Capítulo 4

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Era de mañana, una mañana tan fría como todas aquellas en Madrid por invierno, William leía el expediente de cada uno de los posibles sospechosos, se detenía mientras revisaba de vez en cuando el reloj, el efecto de las píldoras para dormir acababa dentro de unos minutos, y en cuanto Samuel despertara, tendría unas esposas en las muñecas. Releía el expediente de Rubén, tenía tantos cargos que eran imposibles de analizarlos todos. ¿Cuándo lo obtuvo? En la madrugada del día de ayer, lo único extraño que tenía aquél expediente, era que en el apartado de la foto del criminal, estaba vacío. William hizo una llamada al departamento y contactó a la teniente, pidiendo permiso para obtener el expediente de Rubén Doblas Gurdensen. Mientras más leía sobre ese chico más rabia entraba en su cuerpo, era de otra nacionalidad y se registraba como "Mentalmente peligroso". ¿Qué sería? ¿Tendría trastorno de personalidad? Eso era lo que comía la cabeza de Guillermo. Mientras revolvía hojas encontró el papel con los datos médicos de este. La piel del agente se erizo cuando leyó "Locura" en esas hojas. Tener a un loco suelto era como tener a un perro rabioso con un bebé. Estaba claro que haría daño.

Se puso de pie mientras dejaba las hojas en la mesa de noche, había dormido poco, pero por lo menos pudo recargar fuerzas. Hoy sería un día agotador y pesado, él lo sabía. Tendría que convivir con un asesino y no conforme, tendría que ir a buscar al siguiente asesino loco. Linda manera de despertar y empezar la mañana.

Caminó hacia el sillón y observó a Samuel dormir, las esposas parecían bastantes débiles a comparación con sus brazos, William seguía pensando en que tenía un atractivo especial, tenía cicatrices en el rostro y nada más podía ver, Samuel vestía una sudadera negra y unos pantalones, ni siquiera le dio tiempo para quitarse los zapatos antes de ser drogado y dormido. Se recostó un momento en la pared esperando el instante en el que Samuel abriera los ojos y estuviera consciente, la mente de William trabajaba a otro nivel, estaba pensando en qué hacer con él si llegara a hacerle daño—. ¿Te podré matar?—Se decía para sí mismo, aunque en realidad quería recibir una respuesta por parte de aquél hombre dormido—. Me sirves, trata de no enloquecer...

Y sí, Samuel servía de una manera en la que él no sabía hasta en la madrugada. Leyó de todo, leyó su expediente mientras estuvo en las fuerzas y leyó su expediente penal, Samuel había sido el número 1 en su clase, tanto física como mentalmente estaba muy bien preparado. Sin embargo, de todas las cosas que leyó encontró algo que le seguía molestando de una forma increíble, era una inquietud gigante, haber leído que en su clase... también había estado él. Había pensando bastante en eso, llegando a millones de conclusiones y, aunque ninguna le llegaba a tener suficiente sentido, no podía descartar la siguiente idea—. Yo te conozco—Era obvio.

Después de haber escuchado el "Willy" de sus labios, no pudo dejar de pensar en que tenían algo que ver antes, y sobretodo... al haber oído sobre su accidente, todo parecía cuadrar. No quería ser irracional, ni siquiera recordaba a las personas que lo acompañaron ese día en el accidente, no recuerda más que haber sido forzado a tirarse de un puente y caer fuertemente en el suelo. Después de escuchar gritos y balazos, la memoria de Guillermo se oscurecía. Tenía planeado, sin embargo, preguntarle si acaso habían tenido algún tipo de relación antes del accidente, podrían haber sido amigos, y no le sorprendería, normalmente él era del tipo "Soy amigo de los mejores". Podría tener sentido.

—¿Por qué me observas mientras duermo...? —Escuchó de repente, rompiendo su momento reflexivo y apartándose de la pared. Caminó lentamente hacia Samuel para agacharse frente a él, lo miró un momento, Samuel había tomado asiento y tenía a Guillermo en sus piernas. William observaba cuidadosamente cada rasgo de este, Samuel por su parte se limitaba a alejar su rostro ligeramente—. ¿Me estás acosando sexualmente?

—¿Nos conocemos de antes, verdad? —Le preguntó por fin, ignorando por completo lo que acababa de decir—. ¿Samuel de Luque?

El hombre se quedó callado y apartó la mirada, se puso de pie dejando a William agachado, caminó hacia el baño y cerró la puerta. William obtuvo su respuesta, por supuesto que sí se conocían desde antes.

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