Capítulo 2

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"—William, cuando escuches esto por favor mándame un mensaje ¿Sí? Me preocupas tío, te quiero"

"—Willy, soy Frank, desde mi último mensaje de voz no he sabido nada, de verdad me preocupas, no has estado en casa y no tengo ni puta idea de qué estás haciendo, y cuando tú haces eso normalmente nada bueno se aproxima... Por favor contesta este mensaje"

"—Hijo, soy tu tío Daniel, ¿cómo estás William? Necesitamos saber de ti, tu tía Ana está igual de destrozada, y qué decir de Nazza, tienes que hablar con ella también"

"—Amor ¿Cómo estás? Te extraño tanto, no puedo ir a verte y lo sabes, pero tampoco has contestado llamadas de casa y tu móvil aparece como fuera de servicio, mi vida, me preocupas, si necesitas que te de tu espacio lo haré, si necesitas tiempo te lo otorgo, pero por favor Guille... Vuelve a ser tú mismo"

Lo cierto era que Guillermo no había estado en casa esos días, había ido con su automóvil y todo su dinero a recorrer cada escena del crimen como pudo ¿Por qué hacer tal cosa? Porque la cordura se fue a la mierda después de hablar otra vez con el médico forense, revelándole también, una violación. Carolina no solo había sido golpeada y sometida, también había sido violada.

—Alejandro... —Y las muestras revelaban a Alejandro Bravo—. ¡Maldito hijo de perra! —Y el golpe que recibió fue tal, que estando sentado en su salón de nuevo, arrojó el móvil en cuanto le colgó al forense.

—¿¡Por qué!? ¿¡Cómo pudiste hacerle esto!?

Se puso de pie tomando la silla en la que estaba sentado, arrojándola lejos contra la pared, provocando una abolladura y dejando caer los pedazos de esta. Estaba desatado y desquiciado, no podía con su mente y sus ganas inhumanas de matar a ese chico, que en un principio parecía ser la menor amenaza, pero no fue así. Gritos y maldiciones se escuchaban en toda su casa, mientras él, fuera de sí, tomaba cualquier cosa a su alcance y la tiraba lejos con el afán de romperla en pedazos, porque así se sentía él. Tomó el jarrón donde había unas flores moradas bellísimas, y sin pensarlo dos veces, lo estrelló en el piso. Dio golpes desmedidos en la pared, hasta sentir la sangre derramarse en sus nudillos, y poco a poco, mientras su cordura se iba yendo al vacío, su cuerpo se deslizaba en aquél muro con su sangre. Sus lágrimas caían, lentamente, su respiración entrecortada y el dolor intenso en su pecho no lo dejaban pensar. Ya no había claridad, todo se había ido a la mierda. Juntó sus manos en su rostro y alzó este con un suspiro de desesperación, el llanto se oía a kilómetros, su razón de vivir había sido violada y sometida. Se sentía como la peor basura existente, por no haber protegido a su hermana.

Hasta que en un momento todo se detuvo, observó sin expresión alguna todo el desastre, pasó su mano por su rostro, llevándose las lágrimas que no lo dejaban ver. Veía los trozos del jarrón al lado suyo, incluso algunas piezas se habían insertado en sus piernas, pero no le importaba en lo más mínimo. El móvil hecho polvo, la silla hecha trizas, la pared abollada, y sus nudillos ensangrentados—. ¿Por qué todo se ha vuelto tan... gris?—Era su única pregunta. No entendía como alguien pudo haberle hecho todo este mal a su hermana, y no quería entenderlo, quería matarlo. Era su único objetivo ahora, en cuanto encontrara a Alejandro, lo asesinaría.

El teléfono de casa volvió a sonar, pero no pudo ponerse de pie en ese momento, así que tuvo solo una llamada perdida del forense. En cuanto se puso de pie y la cogió, el hombre dijo las únicas palabras que pudieron encenderlo hasta el borde.

—Tiene más que solo el ADN de Alejandro, tiene prácticamente... dos más, Rubén y Miguel, William, escucha algo antes de que hagas mierda este teléfono también —Y su atención fue prestada antes de terminar la llamada por esto—. Sé que duele muchísimo, pero como hombre anciano te aconsejo no parar de buscar a los tres, sé que Alejandro tiene más pruebas, pero los otros tres también tienen algo que ver indiscutiblemente, necesito que te concentres

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