada así que cerré de nuevo los ojos entendí el brazo para tocar a Erika. Solo toqué las sabanas así que me levante y me estiré.
Recorrí el corto pasillo hasta entrar en el salón. No tarde en ver a la pequeña niña rubia, observando como si fuera una rata de laboratorio a Dylan, que dormía plácidamente tendido en el sofá. Era alto así que los pies le colgaban, estaba claro que se quedó dormido por el alcohol y no por la comodidad del sofá.
— Mamá, quien es? — Susurró Erika en un intento de no despertar a su sujeto de investigación.
— Vamos, tienes que desayunar, mira la hora que es... — Le respondí, tirando de su brazo, en su mismo tono.
— Pero... — Se le abrieron los ojos de golpe — ¿Es tu novio?¿Es mi...?
— !No¡ — Chillé.
Miré como Dylan se cambió de posición y suspiró cuando volvió a quedarse quieto.
— Vamos, solo es un amigo — Tiré se ella hasta la cocina, apenas dimos unos pasos.
ESTÁS LEYENDO
¿Destino o puro engaño?
Teen FictionAlice, una joven de 23 años, a quien la vida no la ha tratado bien, intenta sobre vivir en la ciudad de Los Angeles trabajando en un bar de noche para mantener a su hija de cinco años. Toda su vida ha sido un verdadero desastre. Desde pequeña solo d...